
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Aunque el problema pesquero entre Bruselas y Senegal viene de lejos, ahora alcanza un punto nuevo y desconocido. La flota atunera de Dakartuna (sociedad que ... agrupa a las embarcaciones que se dedican a la pesca con caña de atún y que cuenta con un atunero con base en Colindres) tiene amarrado sus cuatro barcos de pesca en Dakar desde el pasado 13 de noviembre -unos días antes de que finalizase el acuerdo con el país africano que permitía salir a faenar- y sin visos de una solución a corto plazo en el horizonte.
«No es que se repita, es que es peor». Así se pronuncia Miguel Ángel Solana, presidente de Dakartuna ante este nuevo escenario. «Lo de hace tres años, en 2022, fue una parada que tuvimos que hacer porque hubo un desacuerdo entre la Unión Europea por un tema económico y nos prohibieron pescar durante seis meses. Pero el caso de ahora es peor, porque el acuerdo pesquero no se ha firmado».
Unos conflictos que empezaron en 2020 con los problemas para acceder a la carnada -cebo vivo como anchoa o sardina o que elaboran los pescadores artesanales- y que se utiliza para la pesca artesanal. Desde entonces la flota atunera ha visto reducida su carga de pesca de 1.200 toneladas a casi 400 por los incumplimientos del país africano. Y es que en 2022 se vivió el episodio más problemático hasta el día de hoy, las cuatro embarcaciones ya se vieron afectadas por un parón obligado al no poder proveerse de cebo vivo y además sus autoridades decidieron no expedir nuevas licencias de pesca a los barcos de la Unión Europea.
Durante el pasado mes de mayo la Unión Europea le sacó tarjeta amarilla a Senegal en materia de pesca, por pesca ilegal. «Mientras tenga tarjeta amarilla no se puede negociar ningún acuerdo pesquero con ellos. Al no firmar el acuerdo, nosotros no podemos ir a pescar y estamos amarrados y sin saber qué perspectivas tenemos ni qué futuro nos espera ni nada», aclara Solana.
Ante esta situación mantienen los cuatro buques amarrados y con ocho armadores -entre los que se encuentran tres cántabros- que garantizan su mantenimiento y custodian las embarcaciones ante el riesgo de que puedan ser desvalijadas. Cada mes que pasan sin salir a faenar los buques acumulan 50.000 euros mensuales en pérdidas en concepto de costes de los amarres del puerto, pagos a consignatarios y a la tripulación, a los que tienen que seguir pagando durante este tiempo.
«Nos han dicho que es muy difícil negociar ahora y que tardarían semestres», añade el presidente de la sociedad. «Nosotros no podemos aguantarlo, necesitamos ayudas para poder continuar. Tampoco hemos tenido ningún tipo de respuesta por parte del comisario europeo de Pesca y Océanos, Costas Kadis». Ante esta situación, solicitan ayudas en forma de subvenciones al desguace o caladeros alternativos. «En Ecuador hay zonas donde practican el mismo tipo de pesca y en Costa Rica existe un acuerdo con empresas porque allí no hay barcos de caña, pero todo esto requiere de ayudas económicas, porque no sabes cómo funciona todo en un país nuevo».
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Ana del Castillo
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