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Los alérgicos al polen pueden respirar tranquilos. Las previsiones meteorológicas, por el momento, indican que este año no sufrirán tanta congestión como otras primaveras. «Será ... más suave porque se esperan lluvias en mayo y junio -puntos álgidos de la floración de las gramíneas-, por lo que los granos estarán en el suelo y no en el ambiente», indica el alergólogo Miguel Añó. Las condiciones meteorológicas son determinantes para que los síntomas sean más o menos notorios en la población afectada. «Habrá picos cuando haga buen tiempo y la situación será más tranquila cuando haya precipitaciones».
El jefe de Alergología del Hospital de Valdecilla, Fernando Rodríguez, se muestra más cauto. «Todo depende de las temperaturas y de las lluvias. Aunque parezca una cosa, las condiciones meteorológicas pueden cambiar la semana que viene y dar la vuelta a la previsión que tenemos ahora». Lo que sí tiene claro es que los síntomas empiezan a ser evidentes en las personas diagnosticadas. «Ya hay pacientes, sobre todo en el medio rural, que los notan. Si continúa el buen tiempo y las temperaturas siguen aumentando, se adelantará en toda la población con alergia, también en la urbana». La temporada tradicional en la que se produce ese rechazo hacia las gramíneas se sitúa a finales de abril «pero, según el tiempo, puede adelantarse o atrasarse».
50 granos de polen de gramíneas por metro cúbico es la cantidad «de alarma alta» para los alérgicos. Actualmente está en torno a diez
En Cantabria no se registra información sobre los niveles de polen presentes en el ambiente. «Lo había hace años, pero ahora debemos tomar como referencia los datos de provincias cercanas», revela Añó. «Nos basamos en los de Vizcaya, que tiene unas condiciones prácticamente iguales que las de Cantabria», añade Rodríguez. «Para vergüenza nuestra, es así». Para que «dé problemas», la concentración de gramíneas en el aire tiene que ser de 50 granos por metro cúbico. Para conocer esta información se utiliza un captador de polen y se observa la muestra con un microscopio. «Los últimos datos de la estación de Bilbao sitúan la proporción entre diez y ocho granos. En Vitoria, solo uno. Hay que tener en cuenta que son datos urbanos y en el medio rural siempre hay más».
Aunque en Cantabria ya empiezan a notarse los síntomas en los pacientes más sensibles, la alergia «será más fuerte» cuando las temperaturas superen los 20 grados. «Esa condición es determinante para que florezca el polen de las gramíneas», afirma Añó. Es difícil saber qué porcentaje de la población sufre alergia primaveral porque existen muchos casos que, al ser leves, no están diagnosticados. Mientras Añó lo sitúa en torno al 30% de los cántabros, Rodríguez estima que ronda «entre el 15% y el 20%. Y más de la mitad son leves». Muchos afectados manifiestan picor en los ojos y estornudos y no acuden a consulta porque «no es significativo».
Cuando sale el sol después de varias jornadas de lluvia «es el peor momento para los alérgicos», expone Añó. Con esas características, el polen que estaba húmedo en el suelo se seca y vuelve al ambiente. Al mismo tiempo florece más debido a ese buen tiempo. «Los cambios bruscos son el cóctel perfecto», corrobora Rodríguez. «Cae un tormentón, sale el sol... Es lo peor. El viento sur también es criminal».
La alergia primaveral cada vez abarca más estaciones. «Llega hasta octubre», cuenta Rodríguez. «Cuando acaba la temporada de floración de las gramíneas locales comienza la de las especies importadas, como los plumeros. Son de la misma familia pero su producción de polen se retrasa hasta el final del verano».
Aunque los alérgicos al polen lo tienen difícil para librarse de los síntomas durante la primavera, hay algunas indicaciones que pueden ayudarles a suavizar las molestias. «Deben limpiar muy bien sus fosas nasales y sus ojos para eliminar restos que provoquen síntomas», explica Añó. Añade la importancia de cambiarse de ropa al llegar a casa, cerrar las ventanillas del coche y utilizar gafas de sol.
«Si se va al campo, lo mejor es superar los 800 metros de altitud porque, a partir de ahí, ya no hay gramíneas». «Y con las primeras molestias, comenzar a consumir la medicación de manera continua», añade Rodríguez.
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