
«La afición del norte vive el ciclismo como pocas»
Conversaciones al sol ·
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Adora su profesión por encima de todo y vive un momento dulce en uno de los mejores equipos del mundo y en su casa en LiencresJoxean Fernández Matxín (Basauri, 1970) es uno de esos afortunados que considera su profesión, más que un trabajo, «un hobby, algo que me tiene ... enamorado». Una figura relevante en el mundo del ciclismo internacional que ha pasado por todas las etapas: ha estado encima de la bici, al lado y debajo. Ahora, es el manager general de UAE Team Emirates. Cuando tiene tiempo, vuelve a su casa, en Liencres, desde donde «nunca he visto una puesta de sol igual, y mira que he dado la vuelta al mundo».
–Cuando era pequeño, el inicio de la transmisión de la Vuelta a España era sinónimo del fin del verano y del inicio del cole. ¿Cómo recuerda esa época? ¿Ya era un enamorado del ciclismo?
–Por supuesto. Realmente no me acuerdo de una edad en la que no haya sido un enamorado del ciclismo. Por más que miro hacia atrás, siempre recuerdo una bici en mi vida. De pequeño iba a Mercabilbao y cogía la bici a mi padre a escondidas, mientras trabajaba, para entrenar con el resto de niños. Ellos competían, pero yo no podía, porque la bici de mi padre solo tenía un plato y tres piñones. Me conformaba con dar vueltas con ellos.
–Usted creó su propio equipo profesional (el Saunier Duval), que llegó a ser de los mejores del mundo y el más rentable. Se ha reinventado muchas veces. ¿Le quedan energías para más aventuras?
–Tengo las mismas energías que cuando daba vueltas por Mercabilbao. Según pasan los años, veo cómo dejo atrás experiencias, equipos… pero siempre queda un paso para dar al año siguiente. Comencé en la categoría cadete y fui subiendo. Hice de masajista, mecánico, director de equipo, ¡de todo!
Tuve mi propio equipo y hoy estoy en uno de los mejores del mundo. Me he reinventado muchas veces, tantas como las situaciones que la vida me ha obligado a ello. Cada día intento aprender cosas nuevas y aplicarlas a mi profesión. Mis energías enfocadas al ciclismo no se acabarán nunca. Cada día tengo más y más ganas. Soy un autentico afortunado por trabajar en mi pasión. Es un trabajo amado.
–Se lo habrán preguntado mil veces, pero no me puedo resistir: ¿alguna vez ha tenido la tentación de competir?
–Cuando era amateur, logré la victoria en la primera carrera que disputé, el memorial Miguel A. Torre, casualmente, en Soto de la Marina. Las vueltas que da la vida, porque ahora vivo muy cerca, en Liencres. A partir de ahí, supe que mi lugar en el ciclismo era otro. A pesar de que me veía con condiciones para luchar y sufrir sobre la bici, decidí dejarla. Mi mentalidad me hacía ser más optimista en otros conceptos.
–Durante tres años se dedicó a la búsqueda de jóvenes talentos. ¿Cómo ve a la juventud actual?
–La veo como ha sido siempre. Hay muchos jóvenes, realmente demasiados, sin equipos. En Cantabria, como en otros lugares, tenemos grandes ciclistas y muchísimos que lo serán en un futuro. Nos acordamos de los grandes nombres que ya no están, pero estos jóvenes serán esos nombres del mañana, sólo hay que darlos tiempo, el espacio deportivo y la oportunidad para demostrar su valía.
–¿Están las nuevas generaciones más concienciadas contra el dopaje?
–La ciencia ha avanzado mucho en los últimos años. Son más conscientes porque hay controles a diario. No hay opción a la duda. Ni se platea. Tienen toda la información del mundo y están concienciados de que eso no lo quieren.
–La gente del norte y la bici siempre han tenido una relación especial. ¿Lo son para usted?
–Por supuesto. Cuando la Vuelta a España pasa por el País Vasco, Cantabria o Navarra es algo distinto. La afición es fiel y vive el ciclismo como pocas. También hay que tener en cuenta que yo soy del norte, por lo que lo percibo de una forma más especial que el resto del pelotón. Ese acercamiento al ciclista profesional, con respeto y admiración, es súper valorado por los ciclistas.
–Dirige un equipo árabe en Lugano (Suiza) y su casa está en Liencres. ¿Cómo se organiza?
–En la pregunta tienes la respuesta: organización. El equipo tiene la logística en Italia y corremos por todo el mundo. Algo fundamental es que en casa entiendan esta forma de vida. Matxín sin ciclismo, no sería Matxín. Tengo la suerte de que en casa, además de aceptar esta pasión desbordante que siento por el ciclismo, me ayudan en todo lo necesario para que pueda conseguir los objetivos que me marco a primeros de año. Pasamos mucho tiempo fuera de nuestro hogar. Trabajamos muchos días hasta 20 horas. Pero estoy donde quiero. Piensa que, muchas veces, es el mismo tiempo que pasan los aficionados en la carretera esperando que pasemos. Somos absolutamente afortunados de estar donde estamos, porque nuestro trabajo es nuestro hobby.
–¿Cuál es su prueba favorita?
–Sin ninguna duda, la carrera más bonita para mí es la del Tour de Flandes (Ronde Van Vlaanderen). Es fascinante. Quizás, por etapas, el Tour de Francia, pero por importancia, por su aroma ciclista, me quedo con el Giro, en el que se respira épica. No hay que olvidarse de la Vuelta a España, porque he crecido con esta carrera.
–El ciclismo hace mucho por el turismo de la región por la que pasan los diferentes tours. Debe de haber bofetadas porque una etapa pase por determinadas localidades.
–Es una oportunidad única para dar a conocer los paisajes y la orografía de muchas zonas. Una carrera ciclista es un vehículo excepcional para trasladar a millones de personas a tu localidad.
–¿Qué tramo de Cantabria, cuando pasa la Vuelta a España, le gusta más?
–Pasar por las carreteras que rodean la costa es espectacular. El mejor lugar del mundo es el mirador de Liencres, desde donde se ve el mar, la playa, la ría de Boo, los Picos de Europa... Viajo por todo el mundo y esa estampa me tiene absolutamente enamorado.
–¿Cuál es su ruta preferida para hacer en bici cuando está en Cantabria?
–Sin duda, la ruta de la Costa Quebrada: los caminos que unen la Virgen del Mar con Liencres. Idílico.
–Si viniera con su equipo a la región, ¿qué menú les prepararía?
–Les llevaría a tomar unas ostras al Annua, de Oscar Calleja, en San Vicente de la Barquera; las alcachofas absolutamente espectaculares de Nacho Basurto, del Asubio, en Santander; o un pulpo a la brasa de La Arnia, en Piélagos. Estamos rodeados de genios de la gastronomía.
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