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Una primera jornada –la de este jueves– que empezó con desconcierto e incredulidad por parte de los usuarios que viajaron desde la estación de tren de Santander con destino a la Meseta y que acabó con retrasos de hasta cerca de una hora, 50 minutos ... para ser más exactos. Con el cambio de mes comenzaba una situación insólita y desconocida para muchos viajeros –santanderinos y visitantes– que iban a realizar por carretera muchos de los trayectos que anteriormente discurrían por las vías del tren. Una circunstancia, que, en pleno verano y siendo Santander una ciudad tan turística en estas fechas, sorprendió a muchos de los que esperaban durante la primera hora en los aledaños de la estación y que servía como apeadero para los autobuses. Gran parte de los usuarios que permanecían delante de los autobuses desconocían los motivos por los que se iba a realizar el recorrido por carretera. Las obras del AVE y el avance de las actuaciones que se llevan a cabo entre Torrelavega y Santander propiciaron que varias líneas llevasen a cabo su servicio mediante autobús.
Santander, nueve y veinte de la mañana. Con tres autobuses aparcados frente a la estación de tren y con murmulleos entre los viajeros empezó este mes en el que los autobuses van a sustituir a los trenes. Este periódico se subió en uno de ellos, el que une Santander con Valladolid. Aunque muchos acudieron con tiempo a la estación para no tener ninguna incidencia en este primer día de funcionamiento de los autocares. El principal interrogante fue en cuál de los tres autobuses debían montarse, ya que dos contaban con una hoja en la que indicaba la ruta que iba a realizar y el restante tenía en la luna delantera un cartel que solamente ponía Renfe. Ante este panorama, eran los propios supervisores, que merodeaban los autocares, los que se encargaron de resolver las inquietudes de todos los presentes.
Los dos que contaban con el plan de viaje definido tenían como destino final Valladolid –con numerosas paradas por el camino– y el tercero en discordia, realizó el trayecto de Santander a Renedo de Piélagos. En el caso de los dos que acababan en la ciudad pucelana, tenían fijado realizar paradas distintas, para que así uno de los dos tardase menos tiempo en hacer el trayecto, un hecho que no evitó que llegase con casi una hora de retraso.
Y aunque había viajeros que sabían que viajarían en autobús, también existían los que desconocían esta circunstancia. Fue el caso de tres amigos vallisoletanos que llegaron a la capital cántabra para pasar el día y disfrutar de la noche. «Llegamos este miércoles con la intención de ir la playa, tomar lo que se pudiera el sol y salir de fiesta, pero no sabíamos que nos tocaría volvernos en autobús. El caso es que compramos el billete de ida el lunes, pero nadie nos advirtió sobre esta circunstancia».
Con los ojos cansados y la pereza propia de tantas horas activos, Izan Gil, Luis González y Víctor Luchia se mostraron resignados ante la situación: «Molesta un poco llegar y encontrarse esto, porque, a priori, puedes tardar más en llegar a casa y encima, en los autobuses no siempre hay enchufes para cargar el móvil». Aunque el autobús que cubría el recorrido no contaba ni con bandeja ni pantalla propia en el asiento, por suerte para ellos sí tenía una entrada USB para cargar dispositivos móviles.
Durante el trayecto fueron los propios conductores los que bajaban la ventanilla y resolvían las dudas a las personas que esperaban el autobús delante de las estaciones. El tiempo por carretera era rápido y dinámico si uno se entretenía con los paisajes, pero los problemas llegaban cuando el vehículo se desviaba para parar en los diferentes pueblos. Una situación en la que los minutos se acumulaban y más si los accesos eran estrechos y no se podía llegar a la zona de parada, como sucedió en Mataporquera, en la que el autobús se encontró parado durante más de diez minutos a la espera de confirmar si había algún usuario esperando para montar.
Las claves
Con escuadra y cartabón Las maniobras imposibles para que el autobús diera la vuelta en las estaciones sumaba más retraso
Informadores Los conductores de los autocares explicaron por los pueblos cómo funcionaba el servicio
«La impresión es que va a tardar más. Yo soy más de tren, me ha fastidiado un poco tener que ir en bus», relataba el santanderino Rafael San Miguel. «Voy con destino a Herrera del Pisuerga y me quería llevar la bicicleta para así poder ir de la estación hasta la casa que tengo allí y ahora me tengo que coger un taxi».
En su caso, se disponía a realizar el trayecto para vivir las fiestas grandes: «Es una pena porque hay amigos míos que han dejado de ir por el tema de no poder llevarte la bicicleta, nos permite movernos con facilidad y es un hándicap que no pasaba cuando montabas en el tren».
En el autobús dedicado a la ruta de Renedo de Piélagos se montaba Melva Quispe, santanderina, que desconocía que la ruta se realizaría en autobús: «No lo sabía, he venido a coger el tren a las ocho de la mañana y he tenido que esperar para coger el bus a las nueve. No viajo a menudo, pero para mí es mejor viajar en tren que en autobús».
Durante muchos kilómetros, el traqueteo se convirtió en un compañero de viaje más en el trayecto, las carreteras en mal estado y los baches no ayudaron a tener un viaje tranquilo. Con un vistazo a Google Maps y otro al teléfono se podía intuir que la hora fijada para la llegada se iba a retrasar.
El cambio de conductor en Aguilar de Campoo y las maniobras imposibles para que el autobús pudiese dar la vuelta en la estación de Herrera del Pisuerga no ayudaron a llegar en hora.
Cuando más se acercaba el destino, el campo tomaba el paisaje –girasoles incluidos– y el recorrido conducía por una carretera nacional para llegar hasta la estación de Piña de Campos, un desvío que retrasó un poco más si cabe la llegada a la estación de Palencia. Confirmado el retraso, el billete marcaba las 12.36 como hora de llegada y ya se superaba en más de veinte minutos, solamente faltaba dilucidar los minutos que invertiríamos de más que si hubiéramos recorrido este destino por su medio natural, el tren.
Después de un viaje que parecía no llegar nunca a su fin, el autobús paró en la estación de Palencia a las 13.26, con 50 minutos de retraso según el horario previsto. Una mañana en la que este periódico vivió en primera persona los inconvenientes y los retrasos a los que se van a tener que enfrentar los viajeros mientras duren las obras en este mes de agosto.
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