Auge y caída de Ciudadanos en Cantabria
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Pasa de tres diputados, 31 ediles y presencia en cinco equipos de gobierno, a sólo 17 concejales en tres ayuntamientos. Sobrevive Soberón gracias a su rotunda mayoría en El AstilleroNo por prevista o incluso esperada la caída de Ciudadanos en Cantabria ha sido menos sonora. La debacle de la formación naranja tras las últimas elecciones autonómicas y locales ha certificado prácticamente la defunción el partido en la región. De los tres diputados y 31 ... concejales que tuvieron esta última legislatura -llegaron a formar parte de 5 gobiernos municipales-, a quedarse sin sillón en el Parlamento regional y obtener sólo 17 ediles en tres ayuntamientos diferentes. El único que ha salvado los muebles ha sido el alcalde de El Astillero, Javier Fernández Soberón, que ha arrasado con un rotunda mayoría absoluta de 15 concejales de 17 posibles. El fracaso ha sido tan estrepitoso que se ha llevado por delante al líder del partido, Félix Álvarez, que ha dimitido y anunciado, además, que abandona la política.
¿Qué ha pasado? La respuesta es poliédrica. Ha tenido mucho que ver la trayectoria del partido a nivel nacional, sus constantes cambios de rumbo -han sido, según ellos, de centro, de centro izquierda, liberales...- y las luchas en la cúpula para tratar de guiar un barco sin rumbo después de que el capitán lo abandonara -Albert Rivera pudo llegar a ser vicepresidente del Gobierno-.
A Ciudadanos le costó arrancar. Aquella formación nacida en 2006 en Barcelona como germen de la plataforma cívica 'Ciutadans de Catalunya', fue creciendo poco a poco al calor del enfado de los votantes con el bipartidismo. En 2015 decidieron expandirse a nivel nacional. Así llegaron a Cantabria. Juan Ramón Carrancio fue su primer impulsor. También uno de sus mayores quebraderos de cabeza. Con él como coordinador y Rubén Gómez como candidato, se presentaron a las elecciones autonómicas de 2015. Sacaron dos diputados al obtener 22.165 votos, el 6,92% del total. También irrumpieron en el Ayuntamiento de Santander, donde David González y Cora Vielva se convirtieron en la muleta del PP para sacar adelante el proyecto de los populares que gobernaban en minoría.
Las relaciones entre Carrancio y Madrid se rompieron, Albert Rivera eligió, según Carrancio, a Félix Álvarez «con el dedo de Dios» para ponerse al frente del partido en Cantabria. Ni el líder regional, ni González, ni Vielva dejaron sus actas pese a su salida del partido. A pesar de todo, fue la mejor época de Ciudadanos. Jugó un papel determinante, incluso permitió que el bipartito PRC-PSOE aprobara los Presupuestos de 2017. En Santander, facilitaron la investidura de Íñigo de la Serna como alcalde antes de que se marchara de ministro de Fomento y Gema Igual le sustituyese en el cargo.
Ciudadanos en Cantabria llegó crecido a las elecciones autonómicas de 2019 -impulsado por la ola del momento: eran el partido de moda- , pero sus expectativas se redujeron a tres diputados (el propio Félix Álvarez, Diego Marañón y Marta García) y 31 concejales. Aun así, comenzaron la legislatura formando parte de cinco equipos de gobierno municipales (Santander, El Astillero, Castro Urdiales, Marina de Cudeyo y San Vicente de la Barquera).
El partido fue perdiendo fuerza y los debates internos terminaron de acelerar la descomposición. La ganadera Marta García aprovechó para desligarse la decisión de su partido a nivel nacional de abstenerse en el Congreso en la votación en la que se ratificó la prohibición de cazar lobos; aunque en el fondo se escondían las diferencias con sus compañeros de bancada. Álvarez y Marañón continuaron, pero el segundo ya avanzó que no se presentaría a la reelección.
Félix Álvarez se quedó sólo. Acudió a los comicios del domingo a la desesperada, y no le salió bien: Ciudadanos fue la sexta fuerza con el 2,31% de los votos (7.451 papeletas), lejos del 5% que abre las puertas del Parlamento. También hubo sangría a nivel municipal. Sólo 17 concejales: los 15 de Javier Fernández Soberón en El Astillero, uno en Castro Urdiales y otro en Ruiloba. Motivos más que suficientes, entendió Álvarez, para presentar su dimisión. «No me voy feliz, pero sí satisfecho», afirmó.
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