«La anorexia aprovecha los despistes para que actúe como quiere, se apodera de mí»

«Ni los pacientes con trastorno alimentario ni sus familias han causado el problema. Se lo han encontrado», enfatizó Andrés Gómez del Barrio, profesor asociado de Psiquiatría en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria (UTCA) de Valdecilla, durante su intervención durante la XV Jornada sobre anorexia nerviosa y bulimia, celebrada ayer en la Universidad. El psiquiatra se refirió a investigaciones recientes que demuestran que «los pacientes con TCA tienen unas bases biológicas potentes que les predisponen; incluso más que en otras enfermedades mentales. Por lo tanto, no es algo buscado».

El encuentro, que estuvo organizado por Adaner Cantabria (Asociación para la Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa), era un foro dirigido a los profesionales sanitarios y a la comunidad educativa con el objetivo de compartir información y buenas prácticas para ayudar a las personas que lo sufren y que están «muy estigmatizas».

«Curiosamente, según estudios realizados, los psiquiatras son los médicos con mayor estigma y mala relación con los trastornos alimentarios», lamentó Gómez del Barrio, que recomendó a los médicos y a los residentes (MIR) «rotar» por la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria (UTCA) de Valdecilla. «Sería muy útil que conozcan a los pacientes de primera mano y que empaticen con ellos», añadió. El formato de la jornada, que era abierta al público y gratuita, constaba de ponencias a cargo de expertos en la materia de diferentes ámbitos, talleres formativos y debates. Todo ello enfocado hacia la necesidad de mejorar la detección precoz de este problema de salud mental.

También hubo ocasión de escuchar un audio que recogía el duro testimonio de una joven de 19 años que padece anorexia nerviosa y que explicaba (durante su ingreso en la Unidad) cómo habita en ella la enfermedad sobre la que hablaba en tercera persona: «La anorexia aprovecha cualquier despiste (del médico o del personal) para decirme que salte, que no coma, que actúe como ella quiere que lo haga... se apodera de mí».

Por eso, durante el simposio se resaltó la necesidad de empatizar con los pacientes: «Se necesita que la comunidad médica y el entorno educativo empaticen con lo que ocurre durante la enfermedad. El cerebro del paciente está inflamado, no interpreta bien las señales ni la visión real de su cuerpo y necesita un guía hasta que se recupere». La presidenta de Adaner Cantabria, Carmen Grandas, alertó del aumento de casos de trastornos alimentarios, reivindicó «mayor coordinación entre niveles asistenciales» en la atención a estos pacientes y recomendó a las familias que estén atentas a los signos de alarma como «la tristeza, el aislamiento o la bajada del rendimiento escolar para acudir al pediatra y poder iniciar lo antes posible un tratamiento».

Durante el foro, los expertos también apuntaron a que estos trastornos se dan tanto en mujeres como en varones y no solo surgen en la etapa de la niñez o adolescencia, sino que también hay casos de pacientes que registran la primera fase de este trastorno en la edad adulta, incluso a partir de los 40 años en adelante. También se recordó que la esperanza de vida es más corta que en otras enfermedades de salud mental y que «sí se puede curar, aunque hay un 30% de casos crónicos con ingresos reiterativos».

El cierre de las ponencias fue a cargo de la concelaja de Salud de Santander, Zulema Gancedo, que destacó la importancia de estas jornadas, ya que «se trata de un problema que genera una patología física y psicológica importante y que puede llegar a limitar el desarrollo de una vida adulta plena y satisfactoria». El acto contó con las intervenciones de Jesús Artal Simón, jefe de Psiquiatría de Valdecilla; María Rosa Martínez López, magistrada-juez; Marina Díaz Marsá, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental; y Susana Samaniego Peña, psicóloga clínica de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil.

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