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Mada Martínez
Lunes, 9 de septiembre 2019, 07:11
El tramo de la autovía A-8 donde Cantabria se funde con el País Vasco suele copar titulares y alertas de la DGT en cada operación retorno de Semana Santa, en cualquiera de los domingos soleados de agosto. Es un tramo donde el tráfico se ... concentra y la circulación se ralentiza de forma periódica y terca. Y si los radares y la limitación de la velocidad a 80 kilómetros por hora han ayudado a reducir la siniestralidad, ¿qué hacer para que la circulación sea más fluida?
Los datos ayudan a concretar la realidad de este tramo de autovía donde miles de cántabros y vascos conviven a diario. El pasado año, la estación de aforo 183A, situada en el límite territorial entre Cantabria y País Vasco, registró una media anual de 49.697 vehículos en ese punto. En días laborales, la media llegó a los 51.256, y, si bien sábados y domingos el promedio decae −hasta los 46.585 y los 46.585 vehículos, respectivamente−, la reducción no es, ni de lejos, la más acusada del plano de estaciones de tráfico de la Diputación de Vizcaya. En ese mapa, la 183A es una estación que destaca por su intensidad circulatoria estacional, tanto en verano como durante los fines de semana. Un ejemplo: hay casi los mismos vehículos rodando un día laborable a las ocho de la tarde que un domingo a esa misma hora.
La circulación en la zona oriental de Cantabria se intensifica también durante las operaciones de salida y retorno de las vacaciones. El verano, en conjunto, es un periodo de medición especial. En esos meses, la gráfica de la estación 183A apunta un poco más al cielo: julio y agosto registran las intensidades más altas del año sobre el asfalto, con, respectivamente, 61.388 y 63.967 vehículos de media circulando por ese tramo. De año en año, la circulación estival no deja de crecer. Por ejemplo, la intensidad en agosto del pasado año aumentó un 4,5% respecto del mismo mes de 2017.
¿Qué ocurrirá este año en este punto de la autovía? La DGT ya vaticinó antes del verano que en julio y agosto los desplazamientos en las carreteras españolas aumentarían, en términos generales, un 1,66% respecto de los de 2018 (esto es, habría 1,5 millones más). Pero para centrar el tiro en el tramo entre Cantabria y Vizcaya, las estimaciones de la DGT y de la Administración vasca apuntan a un incremento del tráfico de entre el 4% y el 5% en este punto limítrofe, muy transitado por trabajadores que cambian de comunidad a diario, o por residentes del País Vasco que tienen una segunda vivienda en Castro Urdiales, en Laredo, en Noja y alrededores. De este modo, y a falta de que se hagan públicos los nuevos datos de la estación 183A y los de Tráfico, la proyección es al alza: otros 3.000 vehículos de media podrían haberse sumado al tráfico de ese punto tanto en julio como en agosto, lo que dispararía la intensidad circulatoria por encima de los 65.000 vehículos, las cifras más altas registradas hasta el momento.
Si se toma como referencia la progresión histórica, se puede pensar también en términos de incremento. El jefe provincial de Tráfico de Cantabria, José Miguel Tolosa, declaraba recientemente a este periódico: «El tráfico ha subido un 15% en los últimos cuatro años y eso tiene su plasmación en la A-8. El tramo más próximo al País Vasco es el más complicado. No hay capacidad de absorción en determinadas franjas horarias». En esas declaraciones Tolosa introducía una variable que podría ayudar a aliviar la intensidad del tráfico: el tercer carril de la A-8.
Este tercer carril entre Solares y Vizcaya es una de las infraestructuras que Cantabria tiene en su lista de deseos desde hace tiempo. Serviría para pulir los picos de circulación −y sus consecuencias en forma de colapsos− que se producen, principalmente, entre Castro y el País Vasco. ¿Cómo? Absorbiendo más desplazamientos.
Sería una «solución al tráfico de vehículos» en la zona oriental, apunta el consejero de Obras Públicas, José Luis Gochicoa. Su partido, el PRC, incluyó la obra en el acuerdo que firmó con el PSOE para la investidura −que resultaría fallida− de Pedro Sánchez. El Partido Regionalista, insiste Gochicoa, «ha luchado» por incorporarlo al programa para mejorar el tránsito de la zona oriental de la comunidad y para arreglar situaciones como el colapso puntual de algunas carreteras autonómicas que se cruzan con esta autovía, como sería el caso de la que une Santoña y la A-8, indica el consejero.
