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Tras la actividad de Semana Santa, en el camping Somo Parque de Suesa no quedaban ayer visitantes. Más allá de las fuertes rachas de viento, que sacudían las lonas de las tiendas de campaña, no se escuchaba nada. Silencio, vacío. Como el que sienten las dos familias que quedaron destrozadas el pasado 4 de abril de 2023 ... , cuando Jaime Acebes Fernández -vecino de Ribamontán al Mar y de 73 años-, arrolló con su todoterreno a Erika Rey de Perea Muñoz, de 42 años y vecina de Sestao (Vizcaya), a su hijo, Ethan Río Rey, de 19 años, y a otra mujer, María Teresa Ramos, de 68 años y natural de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja).
«Estamos aprendiendo a vivir con sus ausencias», relata Jessica Rey de Perea, hermana de Erika y tía de Ethan. «Hay días mejores y días peores. Ahora que se acercan los días señalados, lógicamente, estamos peor», explica. Este jueves se cumple un año del trágico siniestro que ha dejado cicatrices emocionales severas en muchos de los familiares de las víctimas. «Tanto mi madre como yo estamos todavía con tratamiento psicológico», confiesa. «Cada uno lo vive de una manera. Mi cuñado es más callado pero yo sé perfectamente cuándo está peor porque se encierra más en sí mismo».
Son cicatrices que se pueden ver también en el lugar de los hechos. Un surco recorre el asfalto en el carril de peatones de la carretera CA-433, que pasa frente al camping. «En esta zona el coche perdió el control tras chocar contra esa farola. Perdió una rueda y se fue arrastrando por todo este camino hasta que impactó con ellos», indica Eneko Valle, propietario del camping y testigo de los hechos. «Fue tremendo. Para las familias ha sido desastroso. Es muy difícil procesarlo, incluso para nosotros, porque cuando pasamos por la zona, vemos la marca de la zona donde quedaron tendidos los cuerpos», evoca.
Aquel día era martes. Pasaban las siete y media de la tarde cuando el coche conducido por Acebes entró a gran velocidad desde la rotonda que viene de Somo y tuvo problemas para tomar las curvas previas a este lugar. Hubo peatones que tuvieron que saltar a la cuneta para evitarlo pero a su llegada frente al camping Erika, Ethan y María Teresa no tuvieron tiempo de reaccionar. El coche impactó primero contra una farola, perdió la rueda delantera derecha y atropelló a las víctimas; luego continuó avanzando a gran velocidad y embistió a otro vehículo que accedía a las instalaciones para terminar estampado contra una valla. Cien metros recorrió Acebes sin una de sus ruedas.
«Es alguien conocido en la zona y ya desde hacía mucho tiempo no era bienvenido en esta casa porque siempre se sobrepasaba con el alcohol», recuerda el propietario del camping. Aquella noche no fue una excepción. Cuando la Guardia Civil le ayudó a salir del coche y le condujo hasta la ambulancia, Acebes aseguró que no recordaba nada, ni siquiera que hubiera ingerido sustancias, pese a haber arrojado una tasa de alcohol de 0,73 -casi el triple de lo permitido-.
«En el camping no hablamos de lo que sucedió aquel día», reconoce Eneko Valle. Es una forma de pasar el duelo, un modo de afrontar la barbaridad, de evitar que las imágenes de aquella noche regresen en la mente. «No es que la gente tenga miedo; pero todos tratamos de evitar el tema. Es lógico, creo».
Quienes han sido un ejemplo de enfrentamiento de los hechos han sido Miguel Ángel, marido de Erika Rey, y el hijo pequeño de ambos, hermano de Ethan. Ambos regresaron este pasado verano a su módulo de Somo Parque, en Suesa, donde han veraneado desde hace años. «Al final ellos tienen aquí su círculo de amistades, su red social. Es comprensible también que hayan querido seguir con su vida; aunque eso suponga reencontrarse con el lugar donde pasó todo», argumenta Valle.
Jessica también los visitó, pero sólo aguantó un día. «Fue sólo una jornada, porque no me encontraba bien. No soy capaz de estar allí porque el lugar tiene muchas connotaciones». Toda Cantabria es, para ella, 'el lugar'. «Cuando este verano volvía de unas vacaciones en Asturias y entré en la carretera de Cantabria me dio un ataque de ansiedad. Es esa la situación que tengo ahora mismo», explica esta mujer, que aún con todo ha reunido fuerzas para hablar con la prensa. «Creo que no podemos quedarnos callados. Si lo hacemos, creo que estoy fallando. No podemos permitir que muchas otras familias estén viviendo situaciones similares porque estos hechos se repiten cada mes en múltiples puntos de España», insiste. «En nuestro caso quiero hablar porque necesitamos que esto que nos sucedió no caiga en el olvido. Que se celebre de una vez por todas el juicio y que podamos, no sé si cerrar este capítulo, pero sí encontrar algo de paz al llegar un punto en el que se haga algo de justicia».
Acebes permanece en prisión provisional desde el pasado agosto. El proceso judicial sigue su curso. Dos de las tres acusaciones han presentado su escrito y piden nueve años de cárcel mientras se está a la espera de que la Fiscalía presente el suyo. Mientras tanto, los vehículos continúan circulando a gran velocidad por el tramo de carretera donde sucedieron los hechos. «Hemos hablado con las instituciones para que hagan algo, como poner badenes, pero de momento no ha habido manera. Algo habrá que hacer, digo yo», insiste Valle frente a la carretera.
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