La falta de autobuses para los estudiantes de Bachillerato y de Formación Profesional en las zonas más rurales condiciona la elección de los estudios, favorece el abandono académico y acentúa la diferencia entre el pueblo y la ciudad
Una vez finalizada la Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO), la elección del siguiente itinerario académico viene siempre condicionada por varios factores. Unos son más vocacionales, y tienen que ver, obviamente, con la apetencia de cada cual;y otros son más prácticos, y vienen condicionados por la ... accesibilidad, por ejemplo, a un centro educativo concreto. Es aquí donde surgen las diferencias entre el pueblo y la ciudad.
En las zonas más rurales la ausencia de un transporte adecuado puede dar al traste con los sueños de muchos jóvenes porque mientras en la ESO ese servicio está garantizado, no sucede lo mismo en el caso de la enseñanza no obligatoria. Bachilleres y alumnos de FP tienen que buscarse la vida para acudir a los centros. En los casos en que ese transporte exista, normalmente es de pago y funciona con el centro de referencia, esto es, aquel que se le asigna a cada cual por el lugar de residencia;pero no todos los institutos ofrecen todas las modalidades de Bachillerato, ni por supuesto todas las posibilidades que ofrece el amplio plan de Formación Profesional en Cantabria.
El Gobierno cántabro trabaja en la actualidad para cubrir esta necesidad en todos los municipios de menos de 5.000 habitantes, pero son muchas las localidades o pedanías que se quedan fuera. Hay casos, como Boo de Piélagos, donde cientos de alumnos no tienen derecho a este transporte debido a que pertenece al municipio de Piélagos, mayor de 5.000 habitantes;o como Hoznayo, que no tiene derecho a transporte para acudir al centro de Solares.
«Lo que queremos es que el código postal no condicione lo que tienes que estudiar», protesta Patricia Rueda, impulsora de la Plataforma por el Transporte en la Enseñanza no Obligatoria. «Está comprobado que allá donde hay menos infraestructura coincide con mayor abandono escolar», matiza. «Si queremos potenciar la enseñanza de FP lo que no podemos hacer es no acompañarlo de un plan de movilidad adecuado que permita a los jóvenes ir allá donde necesiten». En este reportaje se analizan dos casos prácticos donde este problema se hace patente.
Familia Cervantes Cogen el coche todos los días para ir de Limpias a Laredo
«No puedo dejar a mis hijos esperando a un autobús que pasa tarde o no pasa»
Hace tiempo que los hermanos Fernando y Laura no cogen el autobús para ir a clase. Viven en el alto de Limpias. Con 16 años él y 13 ella, suben cada mañana al coche de su madre para ir al instituto Bernardino Escalante, en Laredo. «No tenemos transporte escolar a Laredo porque nuestro instituto de referencia es el de Ampuero», cuenta Carmen Ureba, su madre. «¿Por qué queremos ir a Laredo?Pues porque tienen plan bilingüe y trilingüe, y porque además tienen Bachillerato de Artes», justifica.
La cifra
8
kilómetros
en coche hacen todos los días para ir al instituto Bernardino Escalante
A su coche suben otros dos niñas cada día, Erica y Jasmin, porque los padres de esta zona han acordado un calendario de turnos para trasladar a sus hijos hasta el centro escolar. «Lo que no podemos hacer es esperar al autobús porque no hay marquesina y es odioso cuando llueve o hace mal tiempo, y porque la mayor parte de las veces el autobús llega completamente lleno o tarde, con lo cual no podemos estar pendientes de llegar tarde todos los días», protesta Ureba. «Me da miedo, puede ser peligroso, no puedo tener a mis hijos esperando a estas horas de la mañana a un autobús que puede pasar tarde o no pasar».
Al salir de casa cargan con las mochilas y el almuerzo. Se despiden del perro y suben al coche. La carretera del pueblo se convierte a las ocho menos cuarto de la mañana en un hervidero de vehículos que trasladan a los alumnos a los centros educativos. En un punto concreto se ha establecido un lugar de encuentro. Allí coinciden varias madres. «Lo peor es que al final muchas mujeres dejan de trabajar para llevar a sus hijos al colegio, y esto lleva a que haya una desigualdad entre la gente que tiene la facilidad del transporte y la gente que, como nosotros, no la tenemos».
«No hay transporte escolar a Laredo porque nuestro instituto de referencia es Ampuero;pero es que los planes de estudio son diferentes en Bachiller»
Carmen Ureba
Madre
¿Qué solución cabe? «En Seña el instituto de referencia es Laredo. Por eso tienen dos autobuses que suben cada día para llevar a los alumnos. Nosotros lo que pedimos desde la Asociación es que uno de ellos suba hasta Limpias y coja a los que se quedan en tierra. Creemos que se puede hacer y que resolvería este problema», cuenta.
