Cincuenta tractores por Santander como primer aviso desde el campo

Fue una marcha pacífica y lenta. Muy lenta, de hecho. Eso hizo que se prolongara por más tiempo de lo previsto. Ayudó que empezara con retraso. La salida desde La Marga estaba anunciada para las once y media, pero hasta las doce no se escucharon las sirenas y los motores. Los organizadores explicaron que les fueron «embolsando» en la zona de Cajo y les llevaron desde allí hasta el punto de encuentro. En cuatro grupos, según su procedencia: desde Selaya, Corvera de Toranzo, Sarón y Torrelavega.

La rotonda de la entrada a Santander era un punto perfecto para hacer la cuenta. Uno, dos, tres... Treinta, cuarenta... Unos cincuenta tractores, e intercalados con ellos algún camión, un todoterreno, motos... Hasta algún ganadero que marchó a pie campano en mano. Como Vicente Bedoya, de Camaleño y ya jubilado. «Vengo para ayudar a los ganaderos de Liébana y de Cantabria. A ayudarles para que podamos seguir viviendo en los pueblos. Allí vivimos felices, pero en las capitales tienen todos los derechos y en los pueblos no. Tienen que ayudar a la gente joven ganadera», decía convencido.

Hagan cuentas. Cincuenta tractores, a unos cinco metros y medio por tractor, más la distancia entre uno y otro, más los otros vehículos... La cola tuvo, claro, incidencias sobre el tráfico en la capital. Pero es cierto que, en la medida de lo posible, los participantes circularon en fila india, utilizando un carril. Así que, en muchos tramos, dejaban uno libre y hasta se abrieron para el resto de vehículos los itinerarios reservados exclusivamente por el centro para los autobuses. Así que se cortó sólo lo indispensable –la Policía Local y la Nacional acompañó en todo momento a los participantes, que en el principio y en el final también contaron con presencia de Guardia Civil–. Hubo atascos y trastorno para los conductores, pero es verdad que menos que en otras ocasiones, como se vio desde un primer momento por Marqués de la Hermida.

De allí, siguieron por Antonio López y enfilaron el centro por Isabel II. Giro a la derecha, Calvo Sotelo y Paseo de Pereda. La tractorada siguió llamando la atención de los que andaban por la calle –mucha gente a esa hora (aplausos incluidos en algunos casos)– por Puertochico y Castelar. Y luego, por Reina Victoria hasta el aparcamiento del campo del Racing.

«Estamos un poco cansados de que no se nos tenga en cuenta. Queremos que se nos haga algo de caso porque parece que no existimos. Tenemos que enseñar que el campo está, que sin nosotros no vais a comer y que somos el sector primario. Sin nosotros no tenéis nada», comentaba subido a su tractor –uno antiguo, pequeño, muy llamativo– Juan Movellán, llegado desde Prezanes, a la altura de Isabel II.

Las peticiones eran similares. «Lo primero, estamos reivindicando que se consuman los productos que se producen en España. Lo segundo, unos precios justos para que el medio rural pueda seguir subsistiendo y que exista un relevo generacional. Y que no nos invadan con productos de fuera que se hacen sin ningún tipo de control», concretaba Luis Miguel García, llegado desde Anero. Él era, además, uno de los organizadores de la convocatoria y estaba satisfecho con el resultado. «Creo que es muy bueno. A pesar de que intentamos hablar con sindicatos y organizaciones agrarias y nadie quiso apoyarnos, y teniendo en cuenta que hemos solicitado el permiso el viernes. Lo valoro como una buena colaboración de la ciudadanía y del sector». Agradeció eso y también la labor y el trato de los Cuerpos de Seguridad del Estado.

Desde Vox, vinculados al sindicato convocante (en los tractores que encabezaban la fila iban las diputadas Leticia Díaz o Natividad Pérez, entre otros), se sumaron a la protesta contra las políticas impuestas al sector, unas medidas «motivadas –dicen– por un componente ideológico que no busca la mejora de sus condiciones ni la de los ciudadanos que necesitamos de su trabajo».

Algunas de estas ideas estaban en el manifiesto que se leyó al final de la marcha. El «falso medioambientalismo», la derogación del «pacto verde» o la competencia desleal con «terceros países». También –una de las cosas más repetidas– la «reducción de la burocracia» o la derogación del «cuaderno digital».

Lo comentaron, se subieron de nuevo a sus tractores y se marcharon, poco a poco, para casa. Ya eran las tres de la tarde y llevaban casi cuatro horas de circulación lenta.