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La falta de medidas de seguridad en los centros de salud es una de las líneas rojas en la negociación que mantienen actualmente los médicos de Atención Primaria con Sanidad. Los profesionales se sienten desprotegidos frente a las agresiones de los pacientes que, perciben, « ... van en aumento». Por eso urgen soluciones: «No queremos ver más agresiones ni tener más compañeros heridos», ha resumido este lunes por la mañana Adrián García, pediatra en el centro de salud Cotolino, en Castro Urdiales. Lo ha hecho frente al ambulatorio los Castros donde los profesionales se han concentrado para apoyar al compañero que fue agredido el pasado mes de mayo -recibió un cabezazo y nueve puñetazos por los que ha perdido el 50% de la visión de un ojo- y después de que, en la noche del jueves, dos de sus coches aparecieran en su garaje con las lunas rotas. Un acto vandálico que el Colegio de Médicos destacó, se ha producido «justo después» de que un nuevo auto de la Audiencia Provincial «confirmara que el autor de la grave agresión debe seguir en libertad».
El problema es que la gota que colmó el vaso llegó hace tiempo y verse frente a un usuario enfadado no es una situación nueva. «Todas las semanas cualquier profesional puede relatar un evento desagradable», ha señalado García. Los profesionales insisten en que ha crecido la «crispación» con la que la población acude a los centros, pero, sin embargo, esas agresiones «no se traducen en cambios» para mejorar su seguridad. Esa es la queja. El plan de Sanidad de instalar cámaras de seguridad y contratar vigilantes en los centros y SUAP de mayor riesgo no se ha materializado y, por ahora, son «solo palabras», reclama el colectivo.
Por un lado la petición es que «se nos equipare a otros funcionarios que tienen medidas físicas que hacen más difícil que ocurran esas agresiones», ha subrayado el pediatra. Y pone como ejemplo edificios como el de Hacienda donde hay un vigilante en la entrada mientras que en los ambulatorios -la primera puerta de entrada al sistema sanitario- el acceso es libre y no está controlado. No obstante, la demanda va más allá porque la sensación de «indefensión es doble». En este sentido, los médicos también piden más respaldo por parte de la Administración una vez que se ha producido la agresión («hay algunas que no se pueden evitar») con la apertura de expedientes sancionadores. «Incluso después te ves desprovisto de cobertura porque no se sanciona».
Tras la Asamblea celebrada en el Colegio de Médicos, decenas de profesionales se han desplazado hasta los Castros para mostrar su apoyo. Hasta allí se ha acercado también Javier Martínez, médico del Servicio de Urgencias de Puente San Miguel, que ha tachado las agresiones de «intolerables». «No estamos para esto ni merecemos este trato», ha añadido el profesional tras el aplauso que los sanitarios han dedicado a su compañero agredido. Martínez ha coincidido en que las conductas violentas «se están multiplicando», pero no se ejecutan las medidas puestas sobre la mesa en anteriores movilizaciones: «Las últimas huelgas no son para exigir más, sino para pedir el cumplimiento de lo ya acordado», ha indicado. La situación que les ha empujado a movilizarse una vez más es «muy triste». El médico lamenta que «haya hecho falta esta agresión para ver cambios mínimos».
Entre quienes han acudido a la concentración se encontraban también médicos residentes que lamentan ver la situación que atraviesa la especialidad que han elegido para desarrollar su carrera profesional. «Es la más bonita y estamos acabando con ella», ha comentado Alejandro Antón, residente de segundo año que trabaja actualmente en el centro de salud de General Dávila. Aunque solo lleva año y medio de rotación, él también ha percibido ese aumento de la crispación y ya ha tenido que enfrentarse a situaciones delicadas. Los pacientes son cada vez «más demandantes y desconfiados», ha señalado. En concreto, en algunos casos se ha encontrado con algunos que explotan «si no les das la medicación que ellos reclaman». Además coincide en la sensación de «estar tú solo con el adjunto, la enfermera y el celador» frente a cualquiera que atraviese las puertas del ambulatorio.
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