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Cuando el pasado 29 de septiembre de 2019 se destapó uno de los crímenes más escalofriantes que se recuerdan en Cantabria -el de la decapitación de Jesús María Baranda- empezaron a sucederse diferentes hipótesis sobre cómo acabó en una caja la cabeza del jubilado vizcaíno ... de 67 años, que residía en Castro Urdiales.
A día de hoy, y a pesar de que la Guardia Civil ha llegado a la conclusión de que Carmen Merino -novia del finado- es la supuesta autora del crimen, todavía hay muchas incógnitas sin despejar. Entre ellas, dónde está el resto del cuerpo y cuál es la razón por la que habría cometido este espeluznante asesinato.
En todo este tiempo también se ha especulado sobre el estado mental de Merino, que durante los dos últimos años ha guardado silencio, salvo en la comparecencia que realizó hace casi un año en sede judicial, donde aseguró que no tuvo nada que ver con la muerte de su novio.
El Diario Montañés ha tenido acceso al informe médico-forense que encargó el juez el 1 de octubre de 2019 -día en el que la novia del decapitado ingresó en la prisión de El Dueso (Santoña)-, para determinar el estado físico y psicológico de Merino. La conclusión de los dos médicos forenses que la examinaron fue que «su estado físico y psicológico se encuentra dentro de la normalidad» y que «no presenta alteraciones psicopatológicas agudas».
En el momento del reconocimiento médico, la encausada, natural de Cádiz, viuda, separada en 2001 y madre de dos hijos, tenía 61 años. Su relación sentimental con Jesús Mari Baranda se remontaba al 16 de noviembre de 2011, momento en el que empezó a convivir con el banquero jubilado en Castro Urdiales.
Carmen Merino es la mayor de seis hermanas (dos de ellas residen en Cantabria). Estudió Bachiller y ha trabajado en una fábrica, en un partido político, en seguros y también de camarera, en la región.
Durante el examen forense aseguró que consume un paquete diario de tabaco y que no bebe alcohol desde 2009. En cuanto a sus antecedentes médicos, en el momento de ingresar en prisión estaba siendo tratada con antidepresivos y ansiolíticos y se encontraba en seguimiento por parte del médico de Atención Primaria y Psicología Clínica desde marzo de 2019 (cuando ya se perdió la pista de Jesús Mari) «por sintomatología ansioso-depresiva relacionada con la desaparición de su pareja». Sobre el año 2006 comenzó un tratamiento ansioso-depresivo por un problema familiar (su hija estaba enferma y su exmarido tenía problemas con el alcohol).
La exploración física que realizaron los médicos reveló que Carmen Merino estaba «delgada», su grado de higiene y aseo personal era «adecuado» y la conducta y hábito psicomotor «apropiado».
Tras su exploración psíquica, los especialistas describieron a la investigada como «colaboradora» y «abordable», «consciente», «atenta» y «preocupada por su situación vital». También consideraron que estaba «orientada en tiempo y espacio» y que su orientación autosíquica era «adecuada». «Su discurso es fluido y coherente, sin alteraciones en forma ni en contenido. Sin alteraciones psicopatológicas agudas», determinaron.
Los forenses también concluyeron que Merino se expresaba con «normalidad», mostrando «adecuada comprensión» y que su memoria «no presenta fallos groseros en cuanto a la evocación de datos, así como en relación a la fijación de información reciente». «Su inteligencia es normal, de forma estimativa». En cuanto a su afectividad, apuntaron que presentaba un trastorno depresivo por su situación actual. «El área cognoscitiva está dentro de la normalidad, la conciencia de su situación actual mental es correcta y no presentó alteraciones aparentes durante la entrevista», añadieron los médicos.
La única vez que Merino ha roto su silencio desde que fue detenida hace dos años fue el mes de noviembre de 2020, cuando compareció por segunda vez en el Juzgado de Instrucción Número 3 de Castro, encargado de la instrucción del caso. En aquella ocasión, lo único que afirmó es que «no he tenido nada que ver» con la muerte de Jesús Mari, con quien tenía una relación «estupenda, maravillosa, vinculada al amor». «Nos queríamos muchísimo», llegó a decir.
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