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E sto es el abrazo del oso, si te resistes aún te hará más daño», decían con resignación en IU Cantabria en las semanas previas a las elecciones generales de junio de 2016, cuando se fraguó la coalición Unidos Podemos, en la que el partido ... podemita, todavía en plena pujanza, se reservó todos los puestos nobles de todas las candidaturas y concedió a sus aliados de la decadente IU una presencia casi testimonial. La situación ha cambiado mucho desde entonces. Ahora creen que aquel oso tan fiero se muestra bastante enclenque y su primer domador, Pablo Iglesias, está en caída libre. IU exige revisar el pacto en busca de un mayor equilibrio.
La continuidad de Unidos Podemos es la opción más probable, salvo que emerjan diferencias insalvables. Sólo le faltaba a la llamada izquierda real volver a la dispersión del voto cuando se constata el avance del segmento de centro-derecha –sobre todo, por lo que concierne a Ciudadanos– y el sueño del ‘sorpasso’ al PSOE aparece cada vez más lejano. Pero IU entiende que los términos de la confluencia deben modificarse a su favor. El progresivo deterioro del partido dominante, Podemos, sus luchas internas, los bandazos de un discurso político borroso, el fracaso electoral en Cataluña, el desplome en las encuestas de las siglas y de su líder, Pablo Iglesias, no justifican una supremacía tan abrumadora como la plasmada hace ahora 20 meses.
El coordinador general de IU, Alberto Garzón, mete prisa para preparar las cada vez más cercanas elecciones autonómicas, municipales y europeas de 2019. Quiere concretar en este primer trimestre de 2018 un nuevo pacto más equitativo y de carácter general, que vincule a todas las instancias y territorios. Enfrente, Pablo Iglesias echa el freno a tanta urgencia, subraya que a día de hoy todavía es Podemos la fuerza decisiva en la izquierda, advierte de que ir en solitario es una opción valorada en su partido y que, en todo caso, las nuevas condiciones de la alianza electoral dependerán de las peculiaridades de cada comunidad y municipio.
En Cantabria se reproducen las dos perspectivas diferentes. En IU Cantabria están a la expectativa de que se plasme una nueva correlación de fuerzas en la alianza. O sea, nada de aceptar una posición tan subordinada como en los comicios legislativos de 2016, cuando tuvieron que aceptar los puestos intrascendentes de las candidaturas y eso que, por ejemplo en la elección abierta del Senado, en muchos municipios contabilizaron más apoyos que la formación morada. Podemos, por su parte, defiende su estatus preferente en el tramo ideológico de la izquierda, por más que el momento actual no es el mejor de su corta historia de cuatro años.
La alianza electoral entre Podemos e IU no tiene en Cantabria un órgano de coordinación y seguimiento, sólo operan las relaciones personales más o menos fluidas entre sus dirigentes. Podemos, que en las autonómicas de 2015 se estrenó con éxito, tres escaños, afronta desde hace tiempo una preocupante crisis que afecta desde el Grupo Parlamentario al aparato y a las bases del partido, a la espera de que las primarias previstas para esta primavera ayuden a normalizar de una vez la agitada vida del partido. Izquierda Unida no tiene presencia en la Cámara, aunque dentro de su limitada implantación cuenta con 16 concejales en municipios importantes, mantiene una razonable estabilidad interna y hasta una cierta estructura regional, que es precisamente una de las asignaturas pendientes de la formación podemita.
Las elecciones de 2019 supondrán una importante novedad en el sector más a la izquierda de la política cántabra. En 2015, Podemos resolvió, no sin un fuerte debate que dio lugar a las primeras fracturas internas, no concurrir con sus propias siglas a los comicios municipales. Supuestamente, la prudencia aconsejaba a un partido todavía tan nuevo evitar en lo posible el riesgo de las candidaturas aventureras. La alternativa fue el apoyo a grupos ideológicamente afines en diversos municipios cuyas peripecias han terminado a veces como el rosario de la aurora. Muy señaladamente en el Ayuntamiento de Santander, donde los dos ediles de Ganemos Santander Sí Puede, Antonio Mantecón y Tatiana Yáñez-Barnuevo, pronto acabaron enfrentados hasta en los tribunales.
Santander será una buena piedra de toque en la evolución de la confluencia Unidos Podemos. El partido morado cuenta para el futuro con el grupo del concejal Mantecón, pero maneja opciones nuevas y se propone incorporar a su estrategia electoral a los diversos movimientos sociales que actúan en Santander, además de avanzar en la alianza con Izquierda Unida. Esta formación tiene como representante a Miguel Saro, uno de los dirigentes más respetados de la izquierda, que consiguió su escaño en los comicios de 2015. Con toda seguridad, ni él ni su partido van a estar dispuestos a ocupar un puesto de relleno en la candidatura municipal de Unidos Podemos en mayo del año que viene.
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