Cincuenta alumnos de primaria del CEIP José Ramón Sánchez de El Astillero y un examen sorpresa: reconocer y poner nombre a diez especies de aves con las que se cruzan prácticamente a diario. Al otro lado del papel, otra decena de personajes ... de series de dibujos animados. Palomas, gorriones y gaviotas, entre otras aves del entorno urbano, contra Bob Esponja, Novita, George de la Jungla y otras siete figuras de la parrilla infantil. El objetivo del experimento era comparar el nivel de conocimiento de los escolares sobre los pájaros más comunes frente a los personajes de la pantalla, «ver cuántos eran capaces de ponerle nombre y realizar una clasificación».
Y, como cabía esperar, Esponja y los suyos ganaron con aplastante mayoría. Es una de las anécdotas que recoge Nacho Fernández, técnico de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Birdlife) en Cantabria y redactor del manual '100 medidas para la conservación de la biodiversidad en entornos urbanos', disponible en su página web. El documento, elaborado en colaboración con el Gobierno de Cantabria a través del Centro de Investigación del Medio Ambiente (CIMA), persigue impulsar la participación de la sociedad en la conservación de la naturaleza para repensar una gestión municipal integradora con los espacios verdes.
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1.
La biodiversidad es algo transversal no debe quedar sólo en manos municipales.
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2.
La Administración debe idear un plan y unos objetivos concretos.
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3.
Recursos económicos y humanos para lograr una estructura activa bien enfocada.
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4.
Informarse, primero, para priorizar las ideas es la base de la conservación.
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5.
Gestionar el plan en base a los resultados obtenidos para tomar la mejor decisión.
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6.
Buscar la colaboración de naturalistas locales que conozcan el entorno.
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7.
Reducir las emisiones y lograr un metabolismo urbano lo más eficiente posible.
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8.
Tomar decisiones no sólo en base al coste económico, sino también al capital natural.
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9.
Incentivar fiscal y administrativamente la conservación de la biodiversidad.
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10.
Impulsar la investigación, el emprendimiento y el empleo verde.
«No hay que elegir entre urbanizar o conservar, sino preservar en la urbanización», resume el biólogo. Lo ha comprobado durante los últimos quince años cuando la entidad desarrollaba sus proyectos en Cantabria, principalmente en El Astillero y Santander. Las edificaciones y el crecimiento de las urbes suponen un serio problema para muchas aves que viven alrededor. Una cuenta atrás que la entidad quiere evitar con diferentes puntos de vista y líneas de trabajo enfocadas a la gestión municipal. Lo cuenta él: «Se puede trabajar en las zonas naturales, las zonas verdes, pero también en los propios edificios para evitar su impacto sobre la biodiversidad. Por eso es importante considerar el efecto de la expansión urbanística, los edificios e infraestructuras, los espacios y especies, la educación y la participación».
«Queremos integrar los fragmentos de naturaleza más interesantes en el diseño de las ciudades»
Nacho Fernández | Biólogo y técnico de SEO/Birdlife
Calificarlo como urbanizable o no. Esa es la decisión que, hasta ahora, ha determinado el destino de buena parte de los terrenos pendientes de un proyecto. Si contaba con valores naturales, una especie en concreto o un hábitat de interés podía considerarse a salvo. De lo contrario, las excavadoras tenían vía libre. «Ese es el modelo que queremos cambiar. Nuestra voluntad es que los fragmentos de naturaleza más interesantes dentro de una localidad se puedan integrar, incluso si no cumplen estos requisitos», apunta el experto, que llama a la sociedad civil a que conozca, primero, para poder conservar después.
«Es fundamental que los escolares tengan contacto con la naturaleza, incluso en el recreo»
Esa es la máxima que sintetiza los espacios de participación y voluntariado ambiental urbano que impulsan en los centros escolares, una labor para que tengan «un contacto cotidiano con la naturaleza, incluso en el recreo». En esa línea, el técnico de SEO/Birdlife recuerda las más de 50 actividades que han realizado para conservar e incrementar la biodiversidad en parques y jardines de El Astillero y Santander, municipios a quien agradece su colaboración durante los últimos años. Crear una charca para anfibios, nidos para aves, murciélagos... Todos caben.
Las Llamas, un ejemplo
Uno de los puntos de referencia para la entidad y que ayuda a ilustrar la iniciativa es el parque de Las Llamas de Santander, un humedal natural absorbido por la ciudad, pero que integró su conservación y mejora. «Este es el modelo, una forma en la que los fragmentos de naturaleza que van quedando en las zonas periurbanas (pequeños arroyos, zonas arboladas o una formación vegetal interesante) puedan formar parte del entorno», asegura el biólogo, que llega a citar hasta 126 especies de ave diferentes en este parque a lo largo de la última década.
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