El acusado de agredir sexualmente a una menor que había acudido a su domicilio para comprarle marihuana ha asegurado en la vista celebrada este martes que «nunca», «en la vida», trató de hacerlo ni mantuvo relaciones consentidas con ella, y ha afirmado que ... la droga que había en su casa era de su madre.
El acusado lo ha dicho así durante el juicio que este martes ha quedado visto para sentencia en la Audiencia de Cantabria, y en el que el Ministerio Fiscal ha solicitado para él una pena de diez años y medio de cárcel, alejamiento y prohibición de comunicación con la supuesta víctima durante cuatro años, además de una indemnización de 3.000 euros.
La Fiscalía califica los hechos, que habrían tenido lugar el 19 de noviembre de 2016, como un delito de agresión sexual y otro contra la salud pública en su tipo agravado de suministro a menores de edad. La acusación particular, que ejerce el padre de la menor, ha pedido para el acusado seis años de cárcel por el delito de agresión sexual y una indemnización de 5.000 euros.
El procesado, que tenía 23 años cuando presuntamente ocurrieron los hechos, ha negado haber vendido droga a la joven, de quien, según ha dicho, desconocía su edad. Ha declarado que la menor fue a su domicilio a devolverle cinco euros que él le había prestado porque tenía «problemas en casa» y «problemas psicológicos», aunque al final no le dio el dinero.
Al ser preguntado por el Ministerio Público por su primera declaración, en la que admitió haber dado a la joven un gramo de marihuana por el que le pagó cinco euros, el acusado ha dicho que hizo ese testimonio influenciado por los consejos de la Policía Local. «Ese día me dicen que declare que he matado a Manolete y digo que he matado a Manolete, estaba muy nervioso», ha añadido.
Según el procesado, la menor interpuso la denuncia contra él por «venganza», por no haberle dejado coger la marihuana que sus padres tenían en su casa y por haberla llamado «calientapollas» y echado de su vivienda.
El joven, que estuvo cerca de tres meses, hasta el 9 de febrero, en prisión preventiva, ha señalado que insultó a la menor porque después de haberse besado y de que ella se sentase encima suyo, se tumbaron en el sofá y, al levantarse él la camiseta, ella le pidió que parase porque tenía novio.
«Nunca. En la vida. Jamás», ha insistido el procesado cuando el letrado de la acusación particular le ha preguntado si alguna vez había mantenido relaciones sexuales con la joven o había intentado penetrarla.
Declaración de la menor
La menor, que en ese momento tenía 16 años, ha asegurado que fue a casa del acusado «a pillar marihuana», como ya había hecho en otras ocasiones, y que, después de pagarle, esté le preguntó si se «quedaba un rato».
Como había estado más veces en la vivienda y «no había tenido problemas», se sentó en el sofá, sobre el que el hombre la «echó» después, tras intentar besarla y colocarla sentada encima suyo. «Yo simplemente le decía que no quería. Que no estaba bien», ha apuntado la menor, quien ha afirmado que el joven le bajó el pantalón de un tirón y la penetró, haciendo «presión» e impidiéndole levantarse.
«Quizá yo igual podía haber hecho más, no lo sé», ha lamentado, y ha explicado que, al notar la penetración, escupió al procesado, quien se separó de ella y la llamó «puta».
Una vez ocurrieron presuntamente los hechos, la joven se encontró con una amiga con la que había quedado previamente y a quien le contó lo ocurrido. «No recuerdo ni cómo baje las escaleras», ha añadido la menor. Su amiga, que ha testificado en el juicio que ha tenido lugar este martes, ha declarado que cuando se encontraron ésta estaba «llorando y temblando, muy nerviosa» y que «casi no podía hablar».
Tanto el Ministerio Fiscal como la defensa han mantenido sus solicitudes de pena respecto a ambos delitos. La Fiscalía ha defendido en sus conclusiones que las declaraciones dadas por el acusado en distintos momentos del proceso judicial presentan «divergencias nucleares», así como que la afirmación de que la denuncia se había interpuesto por «venganza» es «pobre».
Ha opinado además que el testimonio de la menor es «perfectamente creíble y contundente» y que los mensajes que ésta intercambió por teléfono con sus amigas y que se han analizado durante la vista son «muy ilustrativos de la presión a la que está sometida».
La acusación particular ha destacado que el hecho de que la menor hubiese mantenido o no relaciones sexuales con otros varones los días previos y posteriores a la supuesta agresión sexual «no afecta» a la comisión del delito por parte del procesado. Ha acusado además a la defensa de querer «desprestigiar» a su representada al tacharla de «promiscua».
La defensa ha solicitado la absolución del hombre aludiendo a que «no existe ningún indicio ni ninguna prueba de la perpetración del hecho», más allá de la declaración «contradictoria» de la menor.
«Yo jamás he hecho nada a esta chica. Yo jamás he vendido droga», ha reiterado el procesado cuando se le ha permitido intervenir antes de que terminase el juicio.
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