![Revilla alaba la idea «genial» de Hormaechea en el treinta aniversario de Cabárceno](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202006/10/media/cortadas/cabarceno7908-kCHE-U110468838154YOH-1248x770@Diario%20Montanes.jpg)
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Iba a ser otra cosa. Más multitudinario, más grande. Como todo el año, en realidad. Porque Cabárceno en 2020 iba para récord. Hasta que llegó la pandemia. Adiós al balance y a la fiesta prevista por el treinta aniversario. Hubo que conformarse con algo más modesto. Más de andar por casa. Pero no faltó 'chicha'. Simbólica, al plantar árboles o firmar convenios con asociaciones conservacionistas. Un guiño al futuro. También simpática, con padrinos de honor bien elegidos para cuatro nuevas cebras. Hubo hasta anuncios de proyectos futuros más o menos tangibles. Una ampliación hacia la Sierra de Peña Cabarga o el «sueño» que supondría traer una pareja de osos panda. Y hubo, por acabar el resumen, miga política. Entre los invitados al acto estaban López Marcano o los expresidentes Diego y Martínez Sieso. ¿Y Hormaechea? «La semana pasada hablé con él para que viniera, pero se encuentra fuera de Cantabria. Nos hubiera gustado que estuviera y a él estar y hubiéremos reconocido el acierto que supuso hacer esto real hace treinta años», dijo la consejera Marina Lombó. Revilla fue un poco más lejos. Dijo que «debía estar más que ningún otro» y, sin ocultar su «enfrentamiento político» con él, le brindó su «reconocimiento» por una idea «absolutamente genial».
A los animales se les debió hacer raro. Tanto movimiento después de casi tres meses de una soledad sólo rota por sus cuidadores. Y encima, todos con mascarilla. Los hipopótamos no se enteran, pero las cebras sí que vieron al grupo de adolescentes que empezó la mañana plantando árboles autóctonos. Justo frente a su recinto y al lago Sexta. «Eso es un tejo, aquello es un arce...». Instrucciones rápidas: cavar, sacar el árbol del tiesto, plantar y rellenar. Con abono de elefante, que hay que aprovechar lo de casa –andaban segando y eso, en verde, se les da a los animales (en su día se hacían hasta 8.000 pacas)–. Bernardo Colsa, de Cantur, explicaba que la idea era que doscientos chicos con sus padres hubieran protagonizado una 'macroplantada' el Día del Árbol (21 de marzo) –no hace falta volver a explicar por qué no puedo hacerse–. Y ahora, con aforo limitado, pues eso. Algunos alumnos de los Escolapios de Villacarriedo y chavales familiares de los próximos al parque. Un grupillo. «Bueno, pues ya habéis plantado un árbol» o «acuérdate de cuál es y ponle nombre, que le verás crecer». Eso es bonito.
Los mismos críos se subieron después a unas bicis eléctricas con Eduardo Vejo, del Aula de Educación del recinto. Fue una experiencia piloto de una nueva idea: recorridos por el parque a pedales, pero eliminando la paliza en las cuestas. Lombó se refirió al paso a paso que debe darse en el uso de vehículos que no contaminen. Se habló de ponerlo en marcha en julio, de itinerarios de dos horas, de poder usarlas por las inmediaciones del parque... Pero no está cerrado aún. «Embrionario», repetían. «Vosotros –dijeron a los chavales– si veis algo que se puede hacer mejor o lo que sea, lo decís». De eso se trataba, de probar.
La consejera estampó a continuación su firma en un documento junto a Carlos Sánchez, de la Fundación Naturaleza y Hombre, y Guillermo Palomero, de la Fundación Oso Pardo. Otro escalón más en el objetivo, según Lombó, de la «próxima década». «Avanzar en la conservación del medio ambiente». El parque se implicará en los problemas «más allá de sus instalaciones». «Educación ambiental e investigación asociada a la conservación», resumieron los expertos.
Aniversario
Por allí, en ese momento, andaban ya los cuatro padrinos elegidos para las cebras nacidas durante el confinamiento. La jugadora de baloncesto Laura Nicholls será la madrina de Valmayor, el cocinero Jesús Sánchez el padrino de Amós, y Celia Gómez, la gerente del Servicio Cántabro de Salud –en representación de los sanitarios cántabros y de su papel en estos meses–, amadrinará a Trasgo. «A ver, ¿cuál es el mío?», repetía el actor Antonio Resines, el cuarto padrino, empeñado en fotografiarse junto a Ricky, la cría macho que, por unas horas, se llamó Toño. Sí. La anécdota del día. Resines no sabía qué nombre poner y lo de Toño –por Antonio– fue una salida rápida. Fue su hijo Ricardo el que le convenció para cambiar y el actor llamó la noche antes por si aún estaba a tiempo. Así que, mientras que a sus compañeros les dieron un diploma acreditativo, a él le entregaron dos. Resines, hay que decirlo, estuvo muy simpático.
En realidad estuvo presente una quinta madrina. A su manera. Marina Lombó contó que en estos tres meses de reloj detenido han nacido veinte animales. El destino quiso que el mismo 14 de marzo –el cierre– vinieran al mundo dos crías de camello en dos partos distintos. Ese día se cumplían cuarenta años del adiós de Félix Rodríguez de la Fuente. Así que les llamaron Félix y Felisa. Odele, la hija del gran divulgador animal, fue su madrina y ayer lo agradeció a través de un vídeo.
Todo, ante una audiencia de sillas distanciadas con alcaldes, consejeros, portavoces de la oposición, de las asociaciones de turismo y otras autoridades como el vicepresidente, la delegada del Gobierno o el presidente del Parlamento. Junto a ellos, trabajadores del parque y curiosos (porque el parque está abierto). Vieron el vídeo, aplaudieron a Miguel Otí (el director de Cabárceno) cuando le entregaron una placa como homenaje por su próxima jubilación y escucharon a Revilla.
Empezó por Plinio (un clásico en sus discursos). Si Lombó habló del «reto de crecer al norte hacia la Sierra de Peña Cabarga», él insistió en ello y añadió lo de los osos panda. «La cosa es complicada, pero estamos haciendo algún trámite». Luego vino el homenaje a Hormaechea. «Brillante» o «genial», admitió sobre su proyecto de parque en la vieja mina, pese a sus enfrentamientos pasados a costa del proyecto. Las palabras coinciden además con una petición de Vox en el Parlamento. La formación solicita la Medalla de Oro de Cantabria para el que fuera alcalde de Santander y presidente regional. Dicen que es de «absoluta justicia» ante una labor «menospreciada».
Tirando más para casa, Revilla aprovechó también el discurso para recordar a su compañero López Marcano (entre los invitados), al que «el famoso habitáculo de los gorilas casi le cuesta la vida política y personal». Y siguió. Con Aragón y Furaco (los osos), con los elogios a los padrinos y con la idea de que «la historia de Cabárceno está todavía a medio camino». Que se le puede sacar más partido. Y luego, al irse, el presidente se subió a un globo aerostático y se hizo grabar un vídeo con un avestruz que le lanzó un viaje. Sí. Un final muy de Revilla.
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