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«Fui presa del pánico, no era yo, no era consciente de lo que hacía y ojalá no lo hubiese hecho. No sé lo que se me pasó por la cabeza en ese momento porque perdí el control». Así justificó este lunes Jorge Cervantes el ... momento en el que acabó de un navajazo con la vida del joven de Colindres, Mario Fuentes (18 años), en el trascurso de una discusión que se produjo el 16 de mayo de 2021. Unos hechos que la fiscal califica de asesinato y por los que pide 22 años de cárcel (la acusación particular reclama 20).
Con esta declaración y la de dos testigos (uno de ellos desmontó la versión del acusado) arrancó la primera de las seis sesiones del juicio con tribunal del jurado que se celebra en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de León, hasta donde se trasladó El Diario Montañés.
Al filo de las nueve de la mañana llegó a dependencias judiciales al acusado, mientras los padres de la víctima, acompañados de su abogado, aguardaban en otra zona al inicio de la vista.
El juicio arrancó con una presentación del presidente del tribunal, el magistrado José Luis Chamorro –destinado hace unos años en el Juzgado de Instrucción nº 2 de Medio Cudeyo y en el Nº4 de Santander–, y después se procedió a la lectura de los escritos de conclusiones provisionales de las partes, que después tuvieron un turno de intervención para las cuestiones previas.
Después de que cada uno avanzara su posición en esta causa, fue el turno del acusado, que en ningún momento cruzó la mirada con las padres de Mario. Antes de ofrecer su versión de los hechos – los acusados tienen derecho a no decir la verdad– anunció que solo iba a contestar a preguntas de su abogado (también a las de los miembros del jurado y el juez), con lo que las acusaciones (fiscal y abogado de la familia de la víctima) no tuvieron posibilidad de interrogar.
Tras presentarse como un estudiante de Derecho, que hacía deporte y «tenía problemas con las drogas», Jorge Cervantes relató que el día del crimen había quedado con unas personas para beber en la zona de la Universidad, con las que primero estuvo en unos bares y después en el domicilio de alguien que no conocía. Después fueron a hacer botellón a un descampado de la zona denominada Palomera. «A una de las personas que iban conmigo la empezaron a agredir. Entonces, la víctima, al que no conocía de nada y con el que no tenía problemas, me golpeó. Saqué la navaja y le pedí explicaciones. Me pidió que guardara la navaja y lo hice con la idea de arreglar la situación hablando. Pero me respondió con otro puñetazo. Caí al suelo y empecé a sangrar mucho de la nariz. Intentó quitarme la navaja y recibí más golpes».
Fue entonces cuando, según su versión, reaccionó de forma irracional. «No sé lo que se me pasó por la cabeza en ese momento, pero perdí el control. Saqué la navaja y se la clavé haciendo un gesto de arriba abajo o de izquierda a derecha, no recuerdo bien». Sin embargo, niega la versión de las acusaciones (que se basa en varios testigos) de que corriese por detrás de la víctima y se la clavara por la espalda de forma sorpresiva. «No le perseguí en ningún momento, le tenía en frente. No puedo justificar mi acción porque fui presa del pánico, fue una reacción instintiva», apuntó.
Después, sostiene que salió corriendo con dos amigos, que llamó a un conocido para que le fuese a buscar en coche y que fue consciente de lo que había pasado «cuando la Policía vino a mi casa al día siguiente». «No sabía que había muerto alguien. Les entregué la navaja y les dije que había sido yo».
Preguntado por su abogado sobre el motivo de la supuesta pelea, Cervantes dijo desconocerlo. Además, explicó que portaba una navaja de 16 centímetros, con la que previamente pinchó en el cuello a otro joven, por «una casualidad». «La compré por 10 euros en una tienda de forma fortuita». «No sé que se me pasó por la cabeza, en ningún momento quería matar a nadie. No lo vi posible, ojalá no hubiera pasado», afirmó antes de dirigirse a los padres de la víctima. «No hay nada que pueda reparar el fallecimiento de un hijo, ojalá pudiera hacer más por ellos, ojalá pudieran pasar página y este duelo».
Tras esta declaración compareció el primer testigo, amigo de la víctima, que desmontó la versión del acusado. Dice que se encontraba con Mario haciendo botellón cuando empezaron a escuchar una «trifulca» entre gente «un poco nerviosa». «Vi como le dieron un puñetazo a uno de sus amigos. Mario me dijo que había un tío que estaba pirado y que tenía una navaja». Después de esa primera trifulca «vi a Mario correr del acusado». «Se giró hacia ellos, sin amago de pegarles, solo para ver, y le metió la puñalada; fue un movimiento diagonal».
El segundo testigo, también amigo de la víctima, fue el que recibió el golpe en la primera trifulca. Según su declaración se quedó unos minutos inconsciente y cuando se levantó vio a Mario con la herida en el suelo. «Me tiré encima de él para presionarla».
La vista se retomará este martes con la declaración de hasta 16 testigos y continuará mañana, miércoles, con la testifical de otras 24 personas, entre ellas, los policías locales y nacionales que intervinieron el día del crimen y posteriormente, y el inspector jefe de la Policía Científica. El jueves concluirán las testificales y se practicarán las periciales, entre ellas, las de los médicos forenses que realizaron la autopsia de la víctima, y agentes de la Policía Científica. Ya el viernes las partes (acusaciones y defensas) darán a conocer sus conclusiones definitivas, para que el próximo lunes el jurado popular emita su veredicto. No obstante, este guion puede sufrir alguna variación en función de cómo se vayan desarrollando las siguientes sesiones.
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