![Adiós a Solórzano tras doce días confinados](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202007/24/media/cortadas/57105434--1248x738.jpg)
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Suena un leve 'toc, toc' en el portón del albergue juvenil Gerardo Diego de Solórzano. Es el taxista gallego David Rodríguez, que acaba de llegar. Son las 11.00 horas de la mañana. Han sido tres horas y media de carrera. Y aún queda la ... vuelta. Al otro lado de la puerta le atiende la responsable del lugar: «Es una puerta tan grande que apenas te oigo desde el otro lado, hijo, ¿quién eres?». Él contesta. Pero hay más oídos que escuchan la respuesta. En una ventana del último piso se asoma una cara escondida detrás de una mascarilla verde pistacho. Lo sabe. Es la hora de volver a casa. Los dos marineros caboverdianos del 'Mar de Annea' han superado el virus y pueden regresar a Burela. No es el caso de sus dos camaradas del 'Ledicia' y 'El Sapilo'. Ellos aún portan el virus.
Las maletas ya estaban preparadas, pero sólo pasan segundos desde que se cierra la ventana hasta que los dos pescadores se plantan en la entrada del edificio con los equipajes. Las ganas de volver a casa son evidentes. A Manuel y Joselín se les achinan los ojos. Es alegría. En estas circunstancias, las sonrisas son más difíciles de percibir, pero se intuye que un ancho gesto de alegría inunda sus caras. Hace doce días que empezó su aislamiento aquí. Y, además, han tenido que esperar otras 24 horas desde que recibieron la esperada noticia de que habían arrojado un negativo en la prueba PCR. Ya pueden regresar a casa.
La Federación de Cofradías de Lugo ha contratado el taxi de David Rodríguez para devolver a los marineros a sus hogares. Unos 400 euros cuesta el trayecto. Para el taxista es algo habitual, suele acudir a Bilbao, Gijón, Santoña o Colindres a buscar algunos vecinos de A Mariña, la comarca marinera a la que pertenece Burela. «Es un trayecto más», asegura. Los tres viajeros están obligados a usar la mascarilla y lavarse las manos todas las veces que puedan a lo largo del trayecto. Es el protocolo establecido desde que llegó el covid-19.
transporte
A David Rodríguez no le preocupa que sus clientes hayan pasado el coronavirus. «Ya están curados», comenta. Han generado anticuerpos y tienen el visto bueno de Sanidad para volver al mundo y abandonar sus habitaciones en el albergue juvenil Gerardo Diego. Cruzarán el muro que han visto tantas veces desde que empezó el encierro. Allí entraron en aislamiento el viernes 10 de julio, cuando les mandó el Gobierno de Cantabria. Ahora salen con la garantía de que no son contagiosos. Sin embargo, tanto Manuel como Joselín visten mascarilla, pues es obligatorio.
Saludan al fotógrafo de El Diario Montañés y acto seguido entran en el coche. Cada uno en una ventana del asiento trasero. Cruzan el portón saludan a los periodistas y ya empiezan a ver paisaje. Hasta Galicia son tres horas y media de viaje. Se pasan rápido. «Ha sido un viaje tranquilo, sin contratiempos», apunta el taxista tras dejarles en sus respectivos domicilios. Los pescadores ya tienen la cabeza puesta en el mar.
Atrás dejan a dos compañeros, que siguen infectados y aislados en Solórzano. Pero también dejan a su barco, que sigue en el puerto de Santoña junto al 'Ledicia' y 'El Sapilo'. Son los barcos de sus dos colegas. El resto, los otros seis tripulantes, ya habían vuelto a Galicia, también con David Rodríguez. El conductor les llevó con el minibús de 20 plazas de su empresa. Sin embargo, en Burela siguen con el confinamiento preventivo. Allí pasan los 15 días que les ha aislado el gobierno gallego.
pruebas
A esos seis marineros, que nunca han estado infectados, les quedan horas para recibir el resultado de la prueba. Si es negativa por tercera vez, saldrán hoy de sus domicilios de vuelta a Santoña. Allí cuidarán de sus barcos hasta que reciban el permiso para volver a faenar. Tienen constancia de que nadie está cuidando de su método de vida así que lo harán ellos personalmente.
Todos ellos tiene la cabeza en volver al mar. Desde los que llevan días en casa hasta los que acaban de llegar en taxi y también los que siguen infectados. Quieren volver a Santoña, coger el barco y echarse de nuevo a la mar. Están en plena temporada de bonito y las pérdidas son grandes. Además, así olvidarán antes los muros del albergue y recuperarán el olor a salitre.
Mientras tanto, en Solórzano quedan dos hombres positivos aún por covid-19. Hoy les repetirán la prueba PCR y en cuestión de horas sabrán si son aptos o no para abandonar el aislamiento terrestre y poder encerrarse en un barco. En el albergue cumplen hoy las dos semanas de confinamiento. Además, han presenciado cambios en este improvisado centro sanitario.
De allí se han ido ya ocho marinos. Pero han llegado un par de nuevos inquilinos. Va a servir de lugar de aislamiento preventivo para otros casos que hayan estado en contacto directo con positivos o para otros positivos asintomáticos como los gallegos. Allí están cuidados, alimentados y aseados. Pero, a pesar de ello, quienes han pasado por allí no querrían volver. Ya conocen las medidas para no volver a cruzar el portón del albergue.
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