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KATIA VOLKOVA, OLEKSANDRA ZAKHAROVA Y ARTEM MAKSIMOV
Katia Volkova es de San Petersburgo, una de las ciudades más bellas de Rusia, y lleva cuatro años viviendo en Cantabria. «Prácticamente todo mi entorno de aquí lo forman personas ucranianas, que son maravillosas». Entre ellas, Oleksandra Zakharova, que reside en Santander junto a su ... marido Artem Maksimov. Él es ruso aunque abandonó su país hace quince años para irse a Ucrania, lugar en el que conoció y se casó con Oleksandra.
En estos momentos «de incertidumbre», son el mejor apoyo los unos para los otros. «Aunque Putin intente dividirnos, entre nosotros debemos mantener la paz». A pesar de la «tensión que ha existido siempre entre los gobiernos de nuestros países, nunca hemos tenido ningún problema. Y ahora tampoco».
La familia de Oleksandra acaba de llegar a Cantabria y por eso no para de recibir mensajes y llamadas durante la entrevista. «Estamos tratando de buscar un sitio para que vivan, pero resulta muy complicado, les piden un contrato de trabajo que es imposible que tengan porque solo llevan un par de días». Katia trata de ayudar a su amiga «en todo lo que puede». Y se muestra totalmente en contra de lo que está haciendo Putin. «Para todos es una tragedia, nadie gana con esta situación. Ahora mismo hay dos guerras, la de Ucrania y la que se está formando entre los rusos, puede terminar en una guerra civil», manifiesta. Y lamenta, sin poder contener las lágrimas, que «los que sufren el declive de la economía y de Rusia son los que menos responsabilidad tienen». Precisamente por eso, le gustaría que su familia abandonase Rusia, porque «las consecuencias de esta guerra serán terribles».
Ninguno de los tres «encuentra la lógica a todo lo que está ocurriendo en pleno siglo XXI». Aunque consideran que esta situación es una respuesta al «movimiento propagandístico que inició el Gobierno ruso hace diez años». Y que finalmente, «ha calado en la sociedad».
«Lo tienen todo controlado, eliminan canales de Telegram para que los rusos no reciban informaciones reales». De hecho, Oleksandra cuenta una anécdota que «explica a la perfección» lo que ocurre. «Tengo una amiga que vive en Rusia y el otro día le mandé noticias con la información real de lo que ocurre y al rato me dijo que tenía que borrar todo por si le revisaba el teléfono la Policía». Katia confirma que muchos de sus compatriotas realmente piensan que los causantes del conflicto son los ucranianos. «Creen que lo que hace Rusia es defenderse, la información les llega filtrada», señala.
«Están viviendo una situación aterradora. Llegan aquí temblando. Necesitan ayuda. Los niños refugiados ven aviones y preguntan si son los aviones de los rusos», relata Oleksandra sobre las terribles consecuencias del conflicto. Y entiende perfectamente que sus compatriotas, de primeras, «no se fíen de ningún ruso, aunque sea ya fuera del país, porque están sufriendo mucho».
Sobre el fin del conflicto, los tres tienen «muchas dudas». A pesar de que desean que esta situación termine «lo antes posible», la realidad es otra. «Creo que Putin va a dar un paso más y va a iniciar una guerra nuclear», sentencia Katia.
OLGA KAZARINA Y ALINA MASHTALER
Olga Kazarina es de Novosibirsk, un pueblo de la vasta región de Siberia (Rusia), y aterrizó en Cantabria hace casi tres años con su marido y sus hijas. «A mi esposo le trasladaron por trabajo aquí». Para ella mudarse a otro país y empezar de cero «fue complicado porque no conocía gente». Pero lo que nunca se imaginó es que encontraría «su gran apoyo» en Alina Mashtaler, una mujer ucraniana que reside en tierras cántabras desde hace veinte años. «Nos conocimos hace dos años gracias a nuestros hijos, porque jugaban en el mismo parque». Y desde entonces no se han vuelto a separar.
Olga apoya a su amiga y a todos los ucranianos. «La guerra que ha iniciado Putin supone una vergüenza para mí y para muchos rusos. Tengo ansiedad todos los días y siento mucho dolor, por los muertos y por los que se han quedado sin hogar en Ucrania», destaca. Ella no es la única rusa que se opone a la guerra. En su pueblo, Novosibirsk, se han manifestado en varias ocasiones en contra de la actuación del Gobierno ruso. «Y a muchos de ellos les detuvieron por mostrar su opinión, no existe la libertad de expresión», lamenta. En concreto, el pasado domingo «la Policía se llevó a 2.000 personas detenidas».
Alina reconoce estar muy preocupada porque su familia sigue en Ucrania y, de momento, «no han podido salir». Su hermano se va a quedar luchando. «Cogió las armas y decidió defender a nuestro país», expone. Una preocupación «añadida», pero ante la que no puede hacer nada ya que «es su decisión y hay que respetarla».
«Paso por todos los estados de ánimo cada día», confiesa Alina. Y es que habla a todas horas con su familia y «lo que se ve por la televisión es solo una parte de lo que ocurre. Es aún mas fuerte lo que está sucediendo. Tristísimo. Hay personas aplastadas debajo de las piedras, muchos niños incluidos. De verdad que es muy fuerte».
Alina cree que es muy importante mantener la calma y la paz «ya que ese es el único camino». «Yo tengo amigos y familiares rusos, por supuesto en Ucrania también, y todos estamos en contra de la guerra». Y añade: «todo el mundo puede llegar a tener un agresor en su interior, pero en estos momentos de ira, es importante saber domarlo».
Las dos amigas comparten un mismo deseo y es que la guerra termine «en todos los países del mundo. Que no haya niños que tengan miedo. No se puede crecer con miedo», lamentan.
Un sentimiento con el que llegan los ucranianos a España y que ambas comprenden. «Están viendo cómo mueren sus familias, se destrozan sus hogares, la situación ha llegado a un extremo que van a necesitar mucho tiempo para recomponerse y recuperar la confianza. Incluso una vez termine la guerra», señalan preocupadas.
Olga por su parte cree que, incluso una vez termine el conflicto armado, «los problemas persistirán durante mucho tiempo». También para los rusos, ya que a «la grave crisis económica» hay que añadir «las políticas autoritarias de un gobierno como el de Putin». Afirmación ante la que Alina intercede para definir al presidente ruso: «Es un dictador, no tiene más misterio».
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