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Nacho González Ucelay
Santander
Domingo, 4 de noviembre 2018
Incorporado a filas para luchar en la guerra del tráfico en sus tiempos más descarnados, cuando en las carreteras españolas se amontonaban siete, ocho o nueve mil cadáveres de un año para otro, cifras de muertos escalofriantes, José Miguel Tolosa (Zaragoza, 1962) dirige ... desde hace tres años largos la Jefatura Provincial de Tráfico de Cantabria, donde él y su equipo protegen los índices de siniestralidad con un arsenal de variado calibre. «Educación, información y concienciación». Y si eso no basta, «leña». Es la última arma que quisiera desenfundar, pero, a veces, asegura, es la única eficiente para abatir «a quienes se pasan las leyes por el forro de sus narices».
–¿Cree que sus hábitos al volante han cambiado desde que es director de Tráfico?
–No. No lo creo. Bueno, no sé... No. Creo que conduzco igual.
–¿Igual de bien o igual de mal?
–Igual de bien, hombre.
–¿Nunca ha cometido una imprudencia?
–¿A qué llama imprudencia?
–A una barbaridad.
–No. Pero sí alguna infracción.
–¿Ah, sí?
–A ver, nadie esta libre de pecado.
–¿Y cuál es el suyo?
–Un radar en la provincia de La Rioja, viniendo de Zaragoza... O yendo. Fue una de esas multas que lo mejor que puedes hacer con ellas es pagarlas rápidamente para beneficiarte del descuento, y ya.
–¿Es de esos que pisa el freno cuando se le cruza una patrulla de la Guardia Civil?
–No. Me inspiran mucha seguridad. Es más, ojalá pudiese ver más patrullas en la carretera.
–Me temo que, por el momento, no le van a conceder ese deseo.
–Yo también lo temo, sí.
–¿Podría emitir un diagnóstico del estado de salud de la seguridad vial en Cantabria?
–No es mala. Nos estamos moviendo en unos índices de siniestralidad de unos 12, 13 ó 14 muertos al año, cifras que pueden variar excepcionalmente si se produce un accidente con varias víctimas pero que en general no son altas.
–¿Diría entonces que las tasas son soportables?
–Diría que hay que mejorarlas.
–En el año 1989, las carreteras españolas se cobraron 9.344 vidas. Y una década después, en 1999, las carreteras cántabras se llevaron hasta 88.
–Sí.
–¿Qué le dicen estas cifras?
–Que la normativa era más laxa, nada que ver con las leyes actuales, que contemplan penas más duras, y la educación vial estaba por pulir. Las campañas de concienciación de aquellos tiempos no tenían la fuerza que tienen hoy.
–¿En ese empeño por sacudir conciencias o abrir los ojos de los implicados se encuadra la actual e impactante campaña de la DGT?
–Lo que se pretende es que la gente vea no sólo cuál es la consecuencia para los que son las víctimas del accidente, sino también mostrarnos cómo va a ser la vida de la persona que lo ha causado: lo van a acusar de un homicidio imprudente, va a ir a prisión, va a perder el trabajo, antecedentes penales... Llevamos treinta años de campañas de prevención y sensibilización, las ha habido en todos los tonos; esta no es de las más impactantes, pero busca sensibilizar y concienciar sobre las imprudencias al volante en un momento en el que estamos teniendo un repunte de la siniestralidad y se quieren potenciar cambios normativos.
–¿Recuerda la de Stevie Wonder?
–Sí, claro, 'Si bebes, no conduzcas'. Si no me equivoco es del año 1984, de cuando yo todavía estaba estudiando la carrera.
–Bueno, pues de eso hace 34 años y el alcohol sigue siendo uno de los mayores causantes de los accidentes de tráfico.
–No, no. Vamos a ser justos, oiga. Reconociendo que es una de nuestras preocupaciones, porque lo es, le diré que en la cuestión del alcohol hemos avanzado muchísimo. La sociedad civil ha asumido el peligro que entraña esta conducción. Mire, le voy a poner un ejemplo. Antes, la gente se iba a una boda y, saliese como saliese del banquete, se marchaba para su casa en coche. Y esto ya no es así.
–Bien, pero, aún así, detrás de los accidentes más escalofriantes...
–...Sigue estando presente el alcohol, es verdad.
–Y también las drogas.
–En el caso de las drogas le diré que así como en los controles de alcoholemia el porcentaje de casos positivos es de apenas un 1,7 o un 1,8%, en los de sustancias estupefacientes es de casi un 45 o un 50%, pero, siendo esta cifra una aberración, tiene su por qué.
–¿Cuál es?
–Los controles de alcohol se realizan siempre de manera aleatoria. O sea, al primero que pasa por allí. Los controles de droga, en cambio, se efectúan de un modo selectivo. A quien ha hecho una pirula, ha estado implicado en un accidente... Y, por supuesto, no se hacen precisamente a las doce del mediodía en la puerta de la catedral.
–En el último año largo se han detectado en las carreteras cántabras varios casos de conducción temeraria, suicida incluso, con resultados dramáticos.
