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La pasión de Miguel Villazón González por sus estudios de psicología, mezclados con sus ganas de ayudar a personas que lo necesitan, le han llevado ... hasta las instalaciones hospitalarias del Padre Menni para ayudar y potenciar las capacidades de personas con enfermedad mental, daño cerebral, discapacidad intelectual o patología psicogeriátrica.
-¿Qué le llevó a interesarte por el Padre Menni?
-Estoy estudiando la carrera de psicología porque me ofrece la posibilidad de ayudar a cualquiera que lo necesite. A lo largo de mi vida he conocido a personas que viven situaciones muy complicadas, que afectan a su bienestar mental y, de la misma manera que cuando uno enferma necesita de un médico que lo atienda, es importante también que existan personas cualificadas y verdaderamente implicadas a las que poder acudir cuando tu cabeza empieza a complicarte tu día a día. Hasta el momento, todo el trato profesional que he tenido con la mente ha sido lo que he podido leer en los libros y creo que este verano tenía una buena oportunidad para ponerme a prueba en el trabajo de campo. Unos compañeros le expusimos a un profesor de confianza nuestras intenciones y dio la casualidad de que trabaja en Padre Menni. El resto se cuenta por sí solo.
- ¿Cuáles son los objetivos de la institución?
-El principal objetivo del centro es ayudar a sus usuarios (el término paciente está desfasado) a salir hacia delante y, aunque en ocasiones el alta no es una posibilidad, al menos conseguir que su día a día en el hospital sea lo más feliz posible. El desconocimiento generalizado incita a pensar que personas así son totalmente incompetentes a ojos de la sociedad, pero no es así en absoluto y se pueden aprender muchas cosas de ellas. Es increíble la fortaleza que muestran.
-Empezó este verano su colaboración, ¿cómo se coordina para compaginar el voluntariado con sus estudios?
-Ahora empiezo tercero de carrera. Además, aprovecho la oportunidad que me da la universidad de cursar una doble mención, lo que implica dos asignaturas extra. Yo y María, mi compañera este verano de voluntariado, no podremos seguir el ritmo de implicación, pero eso no impide dedicar unas pocas horas a la semana para echar una mano en el hospital. Por supuesto que con organización no hay excusas. Todo en la vida depende de tu actitud.
-¿Cuáles son sus tareas?
-Nuestra intención es poner a prueba nuestros conocimientos y nuestra valía profesional para comprobar si nos vemos en un futuro trabajando en un sitio así. Sin embargo, desde el primer día te das cuenta de cuál es tu verdadera función. La única tarea que tengo es la de ser persona, algo tan sencillo como saber escuchar y devolver cada sonrisa que te regalen. Mi labor es muy gratificante.
-Además de ser voluntario, ayuda en la coordinación con los profesionales del Padre Menni, lo cual supone un plus para su currículo. ¿La gente joven tiene que espabilar o esta es la tendencia de la gente que le rodea?
-Soy de la opinión de que demasiada gente es tremendamente conformista y actúa por debajo de sus posibilidades. Y me parece muy triste. A mí me encanta la gente con ambiciones, y no me refiero a conquistar el mundo, sino a intentar formar parte de proyectos y objetivos más grandes que tu propio ombligo. Recomiendo a todo el mundo a participar en un voluntariado o proyecto similar, realmente creces como persona y aprendes a ver las cosas desde otro prisma.
-¿Qué es lo que más le llama la atención de los servicios que se prestan en el Padre Menni?
-El taller de trabajo. Empresas como Tafer encomiendan diversas tareas a los usuarios del centro, a cambio de las cuales reciben una recompensa económica. Esto les ayuda a recordar su valía. Puedes percibir lo mucho que disfruta cada persona con estos trabajos.
-En una sociedad en la que todo va cada vez más deprisa, ¿las familias se involucran lo suficiente en la atención de sus seres queridos ingresados?
-Me ha sorprendido la soledad que se respira en el ambiente. A pesar de haber más de 400 usuarios en el hospital, muchos pasan mucho tiempo solos. Alguno me ha contado que lleva años sin saber nada de familiares ni amigos. Es en estos casos cuando la figura del voluntario brilla más que nunca: toda compañía es bien recibida por estas personas. Son tan cariñosas que resulta imposible no despertar sentimientos hacia ellas.
-Como estudiante de psicología, ¿cómo percibe hacia donde está evolucionando la atención a las personas con discapacidad intelectual?
-La ciencia avanza a pasos agigantados, pero queda muchísimo camino por recorrer. Mientras tanto, hace falta algo más. Este verano he tenido la suerte de conocer desde dentro como funciona una institución como Padre Menni y ahí dentro se hace una labor excepcional. Ver a personas con tantos problemas sonreír con semejante facilidad te demuestra que las cosas se están haciendo bien. Las personas con alguna discapacidad intelectual son igual que tú y yo, con sus virtudes y sus defectos, gustos y manías, y es algo que se tiene que tener presente siempre. Creo que centros como Padre Menni son lugares en los que, acertadamente, se intenta ayudar a personas que lo necesitan a llevar una vida lo más independiente posible, no simplemente cuidar de gente con problemas mentales.
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Ana del Castillo
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