En el documento del pacto no se han marcado plazos concretos, aunque se ha dado ya un primer paso administrativo: el anteproyecto está en fase de estudio. Por el momento, el compromiso del ministro de Fomento, José Luis Ábalos, pasa por tener redactado el texto antes de que acabe esta legislatura (si bien, a día de hoy, hablar de fin o inicio de legislatura resulta confuso). Paralelamente, y para tratar de reducir los plazos, también se está trabajando en el documento de impacto ambiental.
El jefe de la Demarcación de Carreteras del Estado, Fernando Hernández, recuerda que ya se está cumpliendo con la obligación administrativa de trabajar en un anteproyecto que luego será sometido a información pública. Más adelante se procederá a la declaración de impacto ambiental y la obra podrá ya avanzar. Será un proceso largo, que implicará muchas voces y muchas firmas, fruto de un sistema garantista, por lo que Hernández cree que hablar de fechas no tiene demasiado sentido.
El aumento de la capacidad del tráfico que conllevaría este tercer carril de la A-8 entre Solares y Castro Urdiales sería más evidente en el tramo que se acerca al País Vasco. ¿Cómo sería tal incremento? Sería «porcentualmente significativo». En cualquier caso, el jefe de la Demarcación recuerda que para que todo esto funcione, el País Vasco también habría de trabajar en este proyecto, tendría que ser un trabajo «conjunto».
La ampliación del tercer carril en la A-8 está, por tanto, en fase embrionaria. No se han revelado más concreciones del proyecto, aunque hace unos quince meses Íñigo de la Serna (PP), quien por entonces era ministro de Fomento en el Gobierno de Mariano Rajoy, detalló públicamente el trazado y algunas características técnicas de una infraestructura sobre la que no pudo más que esbozar sus intenciones. En mayo de 2018 anunció que el coste del proyecto ascendería a 495 millones y que, a todas luces, sería «complejo». El nuevo carril discurriría a lo largo de 60 kilómetros e implicaría la construcción de estructuras de calado como un doble viaducto en Saltacaballo o dos puentes gemelos en Ontón. La obra tenía que ver con esa deseada mejora de la circulación de vehículos. Por entonces, indicó De la Serna, circulaban por esa vía una media de 37.370 vehículos al día, con picos de hasta 47.675 coches durante los días festivos y los fines de semana.
¿Qué quedará en el futuro de ese trazado y de esas infraestructuras añadidas? ¿Qué forma tomará este nuevo carril? En manos del ministerio que dirige Ábalos, el carril tiene de momento forma de anteproyecto y también el mismo coste previsto por De la Serna. Y mantiene su magnitud: por sus dimensiones, es el mayor proyecto de carreteras que tiene pendiente Cantabria. Precisará, para seguir avanzando, que el Gobierno abandone la situación de provisionalidad.
No hay plazos, pero el camino burocrático que recorrerá el tercer carril durará años. «La tramitación administrativa es larga», concede también el consejero Gochicoa, que apunta al tránsito ineludible de estos grandes proyectos entre estudios, exposiciones públicas o informes de impacto ambiental.
Dentro del pacto que han firmado PRC y PSOE con miras a la investidura de Sánchez, añade el consejero, figuran sin embargo otras obras cuya tramitación o ejecución están más avanzadas, como el proyecto de la A-73 entre Aguilar de Campoo y Burgos (que reduciría en 33 kilómetros el viaje en coche de Cantabria a Madrid), o el que afecta al desfiladero de La Hermida. Sin embargo, el tercer carril es un mastodonte de alquitrán y hormigón y trámites que requiere más tiempo.
La idea, indica Gochicoa, es que «se vayan dando pasos». Ampliar la plataforma de la autovía es una «buena iniciativa» para la Cantabria oriental, insiste el consejero de Obras Públicas, construir este carril redundaría en la fluidez de la circulación, aliviando los atascos y retenciones coyunturales, explica Gochicoa, es decir, esos colapsos ligados a los desplazamientos procedentes de Vizcaya, a franjas horarias concretas, al fin de semana y a las operaciones de retorno de las vacaciones.
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