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El rey emérito ha visitado Cantabria en multitud de ocasiones. La primera con una foto como testigo fue en 1956, cuando el todavía Príncipe estuvo en la Real Sociedad de Tenis de La Magdalena, y en 1959 en el Club Marítimo de Santander ... . Su padre, don Juan de Borbón, siempre le habló con cariño de los veranos que, junto a sus hermanas y sus progenitores -Alfonso XIII y Victoria Eugenia-, pasó en Santander entre 1913 y 1930, así que cada vez que don Juan Carlos ha venido a la región le afloraban aquellas anécdotas familiares por el Palacio de La Magdalena. Pese a ello, don Juan Carlos nunca ha dormido allí. Quienes sí han disfrutado de forma puntual de las estancias reservadas para la Familia Real en el Palacio han sido Felipe VI, que siendo príncipe pernoctó allí en dos ocasiones; y la reina Sofía, una vez, con motivo de una visita de dos días a la capital cántabra por el Concurso Internacional de Piano y un curso de la UIMP sobre Felipe II.
En 1971, ya con doña Sofía, visitaron Torrelavega y recorrieron sus calles acompañados por el alcalde Collado Soto. En aquella visita, la pareja viajó a Liébana para visitar el Monasterio de Santo Toribio y besar el Lignum Crucis, el trozo más grande de la Cruz de Cristo.
En 1980 volvieron a la región ya como Reyes para asistir a la inauguración de los cursos de verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. En las imágenes que se conservan de aquella visita aparecen acompañados por el historiador Ángel Viñas y el rector de la UIMP en aquel año, Francisco Yndurain. En 1984 volvieron a inaugurar los cursos de verano, acto que presidieron junto al entonces presidente de Cantabria, Angel Díaz de Entresotos; el alcalde de Santander, Juan Hormaechea; la delegada del Gobierno, Alicia Izaguirre; y el ministro Tomás de la Quadra.
Las anécdotas de las visitas reales a Cantabria siempre han estado marcadas por las estrictas medidas de seguridad que se despliegan cada vez que un miembro de la familia ha venido a la región. Los fotógrafos y los cámaras de televisión siempre han tenido unos segundos para captar imágenes después de que los escoltas revisaran las mochilas y todo el material que portaban para trabajar. «¡Hasta los objetivos! Con una linterna comprueban que sale luz por el otro lado para asegurarse de que no es un arma. Los perros olfatean todo, los equipos, a nosotros... », recuerda el fotógrafo Andrés Fernández. «Siempre que ha venido el Rey convocan a la prensa con horas de antelación y nos colocaban detrás de un cordón. De allí no podemos movernos aunque haga un sol de justicia. Si alguno intenta escaquearse, no se andaban con chiquitas y le echan de la recepción. De la primera foto a la segunda tenemos que movernos en manada, todos juntos pero corriendo para llegar el primero y coger el mejor ángulo. El único que siempre ha podido acceder a las recepciones privadas ha sido el fotógrafo de la Agencia EFE para después mandarla a todos los medios».
De las visitas de don Juan Carlos I, el fotógrafo de El Diario Montañés recuerda la inauguración de la Autovía del Cantábrico en 1995. Como cada vez que ha venido el monarca a la región, son muchos los que quieren salir en la foto con él, pero en aquella ocasión las directrices eran claras: «Autovía y Rey». El resto, sobraba. Así que los gráficos insistieron en hacerle esa foto. A Juan Carlos se le hacía raro. «¿Yo solo?». «Sí, Majestad, sólo una». Así que el Rey dio unos pasos para alejarse del grupo y hacer 'felices' a los profesionales gráficos. Aunque tuvieron que ser rápidos porque rápidamente se le acercaron las demás autoridades para caminar a su lado.
El redactor jefe de fotografía, Miguel de las Cuevas, recuerda la visita del monarca y la Reina al Palacio de La Magdalena con motivo de su remodelación, también en el año 1995. Los gráficos estaban atrincherados donde les habían dicho y cuando apareció don Juan Carlos se les acercó y les estrechó la mano a todos, uno por uno, algo que sorprendió a todos por las estrictas medidas de seguridad a la que estaban siendo sometidos desde primera hora.
