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David Vázquez Mata, infografista del El Diario DM
Anormalidad transitoria

Anormalidad transitoria

Mesa de redacción ·

Teresa Cobo

Santander

Miércoles, 29 de abril 2020, 20:52

Tengo mono de aventura y de intriga. Podemos encontrar ambos alicientes en los libros con los que estamos confinados, pero hay ingredientes literarios que pierden sabor cuando conoces el final de la novela. La vida real se vuelve insípida sin esos condimentos. Por eso ha sido emocionante descubrir entre estas paredes un perfume que no es mío, ni de nadie de la casa, ni mucho menos del gato, que, dicho sea de paso, huele muy bien a sí mismo. El aroma desconocido es agradable y evocador de no sé qué. No he querido escarbar en esta percepción para no romper el misterio. Estoy contenta con «la presencia». Así la he bautizado.

Elegimos nombres para designar aquello que conocemos por primera vez y a lo que necesitamos referirnos. La crisis del coronavirus nos enfrenta a conceptos inéditos y el Gobierno, que controla el discurso como «mando único», condiciona nuestro vocabulario con los términos que elige para relatarnos la emergencia. Primero fue el lenguaje bélico para describir la «guerra» contra el «enemigo común». Luego la «desescalada», palabro desaconsejado por la RAE, que es el camino tortuoso por el que abandonaremos el confinamiento y el estado de alarma. Al final del recorrido nos espera la «nueva normalidad».

Este es el mantra que nos recita Sánchez: «la lenta marcha hacia una nueva normalidad». Traducido viene a ser que tenemos para largo con las restricciones en nuestras libertades y que la vida ya no será como antes. Quizá los asesores del presidente han elegido «nueva normalidad» porque les suena mejor, pero lo podrían haber llamado «anormalidad preventiva», «anomalía transitoria», «libertad restringida» o «normalidad disminuida». «Realidad disminuida» no lo veo. Suena a lo contrario de «realidad aumentada», una expresión consagrada en el campo de las tecnologías, aunque la realidad no se puede ni aumentar ni disminuir. Lo que hace la «realidad aumentada» en un dispositivo electrónico es superponer a imágenes reales o físicas otras que son virtuales o gráficas.

Las representaciones gráficas son una herramienta muy útil para interpretar la realidad. Eso sí. David Vázquez Mata refleja cada día en El Diario la evolución de la epidemia en Cantabria. Vemos descender la curva de casos activos de Covid-19. La curva del flequillo del infografista, sin embargo, sigue su escalada y ya roza maneras de Tintín. Hubo un tiempo en que el pelo le caía sobre la frente a lo Beatles. Ahora se yergue estilo Elvis. David se ríe mucho de Miguel de las Cuevas y le envía emoticonos de león. Necesita distracciones. Lleva 45 días solo y separado de Esther y de Josefina, confinadas juntas en su propia casa. La que más le echa de menos, por lo visto, es Josefina, que dispone de más tiempo para estar alicaída. Tiene pelazo y ojos de tigresa. Es la gata de Esther.

Las vergüenzas capilares que sobrellevamos casi todos comenzarán a disminuir a partir del lunes, con la progresiva apertura de las peluquerías. Merche Gómez lo cantó como si fuera un bingo en el chat de diseño, con profusión de exclamaciones y en mayúsculas. ¡¡YA PUEDO IR A LA PELUQUERÍA!! Su marido, José Luis Olea, se sintió un poco dolido en lo más profundo de su ser. Al fin y al cabo la dejó bien aviada en esa primera y, por lo visto, última sesión de tinte en el salón de estética doméstico. Esto ha sido demasiado largo como para no actuar. Yo no sólo he recuperado el flequillo que me quedó como a Orzowei (los del chat de jovenzuelos de El Diario no sabrán quién es), sino que me lo he tenido que cortar otra vez. El director, Íñigo Noriega, encargó hace semanas una máquina cortapelo por internet. No sé si aún no le ha llegado o si no ha tenido tiempo de leer las instrucciones. Usarla no la ha usado.

Lo de la familia de Miguel de las Cuevas era prudencia, no falta de solidaridad. Bueno, quizá un poco de pereza. No se han atrevido con la esquila, pero le han comprado «una espuma gel maravillosa. Se me pega el pelo a las orejas y parezco de la camorra». A ver, un poco de eso hay. En la videoconferencia de las nueve y media de la mañana, recién acicalado con su crema capilar, el redactor jefe de Fotografía tiene un aire a John Travolta en 'Pulp Fiction'. A medida que avanza el día, cambia la película. En la conexión de las cinco de la tarde ya se asemeja a Michael Landon en 'La casa de la pradera' (los del chat de jovenzuelos que busquen en internet).

En El Diario nos tomamos mucho el pelo. Nos inquietan tantos asuntos graves que lo mejor es no tomarse muy en serio los demás. Y eso que ha sido frustrante quedarme sin misterio en casa. «La presencia» emanaba del nuevo gel de baño. Parecía el de siempre. El bote es casi idéntico. La vista se nos debilita con tanta exposición a las pantallas y las visitas al hipermercado son demasiado apresuradas. Todo culpa del bicho, que por desgracia no agota sus misterios.

Lee aquí la serie Mesa de Redacción.

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