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LAURA FONQUERNIE
Lunes, 21 de febrero 2022, 07:12
Fueron 200 años de conflictos. Porque cuando un territorio no pertenece a nadie, nace la disputa por decidir quién puede usar esa propiedad. Por eso hicieron falta dos siglos de pleitos entre campurrianos y cabuérnigos para organizar la gestión de un terreno que no tenía ... dueño. Todos los procesos con un punto en común: aclarar los habitantes de qué ayuntamientos podrían llevar su ganado a pastar. Y la solución llegó el 23 de mayo de 1743 en forma de una Real Sentencia ejecutoria. Ese documento se encargó de poner orden y regular el aprovechamiento durante el verano de los pastos por los ganados de los concejos fundadores. Así, cada localidad -por aquel entonces dos: el Real Valle de Cabuérniga y la Hermandad de Campoo de Suso- tendría unas fechas para subir al monte y un espacio concreto en el que soltar al ganado, un sel. Resulta que el texto no se ha quedado obsoleto, más bien lo contrario. Todavía hoy funciona como normativa y rige la gestión de la asociación y comunidad de Campoo-Cabuérniga que ahora incluye también los consistorios de Los Tojos y Ruente y que en 2022 ha cumplido 525 años. «Cada pueblo tiene una fecha de entrada y salida y en el monte un sel», resume Rosa Fernández, alcaldesa de Cabuérniga.
La fundación formal del terreno data de 1497, según un estudio geográfico de la Universidad de Cantabria (UC). ¿Y dónde se ubica este terreno? Es ese 'agujero' que aparece en blanco en el mapa borrador elaborado por el Gobierno regional para dibujar la comunidad autónoma delimitada en diez comarcas. Una superficie de 7.200 hectáreas que muchas veces se olvida. Lo cierto es que, por su extensión, la mancomunidad casi podría considerarse el municipio 103 de Cantabria. No obstante hay un detalle fundamental que lo impide y es que no hay población. Allí no vive nadie. Es una comunidad de propietarios que cuatro ayuntamientos tienen en condominio. El territorio conforma un «ente histórico único. No existe en España ninguno con esta naturaleza jurídica», explica Belén Ceballos, alcaldesa de Los Tojos y actual presidenta de la mancomunidad. Cada municipio elige a un portavoz en representación y de forma conjunta toman las decisiones relacionadas con la gestión del territorio. A pesar del número de personas que componen el grupo, es par, «los acuerdos son siempre por unanimidad, intentamos dialogar», comenta Pedro Luis Gutiérrez, regidor de la Hermandad de Campoo de Suso.
Con el paso del tiempo la situación ha cambiado. Y, aunque a día de hoy siguen subiendo ganaderos, el número ha disminuido con los años y ahora son en torno a 200 con unas 7.000 cabezas de ganado. Pero no hacen uso de todo el territorio: «La asociación no es exclusivamente de uso ganadero, del total solo 2.200 hectáreas se destinan al pasto», explica Ceballos. Es decir, el resto del terreno -aunque sea privado- está abierto a quien quiera acceder para dar un paseo, hacer senderismo, sacar fotografías... Por eso los cuatro representantes insisten en un punto clave: la necesidad de contar con más recursos que permitan mantener el espacio y no perder una de las mancomunidades más antiguas de España.
Los problemas ahora son otros, aunque también están relacionados con la gestión y la falta de recursos. «Es difícil gestionar si no hay dinero», resume José Antonio Gutiérrez, representante de Ruente. Porque la mancomunidad solo tiene la caza como fuente de ingresos. «La dirección general de Biodiversidad nos da un número de animales que se pueden subastar y eso es de lo único de lo que vive», explica la presidenta. Con esa cantidad deben mantener la finca en buen estado, mantener los depósitos de agua, cuidar las pistas de acceso, los bebederos y «toda la infraestructura». Y no, los números no dan para cubrir los gastos de mantenimiento. «Nos sentimos un poco abandonados por parte de la administración», reconoce el alcalde de la Hermandad. En el monte hay diferentes refugios pertenecientes a los pueblos, cabañas donde los vaqueros pasaban los meses que les tocaba pastar y «tenemos en ruinas el 80% y son patromonio de nuestros antepasados», reflexiona.
José Antonio Gutiérrez
Ruente
Belén Ceballos
Los Tojos
Rosa Fernández
Cabuérniga
Hay puntos que urgen mantenemiento. Uno de ellos es, por ejemplo, la pista que sube al Puerto de Palombera. No obstante, con el presupuesto que maneja la mancomunidad, aproximadamente 45.000 euros, no llega: «Faltan ayudas para las infraestructuras», coincide el regidor de Campoo de Suso. También preocupado por el cuidado de las pistas y no tener «accesos sencillos» con lo que eso supondría si hubiera un incendio. Otro problema, dado el estado del bosque. Descuidado. En realidad quienes más se encargan de limpiar el terreno son, precisamente, las cabezas de ganado que lo atraviesan.
Además, la finca forma parte del Parque Natural Saja Besaya y eso significa que también supone un atractivo turístico. Es decir, «lo aprovechamos todos», recuerda la alcaldesa de Los Tojos. Por eso los regidores y representantes municipales insisten en que los recursos destinados a este territorio suponen invertir en el patrimonio natural de Cantabria y en una «finca importantísima».
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