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A falta de soluciones oficiales, cada uno se ha buscado la vida para volver por su cuenta a Cantabria. Unos volaron a otros puntos de España como Madrid, Santiago de Compostela o Alicante, mientras otros fueron en autobús hasta París para coger desde allí un ... avión a Santander. En lo que coinciden todos los afectados es en que han vivido una auténtica odisea desde que este lunes el personal de seguridad del aeropuerto belga de Charleroi se puso en huelga y les impidió acceder al recinto y coger su vuelo. Resultado: el avión que conectaba la ciudad con Santander, de Ryanair, realizó el trayecto con apenas 17 personas a bordo. Y estos 17 lograron embarcar porque, o bien accedieron antes del arranque de la huelga –unas cinco horas antes del vuelo–, o porque se colaron a través de unos andamios del edificio.
Roberto Aramburu | Afectado
«Nos avisaron sin apenas antelación de que llegásemos antes de las 16.00 horas, que era cuando iban a cerrar las puertas, pero no nos daba tiempo», relata una de las afectadas que el lunes tenía que volar a Santander, María Larragan. «Conocemos a otro grupo que fue en taxi y cuando llegaron allí resulta que llevaba todo cerrado desde las 13.00 horas, así que a todos los gastos tendrán que sumar cientos de euros de un taxi que no les ha servido para nada». Larragan viajó junto a su madre, su tía y sus primos. Unos han perdido días de trabajo y otros citas médicas. «A eso sumamos la noche extra de hotel y los billetes nuevos (a Bilbao con transbordo en Alicante desde el aeropuerto Bruselas Internacional), más caros por cogerlos a última hora», lamenta. No saben aún a quién reclamar, pero se han unido a más españoles afectados para tratar de denunciar lo ocurrido conjuntamente.
María Larragan | Afectada
La compañía responsable del vuelo, Ryanair, no asume culpas porque el viaje sí se realizó. Aunque se retrasó en torno a una hora, no hubo cancelaciones ni imprevistos por parte de la empresa. Por eso, los afectados no saben muy bien si alguien se hará cargo de los gastos desencadenados del problema. Al dinero de los vuelos perdidos, se suman los nuevos vuelos, las noches extra de hotel, los billetes de autobús, el alquiler de coches, taxis... «Uno viaja con un presupuesto y esto te lo descuadra todo», lamenta otro afectado, Javier Samperio.
La solución de Samperio fue volar ayer a Santiago de Compostela desde Charleroi. Llegó con varias horas de antelación al aeropuerto y en un primer momento se preocupó porque había más colas que el día anterior. «Hay unas colas muy largas pero la Policía nos dice que cada poco tiempo van abriendo las puertas para que la gente vaya entrando», explicaba mientras trataba de acceder, lo que le llevó un par de horas. Una vez en España, su intención era volver a Santander en autobús. Por su parte, Larragan y su familia prefirieron cambiar de aeropuerto por temor a que les pasara lo mismo que el día anterior y se decantaron por volar desde el Bruselas Internacional, donde conectaron con Alicante y, desde ahí, con Bilbao, pendientes de ir a Santander a por el coche.
Javier Samperio | Afectado
Charo Blanco, que califica de «odisea» lo vivido, se queda con la parte positiva de lo ocurrido: los trayectos extra de transporte hasta llegar a Cantabria le han salido por 164 euros. «Visto lo visto, me esperaba algo mucho peor». En su caso, junto a tres amigas, fue en tren hasta París y, allí, cogió en coche de Uber hasta el aeropuerto. Desde allí –donde tuvieron que esperar una hora en la calle porque no abría hasta las cuatro de la madrugada– cogieron un avión hasta Valencia que enlazó con otro a Santander: «Por eso digo que con todas las vueltas que hemos dado no nos ha salido ni tan mal. Eso sí, no creo que nadie se haga responsable».
Uno de los más rápidos en volver fue Roberto Aramburu, que tras perder el vuelo desde Charleroi se dirigió a Bruselas Internacional para viajar a Madrid a las 6.55 horas del martes. «Tenía prisa porque tenía una reunión de trabajo a media mañana en Cantabria, a la que ya era imposible llegar». Al encuentro acudió finalmente su socio hasta que él se pudo unir para comer. De hecho, la razón por la que viajó a Bruselas fue la visita a otro cliente. «Uno de los mejores que tenemos, que está allí», y con quien distribuye productos de Quesería 3 Valles Pasiegos por Bélgica.
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