Amalio Gutiérrez y su esposa, Carmen Fernández (Cuca), sirvieron durante décadas en el Palacio de Sobrellano de Comillas. Recuerdan que en 1960 conocieron allí al entonces Príncipe de España, hoy rey emérito. Tenía entonces 22 años y fue invitado por el marqués a cazar corzos y urogallos a los montes de Ucieda. «Yo era jardinero, el criado más antiguo de la casa -recordaba Amalio en julio de 2008-. Me llamó el señor marqués y me dijo si no me importaría, por la noche, custodiar la chimenea del Príncipe. Y eso hice. Me situé en la puerta, sentado con una manta por encima, porque era abril y hacía muchísimo frío. Entre 1 y 2 de la madrugada se levantó el Príncipe. Pensé que iba al servicio, que estaba fuera de la habitación, pero me dijo: «Amalio, estoy pasando un frío de muerte. ¿No habría una manta o mejor dos?». Por la escalera de caracol subimos al piso de arriba, al planchero, cogimos dos mantas y le ayude a echarlas a la cama. Cuando se levantó, por la mañana, por cierto bastante temprano, me saludó, nos dimos los buenos días y me dio las gracias: «Muchísimas gracias por las mantas, he dormido muy bien, como un gato capao». Don Juan Carlos estuvo en Comillas dos días durante una cacería. Estaban «los botines» (Emilio Botín y su esposa) y otros personajes, como doña Carmen Franco Polo y el marqués de Villaverde.
El 1 de julio de 2008, en Sobrellano, Amalio se encontró de nuevo con don Juan Carlos. «Tuve la ocasión de estrechar su mano, y la de la Reina, invitados por el presidente del Gobierno de Cantabria, el señor Revilla, que sabía que quería entregar al Rey siete fotografías de la estancia de su abuelo, don Alfonso XIII, en Comillas en el año 1901, cuando con su séquito llegó en coche a la villa, supongo que invitado por el segundo marqués de Comillas, don Claudio López Bru». Don Juan Carlos le saludó y Amalio le dio las fotos. Cuca recuerda que le hicieron muchísima ilusión. «No llegué a llorar pero me emocioné. Verles allí a los dos, tan cerca de nosotros. La Reina... La Reina es preciosa, la vi muy cercana al público, saludó a todo el mundo. El Rey también... Pero, la Reina... como le gritaba la gente», recordaba en la crónica de esta visita el periodista de El Diario Juan Carlos Flores-Gispert.
Ese mismo año los Reyes volvieron a Cantabria con motivo del centenario de Solvay. En la gran carpa montada en las instalaciones de la fábrica, don Juan Carlos charló con unos obreros y, de repente, le sonó el móvil. El Rey echó mano al bolsillo, sacó el teléfono, miró quién le llamaba y lo volvió a guardar sin cogerlo. La cara de una de las señoras con las que estaba hablando era un poema. Así que Su Majestad con esa normalidad y campechanía que siempre le ha caracterizado le dijo: «¿qué, te pensabas que el Rey no tenía teléfono móvil?».
En aquel viaje asistieron también a la reunión del patronato de la Fundación Comillas y Doña Sofía se fijó mucho en el adorno floral que había sobre la mesa del palacio de Sobrellano que realizó el florista santanderino Maxi Viaña. Un damero de gerveras de colores blancos y rojos emulando la bandera de Cantabria que medía nada menos que 7,20 metros de largo por 85 centímetros de ancho. Hasta los fotógrafos que tomaron imágenes de la sala se percataron de la obra floral, tal y como contó De las Cuevas.
La periodista de El Diario Violeta Santiago estuvo diez minutos charlando con el entonces Rey. Era el año 2009. «Eran casi las 14,30 y el Rey y la Reina habían pasado alrededor de una hora en 'corrillos', departiendo con casi todo aquel que quiso de entre los invitados a la recepción que había organizado en su honor el Ayuntamiento de Santander, con su alcalde Íñigo de la Serna al frente.Para quienes no son 'alguien' no resulta especialmente fácil situarse a un metro del rey de España. Cuatro escoltas le cubren los flancos, y se esmeran en su trabajo, aunque el monarca y Doña Sofía se mueven con libertad y pasaban de círculo en círculo, saludando y teniendo una palabra amable para todos aquellos que se les acercaban», recuerda Santiago. «En general, la gente no se corta: ya se sabe de antemano -porque lo han contado cientos de crónicas- que son cercanos y sencillos. Y aquel día de 2009 lo demostraron para cumplir con la idea preconcebida en el hall principal del Palacio de La Magdalena».
