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Llamó para inscribirse como oyente y le propusieron impartir una conferencia. Javier Gómez (Santander, 1975) es rescatador del Gobierno de Cantabria. El viernes acudirá a Andorra para hablar ante la élite mundial de los servicios de socorro (ICAR). Allí explicará la intervención «más complicada» del ... año pasado: un rescate «muy técnico» en Picos de Europa.
-¿Cómo surgió la oportunidad de dar una conferencia ante la élite de los equipos de rescate mundiales?
-Llamamos para acudir como oyentes en la convención anual de la Comisión Internacional de Rescates Alpinos (ICAR, en inglés) y nos propusieron ser ponentes. Este año se celebra en Andorra (del 18 al 21 de octubre) y participan cuarenta países.
-¿De qué les va a hablar?
-El congreso este año gira alrededor de los rescates en grandes paredes. Nosotros en julio del año pasado hicimos uno en Horcados Rojos (Picos de Europa) que fue muy técnico y complejo.
-¿Qué particularidad tuvo?
-Se produjo en la vía de escalada denominada 'Sur Clásica'. Cuatrocientos metros de pared vertical. Auxiliamos a dos escaladores con politraumatismos que se encontraban en una chimenea de difícil acceso, tanto que descolgarnos con la grúa era inviable porque el cable podía partirse.
-¿Cómo lo resolvieron?
-Para no asumir ese riesgo, con ayuda de dos compañeros del GREIM (Guardia Civil), decidimos entrar por arriba. El helicóptero nos dejó en la cima y descendimos hasta los heridos rapelando. Allí tuvimos que tomar la decisión de cómo sacarlos. Al final, los bajamos 45 metros hasta una gran repisa. Desde allí, les izamos al helicóptero.
-¿Qué fue lo más complicado?
-Gestionar y tomar las decisiones correctas durante las cuatro horas que duró el rescate. Analizar lo que hicimos bien, lo que deberíamos haber hecho de otra manera, sacar conclusiones y escuchar otras opiniones es lo que pretendemos con nuestra ponencia.
-¿Quiénes son los referentes mundiales en rescates de montaña?
-Suiza, Italia y Francia. Austria y Alemania marchan a continuación. El resto de países vamos a la cola.
-¿En qué nivel se encuentra Cantabria?
-Pues, en contra de lo que se pueda pensar, no estamos nada mal. Somos un servicio de los más antiguos del país, que además tocamos todos los palos. Hacemos rescates en montaña, en la costa y en el mar, con la particularidad de que también actuamos de noche. Algo que no sucede en otras comunidades.
-¿Y en los rescates de montaña?
-Estamos junto con Cataluña y Asturias a la cabeza del país. Es lo que tiene tener en nuestro territorio una parte de los Picos de Europa.
- Lo de ser rescatador no parece un trabajo normal.
-Es complicado explicar cuándo nos preguntan a qué nos dedicamos. Somos personas que sobre todo nos apasiona nuestro trabajo. Es algo vocacional.
-Trabajo no les falta. ¿Por qué se producen últimamente tantos accidentes?
-En Cantabria, como en el resto del país, el turismo ha aumentado muchísimo durante los últimos años. La gente va cada vez más al monte, a la playa, a la costa… Y eso nos genera más trabajo. Es algo porcentual. Si en un día suben en el teleférico de Fuente Dé dos mil personas, el número 10.000 se va a romper el tobillo. Cada año, desde hace cinco, hacemos más rescates que el anterior.
-Hay a quién le llama la atención que para atender un esguince de tobillo se movilice un helicóptero.
-Somos una herramienta que tiene el Gobierno regional para cubrir las necesidades de todos sus ciudadanos. Antes que rescatador, me considero montañero y alpinista. Creo que lo más adecuado si te sucede algo en el monte, es que alguien te saque de allí. Y actualmente, lo más rápido y seguro, si las condiciones climatológicas lo permiten, es el helicóptero. Mejor por el aire que cuatro o cinco horas en camilla hasta llegar a un todoterreno y de ahí un par de horas hasta el hospital, aunque solo sea por una torcedura.
-¿Quiénes les dan más trabajo?
-El excursionista o montañero de nivel bajo o medio. El gran alpinista o montañero no suele generar urgencias. En las pequeñas, se las ingenian ellos solos para salir. Pero cuando sufren un accidente, es cuando nos enfrentamos a uno de estos rescates tan técnicos como el que vamos a exponer en Andorra.
