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Marc González ante la pantalla de su ordenador en casa Helena Garay
Añorar lo que sí tenemos

Añorar lo que sí tenemos

Mesa de redacción ·

Teresa Cobo

Santander

Miércoles, 1 de abril 2020, 19:12

El cambio de mes nos ha pillado en la ventana. En abril, aguas mil. Ahí fuera llueven cifras ácidas y datos virulentos. Y dentro esperamos a que escampe. Después de 17 días confinados, ya hemos recurrido varias veces a esa vía de escape que consiste en imaginarnos en el glorioso momento de la reconquista de la vida perdida: de caminata por la montaña, absortos delante de la pantalla gigante del cine, desafinando todos juntos a voz en grito en el concierto, coreando como locos el himno del equipo en unas gradas a reventar (¡uf!)...

Como el que espera desespera, les propongo un truco que funciona de inmediato. En lugar de echar de menos lo que hemos perdido, vamos a añorar lo que tenemos. Un ejemplo. Piensen en este mismo encierro que sobrellevamos, pero sin agua y sin luz. Lo pueden edulcorar si quieren con garrafas llenas en el baño y velas titilantes en la mesa. Da igual: sin que salga una gota del grifo y sin electricidad, ni para poner lavadoras, ni para cargar el móvil, ni para encender el ordenador. ¿Qué tal? Ya verán como, después, al apretar el interruptor, es como si entrara el sol del invierno a raudales por la ventana. Y en la ducha, que de repente suena a dicha, se siente uno como bajo la lluvia de agosto después de una sequía bíblica. Estaba hoy tan contenta con el generoso riego de la alcachofa, que, si no llega a ser por el Pepito Grillo de la ecología y por la convocatoria de videoconferencia, aún seguiría ahí a estas horas.

Videoconferencias de El Diario tenemos un mínimo de tres al día. El resto lo resolvemos con llamadas múltiples y chats. Empezamos con la de las nueve y media de la mañana. El jefe de la web, Gonzalo Sellers, suele ser el primero en 'llegar'. A veces me conecto y está ya ahí él solo. Aparece en mi móvil: muy quieto y con los párpados caídos. Juraría que dormita, pero podría estar profundamente concentrado. No me atrevo a chistar. Es mi momento de culto a la serenidad. Sellers es una de esas piezas que encaja en cualquier parte del engranaje. En un taller de costura, arreglaría lo mismo el roto que el descosido. Respiro aliviada cuando compruebo que respira.

La videoconferencia de las once y media es más concurrida, porque ahí el director y los subdirectores repasamos los asuntos del día con todos los redactores jefes y jefes de sección. En esas ventanas por las que nos colamos en un rincón de las casas de los otros se siguen viendo cosillas de interés. Hay cabezas que lucen ya una cierta melena experimental. En realidad el pelo nos ha crecido a todos, excepto a los que no tenían.

Algunos compañeros han dejado de afeitarse. No esperan visita. ¡Y hay tanto que hacer! Observo esos cambios, pero no digo ni mu (ya lo largaré todo aquí después). Pero Paco Fernández-Cueto no pierde el tiempo con rodeos. «¿Qué, Alberto, te estás dejando barba?», le pregunta al subdirector. «No pienso afeitarme hasta que acabe el encierro», responde, firme, el aludido. Santamaría es hombre de palabra, pero yo me lo replantearía. Con la pinta de durar que tiene esto, el que renuncie a la cuchilla puede salir del confinamiento con las trazas del Maestro de 'Érase una vez el hombre'. ¿Recuerdan a ese sabio personaje de dibujos animados envuelto en pelo? Una compañía ideal para recluirse en los tiempos primitivos. Ahora tenemos internet.

Por seguir con el relato de nuestras nuevas pautas de trabajo, les explico que a las cinco de la tarde tenemos la última videoconferencia, la más reducida en participantes, para decidir la portada y 'pintarla'. Es un proceso apasionante en un periódico. Elegimos el escaparate informativo que van a ver ustedes al día siguiente en el quiosco, en la pantalla o al abrir la puerta. En ese momento apreciamos en todo su significado el mérito de las fotografías y noticias que han conseguido los redactores y fotógrafos, de los enfoques y orientaciones que han sabido dar sus jefes, y de la creatividad de los diseñadores. (Que lo tengáis claro, aunque no siempre logremos transmitirlo). En esa reunión, ahora virtual, pensamos también en los lectores y en sus necesidades. Agradecemos que valoren el esfuerzo, confíen en nosotros y nos ayuden a acertar.

Hay datos que no se pueden relegar en la portada: 17 muertos por Covid-19 en Cantabria en 24 horas. Terrible cifra que tampoco debería esconderse, por mucho que preocupe, en la nota de prensa del Gobierno de Cantabria. Sin obviar la gravedad, sí procede explicar el contexto. Van a venir días difíciles por fallecimientos de personas infectadas semanas atrás, pero la curva de la epidemia se aplana poco a poco y disminuyen los ingresos hospitalarios. Comienza a surtir efecto el confinamiento social. Resistan. Y cuídense. Seguimos en contacto virtual.

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