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EFE
Santander
Martes, 13 de noviembre 2018, 16:23
La mujer acusada de un delito de asesinato en grado de tentativa sobre su hija de cuatro años ha explicado que siguió administrando un medicamento a la niña, pese a que los médicos se lo habían retirado, porque creyó que «eso era ... lo mejor para ella, antes de no hacer nada».
«Entonces no creía que pudiera hacerle daño, sino todo lo contrario» ha testificado la acusada que ha sido diagnosticada de síndrome de Munchaussen por poderes, patología por la que el cuidador de un niño, generalmente la madre, inventa síntomas falsos o provoca síntomas reales para que parezca que el niño está enfermo.
Y ha añadido que, «a día de hoy», entiende que entonces «tenía un problema», porque, aunque ha reconocido que sí se fiaba de la opinión de los médicos que trataban a la niña, por otra parte «quería hacer algo para que la niña estuviera bien».
En el juicio que ha comenzado hoy en la Audiencia de Cantabria, la acusada, para la que la Fiscalía pide una condena de cinco años de prisión, privación de la patria potestad sobre su hija, además de una indemnización para la menor de 15.000 euros, por los daños físicos y los daños morales, ha relatado que la niña, desde que nació de forma prematura, tuvo que ser hospitalizada multitud de veces por episodios de apneas y problemas cardiorespiratorios.
Hasta que a finales de noviembre de 2014, después de unos «meses muy buenos», tuvo que ser ingresada de nuevo y fue entonces cuando, según explica la madre, recetaron a la niña un «tratamiento experimental» (Tegretol 400), que apenas dos semanas después le fue retirado al no apreciarse ninguna mejoría y continuar con episodios de somnolencia .
Sin embargo, según ha reconocido la madre, siguió administrando el medicamento; y, tras varias entradas y salidas del hospital, la niña llegó a sufrir un «episodio de coma» (febrero de 2015), que la madre dice que nunca pensó que pudiera deberse a la ingesta del fármaco que continuaba tomando, porque «en esos momentos no veía las cosas como las veo ahora que llevó tres años en tratamiento psicológico».
«Veía la realidad de otra manera y estaba convencida de que no estaba poniendo en riesgo a mi hija», ha reiterado la acusada, que también ha reconocido que «exageraba» los síntomas de la niña cuando acudía a los hospitales para que la niña fuera «atendida con urgencia e ingresada».
«Ahora se que es una visión no acertada, pero aunque los demás no estuvieran de acuerdo era mi forma de hacer algo para que la niña estuviese bien», ha insistido, apuntando que si en lugar de solo retirarle el medicamento lo hubiesen sustituido por otro «seguramente no hubiera seguido dándoselo».
Por su parte, el padre de la niña, con quien vive hoy la menor y que está separado de la acusada, ha relatado que no supo lo que estaba ocurriendo hasta que, en marzo de 2015, cuando llevaron a la niña al hospital San Juan de Dios de Esplugues de Llobregat, se le sometió a una analítica y «nos dijeron que se le estaba administrando algo».
«Me metieron en una habitación y me dijeron que era su madre la que estaba haciéndolo», ha añadido el padre de la menor y ha añadido que la acusada «en una reunión con los médicos dijo que igual había hecho algo mal». Desde el hospital denunciaron lo que estaba ocurriendo y la menor pasó a estar custodiada por los servicios sociales de la Generalitat.
«Mi hija me llamó para decirme que les había quitado a la niña», ha explicado el padre de la acusada, que viajó a Esplugues, donde reconoce que se vio «sobrepasado» por lo que allí estaba ocurriendo.
«Yo la he considerado siempre una madre normal», ha añadido el abuelo de la menor y ha relatado que no habló con su hija de lo que ocurría porque le parecía «increíble» y pensaba que se trataba de «un problema médico».
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