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«Estamos todas con un susto que no podemos. Te sientes vigilada, espiada. Sabes que se te pueden colar en casa cuando estás dentro. Ya ... no sabemos qué más hacer, ni a quien pedir ayuda». Habla la hija de la anciana de 89 años que aún se está recuperando del susto del pasado sábado, cuando una mujer irrumpió en el jardín de su chalet para arrebatarle los collares que llevaba colgados al cuello. Esta vecina del barrio Isla del Oleo, donde en los últimos meses se han producido varios robos en viviendas, prefiere el anonimato porque aún está «aterrada». «Por suerte no hubo agresión. Sólo abrió la puerta del jardín y entró, le cogió los collares a mi madre y subió al coche que le esperaba fuera».
Los ladrones lo tenían todo planeado. Sabían que la anciana no estaba acompañada;que portaba joyas de valor y que nadie vigilaba alrededor. Pero en esta urbanización de chalets es difícil escapar sin ser visto, porque los vecinos, alarmados por la cadena de robos, se han coordinado para ejercer labores de seguridad privada.
«Un hombre que vive en un chalet situado enfrente vio a la mujer. Cuenta que tenía una chaqueta de color blanco, que tenía pelo moreno y que era de constitución fuerte», desvela. Acreditan otros residentes en la zona que vieron a esa misma persona merodeando por el barrio. Que también estuvo en la zona del Primero de Mayo, y que intentó robar a más personas con el método conocido como 'abrazo cariñoso'. La Policía ha advertido ya en numerosas ocasiones sobre este 'modus operandi', en que el delincuente, que normalmente es una mujer, trata de seducir a su víctima para acariciarle y poder arrebatarlejoyas, la cartera o lo que esté a mano.
Los problemas con los robos comenzaron hace más de dos meses y han alimentado el temor de los vecinos, que alarmados, acudieron a la Policía y se plantaron en la Delegación del Gobierno con cien firmas para exigir «mayor presencia de los agentes».
Los ladrones entraron en una primera oleada en tres de los 71 chalés y se llevaron dinero en efectivo, joyas y otros objetos de valor, con lo que produjeron también cuantiosos daños materiales. Después hubo un segundo episodio, en que llegaron a marcar en blanco algunas puertas de casas concretas. Se llegó a identificar a tres sospechosos, pero aún no han podido relacionarlos con los hechos delictivos.
«Yo no sé qué más necesitamos probar para que los cojan», protesta Enrique Martín, uno de los propietarios cuya vivienda fue asaltada. «Tienen imágenes de cámaras de seguridad, muestras de sangre de uno de ellos que se hirió cuando entró, los tienen identificados porque los pillaron comprando en una panadería. Y aquí todo el mundo está aterrorizado. ¡Necesitamos que hagan detenciones!», exclama. Y no es el único indignado.
A Pilar Santiago también le entraron en casa. «Me llevaron joyas y dinero y vivo con el miedo metido en el cuerpo. Hasta que no los cojan, vamos a estar mal. Todos». Pero aún no hay resultados en la investigación.
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Ana del Castillo
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