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Alivio por un ministro cesante

Jesús Serrera

Santander

Domingo, 3 de junio 2018, 13:54

Íñigo, sé fuerte', ironizaban jubilosos los dirigentes del PRC en las horas previas al cese del ministro De la Serna con este mensaje que evoca a aquél que Mariano Rajoy envió a Luis Bárcenas, protagonista principal de la sentencia del 'caso Gürtel' que se acaba de llevar por delante al Gobierno del PP. Para los regionalistas, espectadores de la crisis nacional, es un gran regalo que su principal adversario político haya perdido la potente cartera ministerial. Para sus socios del PSOE, la guinda del pastel que festeja la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa. Para los populares cántabros, otro mazazo en su interminable viacrucis.

Pedro Sánchez lo ha conseguido. Con su audaz maniobra ha alcanzado el gran objetivo largamente acariciado que probablemente no iba a lograr en las urnas. Puede que su presidencia sea precaria e inestable y que a su debido tiempo el electorado le pase factura, a él y al PSOE, por las consecuencias políticas y económicas de eso que llaman un 'Gobierno Frankenstein' con Unidos Podemos y con el amplísimo abanico independentista, incluidos los supremacistas catalanes a los que habían combatido hasta anteayer desde el bloque constitucional. Pero esa preocupación queda para más adelante. Carpe diem.

Ahora lo que toca es rentabilizar el éxito de la moción de censura con la visibilidad y los recursos que proporciona el poder hasta donde sea posible mantenerlo. El PP y Rajoy, a su vez, reciben el castigo que merece su genuflexión presupuestaria ante el PNV, que se lo ha agradecido con cinco votos como cinco clavos en su ataúd. Los populares relegaron los principios por conservar el Gobierno y perdieron las dos cosas. Dicho en castizo, cornudos y apaleados. Rajoy ni siquiera utilizó la opción de dimitir por si fuera posible llegar a unas higiénicas elecciones. Quién sabe si con la temeraria intención de seguir al frente del PP.

La moción de censura cierra la singladura de 18 meses como titular de Fomento de Íñigo de la Serna, el primero en llegar al Consejo de Ministros desde la política cántabra. Sus adversarios lo celebran sin disimulo, incluidos los que tiene en el PP. Desde luego, todavía puede ser un potente candidato en 2019, pero ya sin el empaque y la puesta en escena de sus visitas a Cantabria con importantes proyectos en su cartera ministerial. 'Y sin haber podido cortar ni una cinta inaugural', rematan con malicia en el Gobierno PRC/PSOE que ha dedicado su estrategia más reciente a desacreditar la gestión del ministro. Bien, ahora el PP tendrá que estar atento a verificar si el sucesor de De la Serna en Fomento muestra su misma atención a Cantabria. Por lo demás, De la Serna también es la primera referencia para el PP de Cantabria en unas eventuales elecciones generales, con el reto de ganar como siempre lo ha hecho desde 1996, aunque ahora los sondeos otorguen el primer puesto a Ciudadanos.

El ministro cesante ha abierto un periodo de reflexión personal y también político, en contacto con los dirigentes populares más afines. En la cúpula del partido tiene mucho peso la idea de que De la Serna debe jugar un papel importante en la política nacional de un nuevo PP en vez de quemarse en una batalla incierta contra Revilla en Cantabria. Pedro Sánchez intentará dejar su sello en el Gobierno todo el tiempo que pueda, pero los 84 diputados de la bancada socialista en el Congreso no alcanzan para aguantar muchas presiones de los múltiples grupos que han apoyado la moción, ávidos de cobrarse el favor. Así que puede haber elecciones generales dentro de unos meses. De ser así, los partidos cántabros que hasta ahora fijaban su horizonte en los comicios autonómicos y municipales de mayo de 2019 tendrán que cambiar el chip. Para empezar, el PP, desmotivado y huérfano de liderazgo en toda España, sin saber si sigue Rajoy o toman el relevo Feijóo o Soraya y pendiente en Cantabria de que un tribunal resuelva el futuro del partido, estaría obligado a defender sus dos diputados y tres senadores frente a la amenaza de Ciudadanos, lanzado en los sondeos hasta la moción de censura.

El nuevo PSOE de Pablo Zuloaga tendría en unas generales anticipadas su primera prueba de fuego para comprobar si el cambio de rumbo en Cantabria y la llegada de Sánchez a La Moncloa mejoran los resultados de 2015 y 2016 –un escaño en el Congreso y otro en el Senado–, se quedan igual o pierden algo. Y Podemos, con el declinante Iglesias al frente, intentará repuntar en la nueva situación para mantener su plaza en el Congreso. Los únicos que no se inmutan son los regionalistas de Revilla. Todavía se acuerdan del fiasco en las elecciones generales de 2011, así que no volvieron a intentarlo en las dos últimas convocatorias ni tampoco lo harán en un futuro inmediato. Nada tienen que ganar si ya están instalados en el poder y son favoritos para ganar en las autonómicas de 2019. Sobre todo si no tienen enfrente a Íñigo de la Serna.

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