–En este punto habría que diferenciar lo que es un conductor desorientado y un conductor kamikaze. Pero, en cualquiera de los dos casos, frente a estos colectivos es muy difícil tomar medidas porque ninguna de las que la DGT ha sopesado está homologada.
–¿Es que no hay más ciego que el que no quiere ver?
–Alguno se cree que los accidentes de tráfico sólo los tienen los demás porque son tontos. A ellos no. Porque ellos controlan, hombre. Hasta que lo tienen, claro.
–Otro de los factores determinantes en la siniestralidad en las carreteras es la velocidad excesiva, que no parece que estén frenando ni las multas.
–Tan determinante como que aparece en el 29% de los accidentes. Es la segunda causa más frecuente por detrás de las distracciones (33%) y el alcohol (26%).
–¿Cómo se puede corregir?
–Con concienciación y disciplina, dos valores que estamos tratando de inculcar al automovilista mediante las campañas de lo que en la DGT denominamos seguridad vial a lo largo de toda la vida.
–¿Usted sería partidario de implantar en los colegios e institutos una asignatura de educación vial?
–Sí. Sí, sí. Si no una asignatura propia sí al menos una transversal. Sí. Hay que implementar más la educación vial, especialmente en las edades más tempranas.
–Estábamos hablando de la velocidad excesiva.
–Sí.
–Y de cómo se corrige.
–Exacto.
–Y se ha referido a la concienciación y a la disciplina.
–Así es.
–No ha mencionado los radares.
–Le diré que los radares tienen un efecto preventivo muy positivo siempre que estén bien colocados. Con el radar de tramo de Limpias hemos conseguido que los conductores levanten el pie del acelerador. Y lo mismo con el de Saltacaballo, que era otro de los puntos críticos. La gente podrá decir lo que quiera, pero las cifras nos han dado la razón. En un año, el número de accidentes allí ha disminuido un 48%, y, lo que es aún más importante, la gravedad de los que se siguen produciendo es mínima.
–¿Considera ganada la guerra al hábito de viajar sin llevar puesto el cinturón de seguridad?
- No. En absoluto.
–Pues da la sensación de que su uso ya es generalizado.
–Pues nada más lejos de la realidad. Y se lo voy a demostrar con un dato. En España, cada año, sin excepción, entre un 20 y un 25% de los muertos en accidentes de tráfico no lo tenían puesto.
–Al alcohol, las drogas, la velocidad y el desprecio por el cinturón se ha sumado en la última década un nuevo quebradero de cabeza: el teléfono móvil...
–...Que, dentro del capítulo de distracciones al volante, ocupa ya la primera posición...
–...Y en concreto el Whatsapp.
–Sí, y ya le adelantó que en el anteproyecto de la reforma de la Ley de Seguridad Vial este va a ser uno de los temas estrellas.
–¿Qué piensan hacer?
–La utilización del teléfono móvil está tan enraizada en la sociedad que difícilmente vamos a poder hacer nada –más allá de aplicar sanciones más severas, ya en estudio– sin la ayuda de los propios conductores y sin la aportación de las compañías de telefonía móvil.
–¿Qué podrían aportar ellas?
–¿No existe en los teléfonos móviles el 'modo avión'?
–Sí.
–¿Y por qué no instalar también el 'modo coche'?
–Entiendo.
–Por otro lado nos corresponde a nosotros insistir en los graves riesgos que entraña el uso de los teléfonos móviles durante la conducción. Y los conductores tienen que saber que al marcar un número de teléfono a 120 kilómetros por hora están recorriendo 429 metros a ciegas, es decir, el equivalente a cuatro campos de fútbol. De la misma manera, los peatones tienen que saber que ir pendientes de su teléfono móvil en lugar de ir pendientes de la calle puede costarles la vida.
–No se olvide de los ciclistas.
–El 46% de los muertos en carretera son peatones, ciclistas y motoristas, una realidad de la que la DGT no se puede olvidar en absoluto. Créame si le digo que en este sentido está poniendo todo de su parte. Dicho esto, también me gustaría señalar que estamos hablando de un problema de concienciación de automovilistas y de ciclistas. Un problema de respeto por ambas partes. Por ambas partes.
–¿Cree en la mano dura como herramienta disuasoria?
–La mejor herramienta para garantizar la seguridad vial es el cumplimiento de las leyes del tráfico. No le quepa la menor duda de eso. Y para llevar a cabo ese propósito, nosotros tenemos la obligación de educar, informar, concienciar y, llegado el caso, sancionar.
–Ya.
–Es que ya vale, ¿no le parece?... Ya vale con lo del cinturón de seguridad. Y ya vale con lo del móvil. Y ya vale con lo del alcohol y la droga. Y ya vale con lo de la velocidad... Estas cosas las sabe todo el mundo. ¿Qué hacemos con el tío que se pasa las normas por el forro de sus narices poniendo en peligro a los demás? Educación, información, concienciación y al que continúe, leña. Es la única manera que tienen algunos de entenderlo.
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