![El cetrero, en la zona exterior de la instalación, con buena parte de la 'plantilla' de animales que realiza la labor en el aeropuerto.](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202205/22/media/cortadas/73704047-kuLF--624x415@Diario%20Montanes.jpg)
![El cetrero, en la zona exterior de la instalación, con buena parte de la 'plantilla' de animales que realiza la labor en el aeropuerto.](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202205/22/media/cortadas/73704047-kuLF--624x415@Diario%20Montanes.jpg)
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Calcetines está en una esquina. «Es un nombre para reconocerlo entre nosotros, pero no solemos poner nombres. Van más por números. Son pájaros de caza, no de exhibición, no sometidos para un espectáculo». Entrenados, sí. Capaces de esos ejercicios en los que acaban apoyados en ... un brazo ajeno cubierto con un guante. Pero no humanizados. Preparados para hacer una tarea. Tanto, que Calcetines, un buteo de harris (águila de harris o halcón de harris les llaman) lleva «unas setecientas u ochocientas presas» en su hoja de servicio. Categoría de «maestro». «Hay pájaros que llevan aquí 16 años». Lo cuenta Óscar Durán, cetrero profesional y responsable del Servicio de Control de Fauna en el Seve Ballesteros. Los encargados de «mantener la pista del aeropuerto libre de aves que puedan generar problemas a las aeronaves». «Por colisión o por las molestias que pueden causar», detalla. Una labor tan importante que trabajan los 365 días del año. «Del orto al ocaso».
Es un día muy caluroso. Eso les afecta. También el viento sur o la cámara. Si les enfocan de frente lo perciben como una amenaza. «Tienen que estar en un adecuado estado de salud físico y mental para hacer su trabajo. Por ejemplo, hoy, con este calor, si antes de salir no les das un baño es posible que al sacarlos, vean un charco y se vayan allí. Tienen sus necesidades». Hay más de veinte en la 'plantilla' del aeropuerto. Buteo de harris, de cola roja, azores... Los apropiados para el bajo vuelo. Y para la «altanería», halcones peregrinos principalmente, pero también un halcón sudamericano o híbridos de peregrino con otras especies.
«Las técnicas de cetrería son la mejor forma de ahuyentar y mantener limpias las pistas. Con rapaces adiestradas». Aquí el problema son las aves, pero en otros aeropuertos también se encargan de mamíferos terrestres (conejos, liebres...). La tarea implica una rutina minuciosa. Lo primero para Durán y sus dos compañeros en el servicio es una revisión visual de la pista, una «visualización del entorno». Si hay gaviotas, chorlitos... Luego sacan los pájaros. Cada uno duerme en su posadero y se les pesa a diario para controlar su grado de apetito. Es simple: si uno tiene sobrepeso no tendrá necesidad de volar (de cazar). No se gasta energía a lo tonto, no vuelan por volar. Esa medición y control de la comida -no confundir con pasar hambre-, permitirá conocer «la actitud» que tendrá el animal cuando le toque salir.
Una vez detectados los ejemplares aptos para la jornada, se hacen «vuelos rutinarios o de marcaje». Más allá de cazar, su presencia disuade a las aves de utilizar el entorno del aeropuerto como zona «de descanso o alimentación». Durán, que lleva ocho años en el aeropuerto, lo explica mientras da algo de comer a un cernícalo americano. El alimento, pollos machos de un día.
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Lo siguiente en la lista de tareas son los vuelos de caza. El servicio está conectado por emisora con la torre y con operaciones. Si cualquiera detecta la presencia de aves en pista llega el aviso. Toca actuar con rapidez. Se hará volando un halcón «por altanería». «Lo suelto, coge altura, toco un silbato que le sirve como indicativo y ataca a la presa». Algunos de sus animales «son capaces de volar igual que un halcón salvaje». Un vuelo vertical, picado, puede suponer velocidades de «trescientos kilómetros por hora».
Pero también se hace entrando en pista a bordo de un vehículo. «Para que la actuación y la recogida sea inmediata». El cetrero conduce y el pájaro va con él. El Diario asiste a una demostración y la maniobra resulta espectacular. El animal -llama la atención- va en el vehículo atento, vigilando. Mirando a todos lados. «Él sale por la ventanilla y ataca». Justo eso. 'Despega', hace su tarea e incluso vuela unos segundos en paralelo al coche antes de volver a meterse por la ventana.
Con precisión absoluta. Aunque, a veces... ¿Anécdotas? Durán sonríe. «Uno de los pájaros capturó en una ocasión una presa en el convento que hay aquí cerca. Hubo que entrar a buscarlo, habitación por habitación. Lo encontramos en una comiendo tranquilamente».
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