Secciones
Servicios
Destacamos
Un equipo de arqueólogos y espeleólogos que actuaba en la cueva de La Garma (Omoño, Ribamontán al Monte) realizando unas pruebas medioambientales para la conservación de la cavidad, ha descubierto -en paralelo a estos trabajos- los restos de un conjunto funerario formado por «esqueletos muy completos, un cráneo, mandíbula, huesos, acompañado por una espada, otras armas y objetos de valor, entre ellos un caldero de bronce, que se encuentran en un extraordinario estado de conservación».
Las primeras conclusiones de los expertos indican que el descubrimiento data de la época visigoda, hace más de 1.300 años, en torno al año 700 d.c. y que pertenecen a tres guerreros de elevado rango, por el modo en el que fueron enterrados y los objetos que les acompañan.
El hallazgo pasará a formar parte de los fondos del Museo de prehistoria y arqueología de Cantabria, Mupac, en un espacio en exclusiva dedicado a la etapa visigoda que será una exposición permanente en el museo.
El vicepresidente del Gobierno regional, Pablo Zuloaga, ha destacado en la presentación de este hallazgo, que ha tenido lugar esta mañana en el Mupac, que «el extraordinario descubrimiento va a impulsar la imagen del Mupac a nivel nacional e internacional, no solo el actual sino de cara al proyecto del futuro museo».
Además, Zuloaga señaló que se trata de «un conjunto único» y «un tesoro patrimonial que permite que Cantabria se diferencie del resto de España», cuyo rescate y extracción ha sido posible gracias a un equipo multidisciplinar que ha trabajado bajo la dirección de Pablo Arias, director del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) y Roberto Ontañón, director del Mupac.
Cabe destacar «el difícil acceso al lugar, que lleva tres horas desde la entrada a la cueva hasta descender al río, un camino que entraña riesgos y que requiere de técnicas de espeleología», explicó el vicepresidente.
En concreto, el descubrimiento ha tenido lugar en una galería en la base de la cavidad, junto a la orilla de un río que atraviesa el subsuelo y que desemboca en el río Miera. La cueva de La Garma, ubicada en Ribamontán al Monte, es patrimonio de la Unesco, y es famosa por cobijar una importante cantidad de arte rupestre.
Una vez que los restos han sido extraídos, se encuentran estabilizados en el laboratorio del Mupac para su desecación y después se empezarán a realizar las pruebas de ADN y Carbono 14 y Rayos X para obtener la información histórica que puedan aportar, desde la dieta que llevaban los guerreros a reconstruir costumbres y formas de vida.
Los restos se encuentran cubiertos por un pátina de color negro nada habitual, que se debe a un proceso natural del paso del río que ha dejado sobre ellos restos de magnesio. «Se trata de depósitos de magnesio, un elemento químico que altera el color del hueso y creemos que podría haber facilitado la conservación», explicó Arias, catedrático de historia en la Universidad de Cantabria.
Arias y Ontañón han explicado que cuando se detectaron los restos arqueológicos se enfrentaron al dilema de si había que dejar los restos 'in situ' o proceder a su extracción. Finalmente, «consideramos que había que iniciar una operación de rescate porque observamos evidencias de que la pequeña galería se inunda periódicamente y era la forma de garantizar su conservación», señalaron los expertos.
«La cueva está a 80 metros por encima del nivel del mar. Se trata de dos simas que están divididas en cuatro niveles. El expedición y el descenso hasta el lugar para la extracción del hallazgo duró 12 horas. Los últimos tramos se hacen mediante técnicas de espeleología deportiva», añadieron. Los espeleólogos que lideraron el descenso han sido Mariano Luis Serna, que además es uno de los descubridores de la galería basal, y Juan Cano.
Debido a la dificultad de la operación rescate de estos restos adheridos a la pared y que corrían el riesgo de «desaparecer durante su extracción», se tomó la decisión de que la restauradora Carmen Usúa, realizase los trabajos de extracción en la cavidad. Uno de los objetos rescatados de mayor valor es un caldero de bronce que se encuentra completo. «Será una de las estrellas de la colección», aseguró Ontañón.
«En Cantabria la etapa visigoda se conoce muy mal, al contrario que en otras zonas de la Península Ibérica debido a los escasos restos encontrados», continuó Ontañón, en referencia al valor del hallazgo. «Lo que permitirá avanzar en las investigaciones de como era la administración de los visigodos en Cantabria».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.