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Haggi Schumacher, de origen alemán, se considera un ciudadano del mundo. «Un bohemio, un artista» que ha viajado por 35 países y que disfruta al llevar una vida nómada, sin ataduras. «Me siento mejor con una mochila al hombro que con una casa». Reside habitualmente ... en Benicasim y allí se dedica a esculpir con arena. Pero este año, para variar, decidió viajar al norte de España porque «allí había demasiada gente». «No tenía espacio suficiente, a pesar de que tengo un lugar reservado en la playa y cuento con el apoyo del Ayuntamiento». Y aquí está, en Santander, instalado en un recoveco de la fachada del antiguo Cormorán, donde ha hecho su campamento. Allí al lado está su último trabajo: un enorme dragón durmiendo que es objeto de fotografías y que llama la atención. En especial, de los niños.
El rastro del artista es evidente en la Segunda Playa de El Sardinero desde hace un mes y medio. Grandes esculturas de arena con diversas formas que son más habituales en la zona del Mediterráneo. Junto a los restaurantes El Serbal y Querida Mar. Antes de Cantabria pasó unas semanas por Gijón y por Hendaya. Santander fue su siguiente parada. Los trabajadores de los restaurantes aseguran que en este tiempo «ha tenido muy buen trato» y que las esculturas «han gustado mucho al público que transita el paseo». Junto a su obra, la gente deja propinas y, con ello, Haggi cubre sus necesidades básicas..
El alemán llegó a España en 2001 y desde entonces ha estado en la zona de Alicante. En todos estos años también ha realizado escultura en hielo, en nieve y en hierro. «No me gusta estar sin hacer nada. Me considero inquieto y creativo. He probado otros materiales, pero la arena es con lo que más probabilidades de éxito tengo. Llevo hechos más de 800 castillos de arena de tamaño gigante. Lo bueno es que en Benicasim permanecen meses inalterables y puedo ir armando otras figuras. Trabajo en un espacio cedido por el Ayuntamiento de más de 120 metros cúbicos de arena».
De Santander le ha sorprendido gratamente la playa de El Sardinero, que «es grande y con pocos usuarios, lo que me deja mucho espacio para trabajar sin molestar a nadie y viceversa». «He descubierto el norte, pero ahora es buen momento para regresar a Benicasim donde pasaré un invierno tranquilo y con buena temperatura y donde las esculturas perduran largas temporadas. Volveré a Santander, aunque solo de paso, para saludar a algunos amigos».
De hecho, su plan es regresar a 'casa' «este lunes, que ya se habrá despejado de turistas». Antes de su marcha, en todo caso, le gustaría sorprender al público con una última escultura. «Creo que haré un gran mago y algunas formas más, si el tiempo acompaña. En Santander he recibido muy buen trato».
Cada escultura suele llevarle tres días de trabajo. «Aquí la arena es más natural y de mejor calidad que la del Mediterráneo. Para estas esculturas es ideal. Sin embargo, mis enemigos son el viento, la lluvia y la marea, que hace que no duren muchos días». Y alguno más: «Las gaviotas y los perros, que también me toman el pelo y pican la escultura cuando no estoy custodiándola».
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