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Su primer día en el IES Marqués de Santillana a Joan Herrera el instituto le pareció un laberinto de pasillos, rellanos y escaleras, y ... ahora dobla esquinas sin pensarlo y recorre el centro con soltura sin abandonar su carril en el circuito que regula el tráfico de alumnos y profesores en este curso covid. Joan estudia 2º de Bachillerato y, como muchos de sus compañeros, siente que está a punto de cerrar una etapa y de abrir otra igual o más emocionante si cabe, y que además lo hará en un año distinto a todos los anteriores. Joan se ha propuesto superar el curso con constancia, con un poco de gimnasio para desengrasar, y aplicando una de las enseñanzas que ha extraído de la pandemia:«Hemos aprendido a no dar nada por sentado», es decir, a disfrutar del ahora.
Más de 3.700 alumnos cántabros están matriculados este año en 2º de Bachillerato, un curso decisivo que desembocará para la mayoría en un grado universitario o uno superior de FP. En medio lidiarán con varias tandas de exámenes, las evaluaciones finales, la EBAU o las abrumadoras notas de corte, y quizá también con una transformación personal, y con la provisionalidad que ha impuesto el covid. Así que Joan y sus compañeros viven ahora con esa mezcla de nerviosismo y entusiasmo que acompaña los grandes finales. «Desde luego va a ser un curso único. Segundo de Bachiller es ya bastante especial de por sí, porque decides tu futuro, pero en concreto este año, con la pandemia, lo es aún más», cuenta María Torices, 18 años, premio 'Protagonistas del Mañana' del Club Rotario de Torrelavega, aún por decidirse entre Arquitectura o Ingeniería Industrial.
¿Asistirás estos alumnos a las clases de apoyo EBAU que organizará su centro? El sí es unánime. «Los profesores saben guiarte sobre lo que hay que estudiar, y cómo estudiarlo. Son clases importantes», dice Olga Erquicia. El pasado curso, de hecho, fueron la primera actividad presencial tras el confinamiento y muchos estudiantes las secundaron para preparar su EBAU. Poco a poco los alumnos del Marqués de Santillana y del resto de institutos cántabros van despejando dudas. Las pruebas se celebrarán, en convocatoria ordinaria, los días 7,8 y 9 de junio; y de 5 al 7 de julio, en la extraordinaria. Habrá opcionalidad y preguntas abiertas, y más sedes de las habituales siguiendo el modelo que se empleó el pasado año covid. Quizá el Marqués de Santillana sea una de ellas.
Todos en el centro se han acoplado a las medidas anticovid: portan mascarilla las seis horas diarias de clase; desinfectan sus pupitres; se lavan las manos con frecuencia; siguen los circuitos dibujados en el suelo... Incluso, y muy a su pesar, han renunciado a abrazarse en los buenos y malos momentos. Todo resultó chocante al principio, pero «nos hemos adaptado, lo hemos ido normalizando; nos hemos hecho a la idea», dice Andrea Antón, 17 años, futura estudiante de Psicología.
María Torices | 18 años
A eso se le llama resiliencia y muchos jóvenes estudiantes han demostrado tenerla. A María, Joan y Andrea claro que les gustaría celebrar su graduación con una gran fiesta o irse de viaje de fin de curso como es tradición, pero sopesan lo ocurrido en los meses duros de pandemia y son capaces de relativizar. «En vez de apoyarnos en las cosas que nos faltan, valoramos las que hemos tenido: por ejemplo, hemos podido venir a clase y disfrutar un poco más el año», reflexiona Olga Erquicia, a quien le gustaría llegar a ser docente de Secundaria.
Se acuerdan del tercer trimestre del curso 2020-21, el país confinado y la educación cien por cien a distancia, y con cierto alivio celebran la posibilidad –al principio no las tenían todas consigo– de acudir a las aulas. «El apoyo de un profesor que te ayuda, te tranquiliza... es muy importante», piensa Gabriel Marco, interesado en el flamante Grado en Ciencias Biomédicas de la UC. «Si 2º de Bachiller ya es duro, no imagino cómo fue prepararlo solo desde casa».
Gabriel Marcos | 17 años
Así que, aun sin achuchones, sin que el profesor pueda acercarse a su mesa para resolver una duda, a pesar de que les resulte más difícil concentrarse, el hecho de estar en su centro, de ocupar ese espacio, es una pequeña victoria. «Nos perdemos cosas, pero tenemos mejores condiciones que el año pasado».
Y algo más: también se sienten más preparados en el mundo TIC. Sus clases se imparten con pizarras digitales y los contenidos y ejercicios quedan además alojados en la plataforma del centro. «Es eficiente», aprueba Gabriel, y su compañera María coincide: «Lo que antes se borraba en la pizarra ahora está digitalizado».
Andrea Antón | 17 años
Joan quizá estudie Medicina, quizá Enfermería, seguro que un grado de la rama sanitaria, y se entrega este año para lograrlo. «Es un curso duro, que exige ser constante». Su compañera Daniela Italia, con las miras académicas puestas en la Biología o en las ciencias medioambientales, coincide con esta valoración, pero también cree que hay que compensar el estudio y la autoexigencia –estos chicos y chicas son autoexigentes– con tiempo para una misma, para desconectar. Es «importante» marcar horarios de estudio, pero también lo es reservar tiempo para descansar.
Están a mitad de un curso con mucha «carga emocional porque el año que viene todo va a cambiar». Poco a poco van imaginándose en esa otra línea de salida una vez superados los exámenes, la EBAU, la inscripción en la facultad; una vez disfrutado –«como se pueda»– el último verano preuniversitario. Andrea lo imagina brevemente:«Al principio será una sensación agridulce... Será como volver a empezar».
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