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Después de tres meses cerradas, este lunes volvieron a abrirse las puertas del acceso principal del IES Santa Clara. Unas servían únicamente para entrar y otras sólo para salir, y de ningún modo esto era intercambiable. Se trata de una de las medidas que ha ... tomado este centro educativo para reanudar las clases presenciales con garantías: establecer circuitos bien diferenciados de entrada y salida.
Nada más entrar la conserje del centro recordaba a los alumnos la necesidad de usar el dispensador del gel y de frotar el calzado sobre una alfombra morada con un mensaje impreso: 'Zona de desinfección'. Después, para llegar hasta el aula o hasta la biblioteca, donde se ha ubicado el banco de recursos del centro, había que seguir las flechas –verdes en el camino de ida, rojas en el de vuelta– del circuito marcado en el suelo. Los alumnos sabían que la mascarilla era imprescindible, pero seguían su itinerario con cierta sorpresa, incluso con pasos cortos. «Vengo a devolver libros. No me esperaba que las medidas fueran tan rígidas», comentó Wanda Vélez González, alumna de 1º de Bachillerato, en su marca de la cola para acceder a la biblioteca.
Desde la entrada se oía el eco de las conversaciones en la segunda y tercera plantas, aunque a un volumen reducido: ayer sólo habían regresado al instituto entre 70 y 80 alumnos, es decir, entre un 25% y un 30% del total de los que voluntariamente podían hacerlo. Mejor tener margen de maniobra, entiende su director, Silvino Corada. «No sabemos lo que va a suceder en los próximos días. El primer día para ellos es un poco impactante. Estamos todos un poco a la expectativa por ver cómo todo se desarrolla, y, al mismo tiempo, estamos ilusionados».
Al igual que el Santa Clara, otros 14 centros educativos de Cantabria reabrieron hoy sus puertas para dar cobertura educativa al alumnado de 2º de Bachillerato, al de los segundos cursos de FP o al de las Enseñanzas de Régimen Especial (artísticas, deportivas, música y danza). En total, el primer día regresaron a las aulas 475 estudiantes de los 1.700 que, según los cálculos de la Consejería de Educación, lo harán durante esta semana y la próxima –reabrirán 70 centros progresivamente, sobre todo, a partir del día 15, cuando hayan finalizado las evaluaciones finales ordinarias–. El grueso del alumnado que voluntariamente se reincorpore serán bachilleres que titulan y que tienen por delante las pruebas de la EBAU.
Y esa prueba de acceso de la universidad es lo que más les preocupa y lo que motiva que vuelvan a sentarse en un pupitre. «He venido a repasar y a ordenar un poco las ideas. Creo que voy bastante segura en las asignaturas, no tengo problemas con ninguna porque nos hemos preparado bastante bien aquí, pero en Lengua me gusta más escucharlo en clase. Me gusta más escuchar las explicaciones de mi profesora», contó Thais Campón García, alumna de 2º de Bachillerato de Humanidades, tras una clase de refuerzo en el Santa Clara. Ella y Rosa Sancho, su profesora de Lengua y Literatura, dedicaron el primer día a diseñar los siguientes: «Hoy ha sido más organización, y mañana nos pondremos con las cosas que más nos preocupan de la EBAU».
Sancho asiente. «Sabemos que es un esfuerzo para los alumnos venir a clase. Queremos que sientan que lo que hacemos en el aula les sirve». Se ha puesto manos a la obra y ha programado pruebas prácticas de su materia. Thais y sus compañeros tienen que resolverlas en 90 minutos, como si se tratase de un ejercicio de la EBAU. A esta alumna, futura estudiante de Periodismo y Comunicación Audiovisual, todo esto le ayuda a mentalizarse. Volver a clase es un extra. «Aunque por Zoom –aplicación muy utilizada en la docencia a distancia– lo hemos hecho bien, teníamos muchas ganas de volver a clase. Volver al instituto ayuda a la 'normalidad'», indica, y subraya mucho que se trata de una normalidad entrecomillada. Este periodo presencial tan extraordinario se prolongará hasta el día 24, aunque algún instituto baraja ya la posibilidad de mantenerlo hasta el 30.
Es así, es una vuelta a las aulas condicionada por la distancia, por la reducción de ratios, por la señalización. Y por la necesidad de mantener activa la docencia a distancia, la que ha regido durante el tercer trimestre. En otra clase de la segunda planta del IES Santa Clara, la profesora y jefa de estudios, Lourdes Durántez, ultimaba ayer, a media mañana, una sesión de este tipo, combinada, para «dar continuidad» a la docencia y mantener el nivel del grupo. En la pantalla se proyectaba el contenido de la asignatura de Historia. Tocaba asomarse a la Guerra de la Independencia.
Ocho alumnas ocupaban pupitres alternos. ¿Por qué volver? «Dar clase por videollamada, no es lo mismo que hacerlo en el instituto. Necesitamos refuerzo y es mejor preparar las preguntas de la EBAU en clase», responde la alumna Carlota Toca. «El alumno prefiere la clase presencial. Puede matizar y resolver dudas», refrenda Antonio Bear, su profesor de Historia en 2º de Bachillerato.
Para Carlota y sus compañeras ha sido un alivio que se hayan modificado este año las formas y contenidos de las pruebas de acceso a la universidad: entre otros, habrá más opcionalidad y se han suprimido algunos bloques. Y además tienen la ventaja de que se celebrarán, los días 8,9 y 10 de julio, en su propio centro.
Lo mismo piensan Sergio Cabrillo y Javier De la Fuente, alumnos del Bachillerato de Ciencias Sociales, compañeros de clase y también amigos, ayer de vuelta al instituto para preparar la EBAU. «En algunas asignaturas lo hemos notado mucho. En Historia nos han reducido casi la mitad del temario. Así que este año, vamos a intentar sacar buena nota», comenta Cabrillo, quien ha decidido centrar sus esfuerzos en las materias más prácticas, Economía y Matemáticas entre ellas, y darle un repaso general al curso. De la Fuente quiere acabar de fijar conceptos y de resolver dudas. La tercera evaluación, reflexiona, ha sido extraña:«No estábamos preparados, ni nosotros ni los profesores, para darla por internet».
Quizá el curso que viene persista la docencia 'online'. La consejera Marina Lombó, que visitó el Santa Clara, ha pedido recursos al Gobierno para necesidades como esta. Las autonomías recibirán 2.000 millones para educación en septiembre, pero Lombó cree que si los criterios de reparto son iguales a los de las transferencias no reembolsables sería «insuficiente e injusto».
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