
«Tengo el alma resentida»
Félix Álvarez | Portavoz parlamentario de Ciudadanos ·
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Félix Álvarez | Portavoz parlamentario de Ciudadanos ·
«Cuando alguien me cuenta que ha perdido a un familiar y que ni siquiera ha podido despedirse, me vengo abajo»NACHO GONZÁLEZ UCELAY
Viernes, 24 de abril 2020, 07:11
El paso de los días está haciendo mella en el portavoz del Grupo Ciudadanos en el Parlamento regional, a quien más que el confinamiento, una ... consecuencia prácticamente anecdótica para él, afectan los perturbadores relatos que día sí y día también escucha al otro lado del teléfono. «Me llaman y me cuenta cosas que son para echarse a llorar», dice Félix Álvarez, 'Felisuco', que oyendo algunas de ellas no ha podido evitar que se le humedezcan los ojos.
De natural sensible, o llorón, como se reconoce a sí mismo, el diputado regional admite que hace verdaderos malabares para controlar sus emociones cuando responde a llamadas de conocidos y desconocidos que simplemente quieren desahogarse con él.
Y no deben ser ni una ni dos si se tiene en cuenta que Álvarez se pasa colgado del móvil buena parte del día, de la tarde y de la noche.
«Todas las mañanas programo una videoconferencia con mis dos compañeros de grupo (Diego Marañón y Marta García) en la que repasamos la actualidad, analizamos la situación y nos repartimos el trabajo, que gira en torno a la actividad parlamentaria».
Después, agarra el teléfono y se tira el resto del día hablando con los representantes de aquellos sectores más cruelmente castigados por la crisis, a los que pregunta en qué les puede ayudar.
«Oigo de ellos cosas muy duras», afirma el parlamentario, que de otros más cercanos a él escucha otras estremecedoras. «Cuando alguien me cuenta que ha perdido a un familiar y que ni siquiera ha podido despedirse de él me vengo abajo. Eso me mina, me trastorna, hace que mi alma se resienta». Hay días, dice, que se le hacen cuesta arriba.
«Me pongo en su pellejo porque mi padre tiene 87 años y no quisiera verme en una situación así. Me parece de una inhumanidad insoportable», dice Álvarez, que hace por ahuyentar sus fantasmas.
«Distraigo la mente leyendo» (está acabando Las Hormigas, de Bernard Werber, y empezando Tempestades de Acero, de Ernst Jünger) «y viendo algunas series de televisión» (Roma, que ya la había visto, y Mandalorian, que le hace llevadera la noche del viernes). «Siempre antes de acostarme, porque es la única manera de meterme en la cama con el cerebro en otro sitio».
De día, y a la que puede, también dedica tiempo a su familia, a la que, por lo que cuenta, no compensa como es debido lo que hace por él.
No, porque cuando su mujer le sugiere que hagan ejercicio juntos, él se escaquea. Ahora, eso sí, cuando él necesita cortarse el pelo y arreglarse la barba, bien que la busca por toda la casa.
«A ver, tampoco es que me tenga que hacer un alisado japonés», se justifica Álvarez, que, disparates de la vida, es el diputado con menos pelo de todo el Parlamento cántabro y el único que está casado con una peluquera profesional. Y solidaria como la que más. Sabiendo que tarde o temprano iba a hacerle falta para proteger su salud y la de los suyos, Ana decidió donar al Gobierno todo el material aprovechable (mascarillas, guantes y batas) que tenía almacenado en su salón de estética.
«En momentos como estos, todos debemos arrimar el hombro», remarca Félix Álvarez, que hace ya algunas semanas dejó de dormir como un niño. «He tenido que recurrir a la química para conciliar el sueño», dice el diputado santanderino, a quien ni el efecto de las pastillas que le sisa a su esposa está consiguiendo espantar los terrores nocturnos que le produce todo cuanto ha pasado, todo cuando está pasando y, avisa con honda preocupación, «todo cuanto está por pasar».
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