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El descubrimiento de Altamira puso patas arriba la ciencia a finales del siglo XIX. Además de la apabullante belleza de sus pinturas, la búsqueda de un nuevo paradigma científico despertó el ansia por descubrir más cavidades sobre las que reescribir la historia del ser humano. ... Si existían esas pinturas, debía de haber más, y en 1903, solo un año después de que la comunidad internacional corroborase la autenticidad del arte rupestre de Altamira, se descubrieron las cuevas del Castillo, en Puente Viesgo. Otro imperio a oscuras salió a la luz de la mano de Hermilio Alcalde del Río, pero trascendió al mundo gracias a la inversión que llegó desde Mónaco.
El mecenazgo del entonces príncipe soberano Alberto I no solo permitió la investigación sino que, además, dio lugar al primer estudio sobre arte paleolítico en Europa, una publicación que sentó las bases del conocimiento sobre prehistoria que hoy en día sigue siendo un referente para comprender los 150.000 años de historia que nos preceden y que están escritos en los restos arqueológicos de la Montaña Sagrada, como se conoce a la picuda montaña que preside Puente Viesgo. El estudio que firmaron Alcalde del Río, Henri Breuil y Lorenzo Sierra se llamó 'Les cavernes de la région cantabrique' (Las cavernas de la región cantábrica) y fue precisamente el regalo que este domingo recibió su tataranieto, Alberto II, en su visita a Cantabria, un facsímil que le entregó el Gobierno de Cantabria en reconocimiento al vínculo que este fin de semana se ha renovado con la visita del actual príncipe soberano a la región.
Alberto II
Príncipe de Mónaco
Entre fuertes medidas de seguridad, el monarca se bajó del coche oficial a las 10.28 de la mañana a las puertas del futuro Centro de Interpretación del Arte Rupestre de Puente Viesgo, todavía en obras, pero ya con la inscripción en la fachada principal de hormigón. Del salón de actos a la sala de exposiciones, estancias en las que solo se intuye la luz de sus poderosas cristaleras y el espacio diáfano que serán, el príncipe estuvo acompañado por el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, el vicepresidente regional, Pablo Zuloaga; el consejero de Turismo, Javier López Marcano; el alcalde de Puente Viesgo, Óscar Villegas, y el director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (Mupac) y de Cuevas Prehistóricas de Cantabria, Roberto Ontañón, que se encargó de hacer la explicación técnica en francés.
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Después, una parada ante los medios, con banderas y micrófonos, para evidenciar que el vínculo con Cantabria y Puente Viesgo sigue atado, más de un siglo después, entre lo científico y lo afectivo: «Estoy feliz de ver que no solo se realizan nuevos descubrimientos cada año, sino que habrá un centro de interpretación en el futuro», dijo Alberto II tras un breve saludo inicial en un correcto español. Después, ya en francés, explicó que la visita se enmarca en una serie de conmemoraciones sobre los lugares que visitó su tatarabuelo Alberto I, así como los descubrimientos que promovió, como los de Cantabria que «tanto le interesaban», entre ellos Puente Viesgo. De hecho, hay fotos que atestiguan su visita a las investigaciones que hoy en día suponen una de las fuentes fundamentales para el estudio de la prehistoria. ¿La razón? Que además de sus pinturas rupestres, las cuevas de El Castillo cuentan en su interior con un ingente yacimiento arqueológico que hoy en día sigue siendo objeto de estudio, ya que las distintas capas de sedimentos guardan los vestigios del tiempo como si fueran un libro sobre el que se ha escrito la historia de la humanidad.
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Esto es precisamente lo que el investigador José Manuel Maíllo y su equipo han estado haciendo desde 2020, y que este domingo, durante más de veinte minutos, se dedicó a explicar al príncipe monegasco a pie mismo de la excavación donde justo hace un año se encontró una muela de neandertal de la que se podrá saber qué comían y por tanto cómo era el clima, la fauna y flora de los que habitaron ese mismo lugar donde el príncipe Alberto escuchaba las explicaciones, justo antes de entrar por segunda vez, a visitar la cueva del Castillo en una comitiva de doce personas, el aforo máximo que se permite por motivos de conservación.
Miguel Ángel Revilla
Presidente de Cantabria
«En 1909 llegó un velero al puerto de Santander y descendió un hombre de aspecto curioso y se dirigió a Puente Viesgo», contó Miguel Ángel Revilla, que se refirió así a Alberto I, un «entusiasta de la arqueología y la investigación», que llegó acompañado de «los más grandes popes de la ciencia en esa materia, invitado Alcalde del Río. Aquí estuvo más de un mes y puso en el mapa del mundo no solo las cuevas sino a Cantabria», dijo el presidente en su intervención, en la que subrayó el hecho de que, ya en 1911, usó el término 'región cantábrica' en su libro. «En sus escritos se ve que busca, con todos los especialistas que le rodeaban, reencontrar la verdad del origen de la humanidad, de los primeros seres humanos, un espíritu tan importante para comprender el presente y considerar el futuro», dijo Alberto II, para después tender la mano a la invitación que le hizo el presidente Revilla de acompañarlos en marzo de 2023 durante la inauguración del futuro Centro de Interpretación del Arte Rupestre que llevará el sobrenombre de su antepasado, Alberto I: «Es un gran honor, pero también una gran felicidad, os lo agradezco infinitamente».
Aunque se le conocía como «el príncipe oceanógrafo», Alberto I estaba «muy interesado» por la antropología prehistórica, y sus investigaciones se extendieron a otras cuevas de la región como Covalanas o Hornos de la Peña, hoy patrimonio de la Unesco junto a las cuatro de Puente Viesgo y la de Altamira.
Alberto II de Mónaco estuvo en Cantabria en 2010 invitado por el Gobierno regional por el centenario de la visita de su tatarabuelo. Este domingo, después de conocer el Centro de Interpretación de Puente Viesgo que llevará el nombre de su antepasado y de entrar por segunda vez (lo hizo en su visita de 2010) a la cueva de El Castillo, la comitiva fue a comer al Balneario de Puente Viesgo, donde le hicieron entrega de obsequios como el facsímil del libro 'Las cavernas de la región de Cantabria', varios libros del propio Miguel Ángel Revilla y un libro sobre Beato de Liébana. Además, el príncipe se lleva a Mónaco una vidriera emplomada (35x25 cm.) con la imagen del apóstol Santiago, fechada en el siglo X y asociada a Beatro, obra de Tomás Saiz Castillo.
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