La Reina, por ejemplo, se entretuvo con un grupo de concejales de Santander, con los que se mostró «simpatiquísima. Es encantadora», contaron luego varios de ellos. Don Juan Carlos también departió lo suyo, relajado, con unos y con otros, tras haber señalado en el breve brindis que hizo con las autoridades regionales que él y su esposa se sienten cómodos cuando vienen a Santander, donde se les recibe «siempre bien».
Poco antes de que se diera por finalizada su visita, estuvo dialogando junto a la escalera del hall con el director del CNI, el servicio de espionaje español, un momento en que la 'comandita' de periodistas -ubicada justo a su lado- puso algo nerviosos a sus hombres de seguridad.
Pero cuando el grupo logró ponerse delante del monarca e identificarse, el rey enseguida entró en materia. Opinó con absoluta naturalidad sobre todas las cuestiones que salieron, de las elecciones europeas que iban a celebrarse a las pocas semanas o la crisis económica, ante la que se declaró optimista. También se interesó por los medios para los que trabajaban los profesionales y preguntó, expresamente, si en Cantabria existe mucha competencia entre las empresas periodísticas, bromeando al tiempo con el 'pique' que existe entre los medios nacionales.
Don Juan Carlos dijo estar muy encima de todos los temas importantes de actualidad, aunque no le dé tiempo a leer mucha prensa e, incluso, contó anécdotas concretas, entre divertido y alucinado por lo que lee a veces. Señaló, además, que habla sobre ello con su nuera, Doña Letizia, aunque apostilló que se ven poco, porque tanto él como ella están muy centrados en sus respectivos trabajos.
Interrogado por sus nietas más pequeñas, las hijas del heredero Don Felipe, afirmó con amplia sonrisa de abuelo que tienen «mucho desparpajo». «Y, en esto, apareció Revilla y se lo llevó alertando de que tuviera cuidado con éstos, que son periodistas»», contó Violeta Santiago en aquella crónica de 2009.
Los monarcas siempre han mostrado interés y simpatía hacia las albarcas. En 2003, la Reina Sofía no dudó en calzarse una recién hechas en el stand de Cantabria en Fitur. En septiembre de 2009, don Juan Carlos se llevó unas que le dio el presidente Revilla, cuando los Reyes vinieron a Reinosa a inaugurar el curso escolar 2009-2010. El presidente cántabro también le regaló el blusón, la vara de avellano y el pañuelo típico que cada 16 de septiembre visten los romeros que acuden a la romería de San Cipriano
En declaraciones a los periodistas, Revilla relató que había «conseguido» que don Juan Carlos se calzara las albarcas y que, al ir a ponerle el 'escarpín' -una especie de calcetín-, le «costó un montón», porque tiene el «pie grandísimo». Una vez calzado, «a su lado yo parecía un pigmeo», contó Revilla.
Entre los regalos que en aquel viaje el Rey se llevó a Madrid estaba el libro del centenario de la Gimnástica de Torrelavega, que recogía todo lo que ha sucedido al centenario club de fútbol torrelaveguense. El libro fue editado por El Diario Montaññes y era obra del periodista Raúl Gómez Samperio y de José Manuel Holgado. Juan Carlos Flores-Gispert siempre se ha preguntado dónde van a parar todos los regalos que se les hacen a los Reyes: cuadros, libros, maquetas.... «Quizá haya un gran almacén con todo etiquetado y fechado, para saber de dónde proceden cada chisme», reflexionó el periodista en su columna 'Polvo callejero'. De aquella ocasión, Flores-Gispert recuerda que la Reina recibió un libro de poemas de Marisa del Campo, entregado personalmente por la escritora en La Magdalena. La Reina dijo «¡que bien, lo leeré en el avión de vuelta a Madrid!».
«La relación de la Familia Real con Cantabria viene de lejos, de muy lejos, por eso el cariño que aquí se les tiene es grande. Incluso hay en nuestra tierra descendientes de los hermanos de leche de los Infantes. El ama de cría de la Infanta doña María Cristina de Borbón y Battenberg, tía del Rey Juan Carlos, fue María García, de Cabezón de la Sal. Fue la abuela de María Teresa Pardo, esposa del ex senador por Cantabria Ricardo Bueno», apunta el periodista en otra de sus crónicas sobre la familia real.
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