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«Fumar mata, vapear también». Así de contundente arranca la campaña de concienciación de la Consejería de Salud. Los cigarrillos electrónicos ni son inofensivos, por más que se camuflen con agradables sabores de golosina, ni ayudan a dejar el tabaco. Las autoridades sanitarias están alarmadas ... por el aumento de jóvenes que se han subido a la moda del vapeo, muchas veces sin saber que son nocivos –contienen sustancias tóxicas que dañan el organismo– y que también son adictivos, incluso entre los no fumadores. Para insistir en estos mensajes y abrir los ojos a la juventud sobre los riesgos que acarrean los vapeadores, también conocidos como 'vapers', desde Sanidad acaban de lanzar una campaña informativa que llegará al ámbito escolar –uno de los principales focos de acción– y que desde hoy se empezará a ver en las marquesinas y autobuses de Santander y Torrelavega, con el lema 'Vapear no es la solución, es parte del problema'.
¿Hasta qué punto está extendido el consumo de cigarrillos electrónicos? En Cantabria, casi el 38% de los adolescentes los ha utilizado. Una cifra que sale de la encuesta Estudes de 2021 –lo que implica que a día de hoy aún pueden ser muchos más– y que triplica los datos que se registraban en 2014 entre la población de 14 a 18 años (entonces era un 13,2%). «En los últimos años, todas las encuestas realizadas en España sobre consumo de cigarrillos electrónicos muestran un ascenso importante, fundamentalmente en población escolar», destacan desde la Consejería. De ahí que se quiera llevar la campaña de prevención a colegios e institutos, con envío de información en diferentes soportes.
«Se trata de sensibilizar a la población en general, pero especialmente a los educadores y las familias, sobre las consecuencias perjudiciales de esta práctica, tratando así de aumentar la percepción de riesgo sobre su consumo, hasta ahora muy baja o inexistente». Porque ese es el mayor problema: pensar que no pasa nada, que el vapeo es inocuo. Una circunstancia a la que ha contribuido, explican desde Salud Pública, el hecho de que «en los últimos años han aparecido en el mercado una gran variedad de productos novedosos que imitan el gesto de fumar, que comparten algunos de sus componentes con los del tabaco (aunque también añaden otros diferentes) y que la industria presenta de forma atractiva para potenciar su consumo».
No en vano, se pueden encontrar dispositivos a partir de 6 euros, que proporcionan 600 caladas, con diseños atractivos, muy coloridos, incluso con temáticas infantiles, como Bob Esponja o Los Minions, y que incluyen más de 20.000 sabores diferentes (desde algodón de azúcar, fresa o chocolates, así como otros sabores inimaginables, hasta mojito pasando por el café con leche y algunas marcas de tabaco).
«Esta gran variedad de productos llega a la infancia y adolescencia fácilmente». De hecho, a pesar de estar prohibida la venta y suministro de estos productos a menores de 18 años, es «relativamente sencillo» para ellos comprarlos, ya que se pueden adquirir en centros comerciales, bazares, estancos o en una feria, por citar solo algunos lugares.
«Disfrazados como golosinas y con miles de sabores diferentes, en la mayor parte de los casos estos dispositivos se utilizan con diferentes cantidades de nicotina, lo que hace que, poco a poco y sin darse cuenta, las personas se acerquen al tabaco y a la adicción que produce su consumo», insisten las autoridades sanitarias. Incluso advierten de que «se han encontrado diferentes cantidades de nicotina en líquidos comercializados con la etiqueta 'sin nicotina'».
Contrarrestar esas campañas de márketing y promoción, enfocadas sobre todo a los jóvenes, será el gran reto de esta campaña en la que colabora también la Dirección General de Juventud, Cooperación al Desarrollo y Voluntariado y la Asociación AMAT-Afrontando Adicciones. Para ello, a lo largo del curso escolar se realizarán diversas actividades formativas, tanto para las AMPAS como para los docentes, y se facilitarán folletos informativos para repartir en las aulas.
Una de las cuestiones en las que se hará hincapié es que «la mezcla de saborizantes alimenticios, especialmente atractivos entre los jóvenes, con sustancias como la glicerina o el propilenglicol –componentes de los líquidos que rellenan los dispositivos–, suponen un riesgo para la salud al ser inhalados». A esto se une «el riesgo de accidentes, puesto que son aparatos electrónicos, además de la alta posibilidad de crear adicción a la nicotina y del refuerzo de la conducta de inhalar (gesto boca-mano tan característico del fumar)».
En paralelo, se han programado sesiones clínicas y talleres de formación para personal sanitario, incorporando toda la información actualizada, fruto de la evidencia científica que existe sobre el tema. Así, se organizarán acciones formativas específicas para reconocer este tipo de productos, su toxicidad y las implicaciones de su consumo.
El objetivo último, tal y como apuntan desde la Dirección General de Salud Pública, es que «los profesionales sanitarios estén sobre alerta ante esta nueva situación y puedan tomar medidas con información contrastada y fiable, puesto que los vapeadores están influyendo negativamente en el control del tabaquismo». Como dato significativo, desde Salud Pública apuntan que el 60% de quienes consumen se inician con 'vapers' con la etiqueta 'sin nicotina', pero la preferencia por los cartuchos con nicotina va escalando a medida que aumenta la edad de los consumidores.
Según los datos de la encuesta Estudes, el alumnado que ha vapeado alguna vez manifiesta una percepción de riesgo más baja en el consumo de tabaco y cannabis, en comparación con los que no han utilizado cigarrillos electrónicos. En cuanto al alumnado fumador, aproximadamente el 40% ha usado cigarrillos electrónicos con nicotina.
De otro lado, «el consumo en población adulta es minoritario, aunque no despreciable», según la encuesta Edades 2022. Tal es así que, en Cantabria, el 8,6% de la población de 15 a 64 años declara haber fumado cigarrillos electrónicos. Además, los datos que maneja la administración sanitaria denotan un cambio de tendencia, ya que, mientras se observa un descenso en el consumo del tabaco en todos los tramos de edad, acompañado de una alta percepción de riesgo, el consumo de cigarrillos electrónicos sigue al alza.
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