Asegura que no pide imposibles. Que es una cuestión lógica. «Queremos que nuestros hijos puedan elegir los estudios que quieren, y para eso tiene que haber posibilidades de que se trasladen al instituto donde se imparten». Por otro lado, no es una distancia muy grande. Los apenas ocho kilómetros que separan a Limpias de Laredo se completan en apenas diez minutos en coche.
«Hemos protestado mucho en estos últimos años y lo que sucede es que a los pocos meses después de hacer ruido nos hacen caso;pero luego todo vuelve a ser como era y regresa el problema», lamenta Ureba. Es una cuestión que va quedar pendiente para las generaciones venideras porque «los que estamos ahora ya organizados para llevar a nuestros hijos a clase, nos podemos arreglar; pero dentro de otros pocos años otros se encontrarán con que no hay manera de que sus hijos puedan ir a estudiar lo que quieren».
Familia Herrera José Luis estudia ahora Bachillerato en el IES Fuente Fresnedo
«Mi hijo no ha podido estudiar lo que quería porque no tiene manera de ir hasta Ampuero»
En el instituto José del Campo, en Ampuero, se imparte el Ciclo de Grado Medio Guía en el Medio Natural y de Tiempo Libre. «Era justo lo que quería hacer mi hijo, pero no hay manera que pueda ir todos los días allí, así que ha tenido que abandonar su sueño», cuenta su madre, María Soledad Expósito.
La cifra
13
kilómetros
separan a José Luis de sus estudios soñados en Ampuero
Así que cada mañana José Luis Herrera (17 años) coge la mochila y sube al coche de su madre –cuando esta puede acercarle antes de ir a trabajar– y lo lleva hasta el instituto Fuente Fresnedo, en Laredo para estudiar Bachiller como alternativa, a apenas cinco minutos en coche. «Estamos tan cerca que al final no pasa autobús escolar porque la norma es que no hay servicio si el trayecto es de menos de dos kilómetros de distancia. Nosotros estamos a 1,8, aproximadamente, pero al final es un trayecto que en pleno invierno se hace muy largo si se hace a pie», cuenta María Soledad.
Lleva viviendo en el barrio La Pesquera, en Laredo, desde que era muy pequeña. «Tengo cincuenta años y lo que recuerdo es que antes pasaba el bus siempre. Todos los niños íbamos al colegio y al instituto de Laredo en bus. De hecho, ahora continúa habiendo parada, pero el servicio es irregular o no funciona, con lo que al final no puedes estar pendiente de llegar a las clases».
José Luis ha optado por hacer el Bachillerato, y si acaso continuar más adelante con los estudios orientados a la actividad física.
Está esperando a tener 18 años para poder sacarse el carné de coche y ser libre;pero eso también implica más gasto para toda la familia. «Además, ¿de qué estamos hablando? A raíz de la pandemia se habló muchísimo de la necesidad de potenciar el transporte público y de que dejáramos el coche en casa. ¿Qué estamos fomentando con esto? ¿Que todas las familias tengan cuatro coches? ¿Uno para cada miembro de la familia? No tiene ningún sentido».
«He vivido aquí siempre y recuerdo que antes pasaba el bus siempre. Todos los niños íbamos al colegio y al instituto de Laredo en el mismo bus»
María Soledad Expósito
Madre
María Soledad es otra de las impulsoras de la Plataforma por el Transporte en la Enseñanza no Obligatoria. «Nos hemos puesto en marcha con esto desde hace mucho tiempo porque creemos que es de justicia que todos los ciudadanos cántabros, con independencia de cuál sea su lugar de residencia, han de tener los mismos derechos para acudir al centro donde deseen cursar sus estudios». Es lógico, comenta, que todos vayan a su centro de referencia en la Enseñanza Obligatoria;pero no tiene ningún sentido que el servicio de transporte se ofrezca en Secundaria sólo en ese mismo centro de referencia.
«Cuando hablamos de las modalidades de Bachillerato o de FP, nos damos cuenta de que son tan variadas que lo idóneo es que pudiéramos elegir sin preocuparnos por el transporte. Si lo que estamos fomentando es que los jóvenes estudien y sumen a la sociedad, tenemos que poner solución a todos estos problemas logísticos. Las familias estamos ya ahogadas y no podemos dar abasto. No hay dinero para costear más coches, ni tiempo para dejar de trabajar y llevar a los chicos a los institutos. Necesitamos una solución», denuncia Expósito.
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