-¿Ha pensado alguna vez, 'que hago yo aquí, si no hacía falta'?
-Nunca. Y pongo un ejemplo. Este verano tuvimos que acudir a la Aguja Ostaicoechea (muy cerquita de la estación superior del teleférico de Fuente Dé, conocida como El Cable) para soltar unas cuerdas que unos escaladores poco expertos no podían recuperar. Simplemente fuimos, se las desenroscamos y salieron por sus propios medios. ¿Qué íbamos a hacer, no ir y dejarles ahí que pasaran la noche? Pues no, nuestra obligación es rescatarlos o ayudarlos. Hace treinta años igual tardabas un día en llegar. Pero estamos en el siglo XXI y afortunadamente en una hora nos plantamos allí.
-¿Les llaman a la mínima?
-Si alguien pide ayuda, hay que rescatarla. No podemos denegar el auxilio a nadie. Luego, que otros valoren si el tobillo estaba roto o no estaba roto. Eso ya no depende de nosotros. Y ojalá que no dependa nunca. Es un debate que hay en España pero, por ejemplo, en los Alpes que son más grandes que los Picos de Europa, no existe. Allí se rescata hasta sin llamar.
-Explíquese
-Si estás escalando una gran pared y entra una borrasca o las previsiones son malas, aparece el helicóptero y te rescata. Aquí es impensable. Ellos invierten en prevención.
-El Gobierno regional se plantea cobrar los rescates por imprudencias en la montaña.
-El servicio de rescate es un servicio público que se ofrece al ciudadano. A todos, independientemente de si está o no federado. El problema es que si amenazamos al ciudadano con que si te rescato te tengo que cobrar, el que se ha torcido el tobillo igual no te llama a las cinco de la tarde, lo hará a las nueve cuando ya se le ha hecho de noche. Así lo único que se consigue es complicar el rescate.
-En Asturias ya se han enviado cartas reclamando pagos y aquí ya le han puesto precio a la hora de rescate en helicóptero: 1.800 euros.
-Esa es la tasa con la que tarifica el Gobierno la hora de uso de la aeronave. Lo mismo que se tarifica cada salida de un camión de bomberos. En Alpes solo cobran los suizos, porque son empresas privadas. Los franceses, alemanes e italianos son servicios públicos, como nosotros, y no pasan la minuta. Cuando salimos al monte, a la costa o a la playa a todos estamos expuestos a torcernos un tobillo, una muñeca o a que nos entre un dolor.
-¿Cómo se puede reducir la siniestralidad?
-A la conclusión que llegamos en el primero congreso de este tipo al que acudimos, que fue en 2011 en Aragón, fue que debíamos dejar folletos de prevención en los grandes centros comerciales deportivos que han proliferado. No por comprar las herramientas necesarias estás preparado para ir a la montaña. Dar un paseo desde El Cable hasta Cabaña Verónica, con buen tiempo, lo puede hacer cualquiera que le guste caminar. Pero, si se echa la niebla o nieva, la cosa ya cambia.
-¿Cuánto tarda en activarse un operativo de rescate?
-Como máximo, media hora desde que recibimos la llamada. Toda la tripulación se encuentra a quince minutos del aeropuerto. Los otros quince son para coger el material necesario, porque en el helicóptero no se puede cargar todo por razones de peso. Estamos a una hora del punto más lejano de la región desde el Aeropuerto de Parayas.
-¿Qué hacéis cuando no rescatáis?
-Tenemos prácticas con el helicóptero para preparar futuras situaciones, refrescar conocimientos y mejorar la compenetración entre nosotros. Unas doce o quince sesiones al mes. Al hacer de todo, nos tenemos que entrenar para todo.
En lo que llevamos de año ya han realizado 49 intervenciones en alta montaña, de las que 42 fueron rescates y 7 búsquedas de personas desaparecidas o extraviadas. Una cifra que ya supera las 40 actuaciones realizadas durante todo el año pasado en montaña, en el que se registraron 31 rescates y 9 búsquedas. Javier Gómez, Miguel Gómez, Francisco Javier Allende y Francisco Javier Odriozola son los cuatro rescatadores del equipo del helicóptero del Gobierno regional, que además cuenta con cuatro pilotos, cuatro médicos y dos operadores de grúa.
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