«Son cifras muy considerables teniendo en cuenta además las pocas ayudas y muchas dificultades que nos encontramos por parte del Gobierno, de otras instituciones y de la propia sociedad para poder impartir Religión. Son números que no se pueden dejar pasar como si no afectara a nadie cualquier cambio que se haga en la asignatura. Muy al contrario, hay muchísimos alumnos y familias vinculadas», reflexiona Conchi Castro, profesora de la materia y delegada de enseñanza religiosa de la Diócesis de Santander. Cantabria no reproduce, por tanto, la tendencia que viven otras comunidades autónomas, donde las clases de Religión se están quedando vacías a la largo de la presente década en paralelo a la evolución de una sociedad cada más aconfesional.
La asignatura de Religión es de obligada oferta en los centros en todos los niveles educativos. En Infantil se imparten nociones a los pequeños dentro de la formación unitaria que reciben en esa incipiente etapa de la enseñanza. La materia se convierte después en voluntaria: en Primaria, los estudiantes que no la eligen reciben clases de Valores sociales y cívicos; y en Secundaria, de Valores éticos. La normativa todavía en vigor -la Lomce- no permite utilizar esas horas para otras materias. También regula que las comunidades autónomas tienen libertad para establecer el número de horas que dedican a la asignatura en lugar de establecerlo directamente el Ministerio de Educación.
En el caso de Cantabria, está establecido, como mínimo, en una hora a la semana en Primaria (cada colegio puede decidir aumentar a hora y media); una hora en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), excepto en 2º curso, que son dos; y una hora en 1º de Bachillerato, porque en 2º se decidió hace dos años que no se impartiera.
40.376 alumnos de Primaria, ESO y 1º de Bachillerato estudian Religión en Cantabria, 24.877 en centros públicos y 15.499 en los concertados
El progresivo, pero lento, decrecimiento del alumnado de Primaria que estudia Religión Católica (dos mil menos que hace un lustro) se ve contrarrestado por el aumento experimentado en ESO, donde casi se ha duplicado (de 4.742 a 8.658) y en Bachillerato, donde ha crecido en más de 300 estudiantes (de 1.698 a 2.037).
Por su parte, en la enseñanza concertada el 86,1% de los niños y adolescentes matriculados estudia Religión, en concreto, 15.499. El porcentaje es muy similar al de los cursos precedentes. Y aunque no está reglada, los centros religiosos sí ofrecen la posibilidad de cursar la materia en 2º de Bachillerato.
No se imparte Religión Islámica
En ningún centro de los 203 que conforman la red pública se ha tenido que dejar de impartir Religión por falta de demanda y sólo hay cuatro casos en los que sí se ha producido esta situación en la concertada, que engloba a 72 colegios e institutos. Tampoco hay todavía ninguna clase donde se imparta Religión Islámica, algo que sí sucede en otras comunidades ante el creciente fenómeno de la inmigración.
«Es aterradora la persecución que hay contra todo lo que tiene que ver con la Iglesia»
El actual panorama de la Religión Católica en la enseñanza puede dar un vuelco a partir del próximo curso si sale adelante la reforma de la actual ley educativa propuesta por el Gobierno de Pedro Sánchez (PSOE). Entre las novedades anunciadas por la ministra de Educación, Isabel Celaá, se encuentra dejar de considerar Religión como una materia específica en 1º y 2º de Bachillerato, por lo que su oferta no será obligatoria en los centros. Con ello se evita que la calificación obtenida cuente para calcular la nota media de acceso a la universidad y para la obtención de becas. Igualmente, se elimina la obligación de cursar una materia alternativa a Religión, lo que podría suponer que esta materia se impartiera en un horario diferente al lectivo, quedando «arrinconada».
«Me parece aterrador. Es increíble que en una sociedad democrática como la nuestra, en pleno siglo XXI, se tenga una persecución tan real y clara con todo lo que tiene que ver con la religión y la Iglesia», lamenta Conchi Castro. «Es una salida de tono más, una obsesión, contraria además a los fundamentos de un Estado de derecho», añade.
La delegada de enseñanza religiosa de la Diócesis de Santander considera que el objetivo de la educación es «la formación integral» de las personas, «respetando la libertad de los padres para elegir el modelo de enseñanza que quieren para sus hijos. Y en este modelo, se debe incluir la formación religiosa y moral. Si no me gusta Religión, pues no voy y elijo la asignatura alternativa, pero no se puede impedir que otros vayan, no se puede atentar así contra la libertad de los padres, no se puede prohibir que se pueda ofrecer con toda la libertad una formación integral».
Castro también advierte de que la decisión «pone en peligro la estabilidad en el empleo de muchos docentes que trabajamos en la enseñanza vinculados al ámbito religioso». En Cantabria hay 152 profesores de Religión Católica en la red pública, a los que hay que añadir todos los repartidos en los centros concertados.
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