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El lunes hizo justo una semana que media Cantabria vio cómo se le metía el agua en casa. Con esa mezcla de lluvias torrenciales y deshielo por la vía rápida, los ríos -en medio de las críticas por la falta de previsión o de mantenimiento- ... se descorcharon como botellas de espumoso. Ayer, en numerosos puntos, aún había vecinos limpiando. Tirando trastos después de sacar el barro y hacer inventario para las reclamaciones. En una jornada 'apacible' comparada con las anteriores -los índices de precipitación se quedaron lejos de los de estos días-, pero en la que la lluvia sigue metiendo el miedo en el cuerpo. «Nosotros seguimos expectantes, a ver si para de una vez». Eso decía Leire Sanibo. Su familia tiene una tienda de reparación de electrodomésticos en Ampuero. El domingo se lo pasaron, otra vez, limpiando. El agua volvió a entrar. Y la previsión del tiempo apunta que seguirá lloviendo.
«Nos llamaron para decirnos que por la noche se había vuelto a inundar. Esta vez no fue por el río. Pero con todo lo que cayó parece ser que hubo un problema con un regato que pasa cerca y con el alcantarillado». Así que nuevamente les tocó coger fregonas y calderos en Tecsalan (el nombre del establecimiento). «Hasta el sábado no hemos podido empezar porque hasta ese día no pudieron sacar los coches del garaje y taponaban la entrada. Y primero hubo que sacar todo el agua. Por eso todavía estamos recogiendo y sacando», comentaban en otra vivienda de la localidad. Edorta López, con buzo, botas llenas de barro y hasta un frontal de luz en la cabeza, tenía esparcidas por el jardín algunas de las cosas que salieron del bajo que quedó anegado. «Hemos estado haciendo el inventario para el seguro». El agua les cogió tan de sorpresa -repetían, como tantos estos días atrás, que «podían haber avisado»- que, para calzarse, sólo les quedaron prácticamente las zapatillas. «Teníamos todo en el garaje». Eso, los coches y «maletas, mochilas, la despensa, un congelador, la vaporeta, el ventilador...».
A pocos metros, cerca de un taller, los trastos inservibles después de calarse no cabían en un contenedor. Lo mismo pasaba en Oruña, en una urbanización frente a La Puentecilla. Un depósito de MARE desbordado y, atentas, varias personas de las que recogen chatarra y utensilios usados con una furgoneta por si se podía aprovechar algo. Hasta una de esas piscinas desmontables sacaban a esa hora para tirar entre un par de vecinos.
Lo de ayer fue sobre todo eso. El desconsuelo -si a uno se le ha inundado la casa o un local- de ver que sigue lloviendo y las huellas que quedan de lo que pasó hace una semana. Pozas, cultivos encharcados, barro... Una estampa muy presente al recorrer Oruña, Salcedo, Vioño, Carandía... Porque incidencias, como tal, el lunes fueron pocas. Hasta primera hora en el 112 contabilizaron diez y 22 llamadas. Por nieve en la calzada, por un vehículo atrapado en la CA-643 que salió con la ayuda de un particular, por un árbol caído o por el desprendimiento del techo en una cocina.
Tampoco en los ríos cántabros hubo grandes problemas. Todos estuvieron en color verde -señal de tranquilidad- en el mapa de la Confederación Hidrográfica. Muy cargados, sí (la estampa del Pas aún llama la atención en numerosos puntos), pero sin riesgo de desbordamiento durante la jornada según los datos en tiempo real. Y, en cuanto a las lluvias, Ramales de la Victoria estaba entre los puntos con más precipitación acumulada del país a primera hora, pero, según avanzó el día, ningún municipio cántabro se coló en esa lista. Para hacerse una idea, Tresviso fue el lugar en el que más agua cayó y fueron doce litros por metro cuadrado hasta las cinco de la tarde (entre el domingo y el lunes se la semana pasada se llegó a sobrepasar los 222,5 en La Gándara, Soba, por ejemplo).
Lo que ocurre es que va a seguir lloviendo. No hay alertas tan llamativas como en los días anteriores, pero la Aemet pone la alerta amarilla en el litoral por fenómenos costeros desde las tres de la tarde y otra por vientos del mismo color en Liébana entre las nueve y las dos. Y en el pronóstico figuran cielos «nuboso o cubiertos con lluvias y chubascos, ocasionalmente con tormenta, y que se generalizarán durante la segunda mitad del día, menos frecuentes e intensos en el extremo sur». Eso, y «rachas del suroeste muy fuertes en la Cordillera y, por la tarde, también en el litoral». Nublado en general, lluvia y viento, aunque las máximas podrán llegar hasta los 19 grados en Torrelavega.
Y a partir de las 0.00 horas -o sea, en el arranque del miércoles-, alerta naranja en toda la costa por fenómenos adversos.
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