La pandemia ha ralentizado la actividad económica de la región, pero ha habido negocios que han podido amoldarse y ahora tienen más trabajo. Visitamos cuatro que basan su resistencia en la economía circular y la cultura de la reutilización
«Los talleres tiran más de nosotros por los problemas de suministro en las piezas»
Fernando Velarde, en su desguace de Viérnoles.
luis palomeque
Fernando Velarde lleva más de cuarenta años al frente del desguace que regenta en la localidad de Viérnoles, muy cerca de Torrelavega, donde trabajan actualmente diez personas. Conoce mejor que nadie cómo ha sido la evolución en este tiempo de la industria del automóvil. Como ... en el resto de sectores económicos, la llegada de la pandemia trastocó su negocio. La recuperación ha sido lenta, pero ahora aprovecha la ola que el covid ha dejado. «Los talleres están funcionando bastante bien y tiran más de nosotros, quizás, porque están teniendo problemas con algunos de sus suministros», explica.
Los desguaces ya son cementerios de coches, como se les conocía antiguamente. Se han sabido adaptar a las necesidades del mercado y también a las exigencias medioambientales. A cada vehículo que entra, se le retiran las partes y líquidos contaminantes, se recuperan los elementos reaprovechables y el resto se achatarra. «Nuestra opción siempre es más barata que comprar la pieza nueva», explica. «Por ejemplo, un alternador, que es uno de los productos más demandados, puede costar alrededor de unos 300 euros de media si se compra nuevo. En un desguace te sale por unos 50», añade.
El desembarco del covid y la cadena de restricciones que trajo consigo redujo ostensiblemente la movilidad, lo que ralentizó el despegue del sector. «En el tema del recambio, sin embargo, se ha notado una ligera subida», desvela. «El problema es que como se venden menos coches nuevos, pues lógicamente también entran muchos menos al desguace, y claro es nuestra materia prima», subraya.
Lo que también ha percibido es cómo «la incertidumbre» de la industria del automóvil se ha trasladado hasta los clientes. «Ahora la gente estira mucho más el coche que antes. En parte, tiene su lógica. Con todo lo que se escucha, no saben si comprar uno diésel, que dicen que tienen los días contados, los eléctricos son aún demasiados caros y no están tan desarrollados y con los híbridos temen quedarse a medio camino», explica.
De momento, esto beneficia a los desguaces porque los vehículos con más antigüedad, en teoría, se estropean más. Eso sí, las averías son más baratas porque la mecánica tiene más importancia que la electrónica. «Lo que nosotros garantizamos es que hay 'stock' y además es más barato. Muchas veces compensa más cambiar una pieza y seguir con el coche un tiempo, que hacer un desembolso de miles de euros por uno nuevo. Las piezas están garantizadas y, si hay algún problema con alguna porque es imposible certificar su estado, pues se cambia por otra», concluye.
Leyda Pocohuanca - La Cremallera
«La pandemia ha dado y ha quitado kilos; y la gente viene a arreglar la ropa»
Leyda cose una chaqueta en el taller de arreglo y confección que regenta en Torrelavega.
Luis Palomeque
Raro es el armario donde unos pantalones, un vestido, una falda o un abrigo no están arrinconados a un lado por culpa de la pandemia. Y no es porque hayan dejado de gustar. No. O se han quedado grandes, o pequeños. «El covid ha dado y quitado kilos; y la gente viene ahora para que le arreglemos esa ropa», explica Leyda Pocohuanca. La actual propietaria de La Cremallera, uno de los talleres de arreglos y confección con más solera de Torrelavega, relata que es raro el día que no tiene que ensanchar unos pantalones o ponerlos pinzas para que el cliente pueda entrar en ellos.
Este tipo de negocios han cogido impulso a raíz del desembarco del covid. En un primer momento, lo pasaron mal. «Cuando salimos del confinamiento del año pasado, no venía nadie. Y quien lo hacía era para coger los bajos, siempre de ropa nueva», comenta mientras arregla una chaqueta en el taller.
«Ahora se han animado mucho más. También nos está ayudando el mal tiempo que está haciendo. La gente ha sacado de los armarios los abrigos, los chaquetones y las trencas. En muchos casos, eran de sus madres o incluso de sus abuelas, pero son tan bonitos y de tanta calidad que merece la pena arreglarlos», subraya.
«Es que la ropa de ahora no dura nada», se justifica. «Te compras una blusa o una cazadora en una de esas cadenas multinacionales que ofrecen cosas bonitas a un precio imbatible y al poco tiempo se les descosen los botones o les deja de funcionar la cremallera», añade. Ahí es donde entra en juego su negocio. «También tenemos clientes que les gusta personalizar sus propias prendas. Hace poco una clienta trajo un chaquetón bueno de piel, pero ella no se veía bien con él. Así que decidió que lo descosiera para hacer una manta», explica.
«Lo más importante es amar tu trabajo. A mí me gusta y le pongo mucho cariño a cada prenda que me traen. Para tratar mejor las de cuero, por ejemplo, he comprado una máquina específica. Son muy delicadas y algunas tienen muchos años, pero con cuatro cosas se pueden actualizar como si fuesen de temporada», cuenta.
La eliminación progresiva de las restricciones también le ha ayudado a coger aire. «Lo que también he notado es que, al recuperarse las actividades académicas, han aumentado las graduaciones. Aquí han venido chicos, en ocasiones casi sin tiempo porque les avisaron tarde, para arreglar trajes y así estar bien guapos ese día», cuenta.
«Siempre es más barato que comprar uno nuevo», concluye.
José Torre - Repara Táctil
«Hemos notado desde octubre una mayor afluencia de gente para reparar teléfonos»
José, en el taller de reparación que tiene en Valle Real.
daniel pedriza
El taller de reparación de José Torre, en el centro comercial Valle Real de Camargo, no para. Son cuatro personas a dos turnos para satisfacer la demanda. Teléfonos móviles, tabletas electrónicas, ordenadores portátiles y videoconsolas son los aparatos que destripan para concederles una segunda oportunidad. «De octubre para acá hemos notado un repunte en la gente que viene con móviles. Nos dicen que es por la falta de suministros en las empresas de telefonía», explica.
El covid ha supuesto un acicate para su negocio. Pocos saben vivir sin un teléfono inteligente. Estos aparatos tienen cierta facilidad para caerse al suelo y estropearse, lo que abre una ventana a las empresas de reparación. «Lo que más guerra da, sin duda, son los terminales que se han mojado. Lo que más nos traen es para cambiar las pantallas rotas y para reponer las conexiones donde se enchufan los cargadores de las baterías», puntualiza.
Lo que no ha notado, en cambio, son problemas a la hora de hacerse con los recambios. «Normalmente en 24 o 48 horas tenemos el repuesto para poder solucionar el problema. En ese sentido, no he sufrido desabastecimiento», explica. La obsolescencia programada también les da trabajo. «Últimamente están viniendo muchas videoconsolas de la marca Nintendo. Además, son aparatos a los que se les suele someter a mucho trabajo», añade. «Arreglar es una buena opción cuando te lo recomienda un profesional. Nosotros llevamos siete años aquí y, en parte, es por eso», finaliza.
Rafael Bustamante - Belpers.com
«A raíz del covid ha aumentado la demanda de empresas de reformas y de jardinería»
Lucas Muñoz, Rafa Bustamante y Juan Ansorena, de Belpers.com.
DM
A Rafa Bustamante, Lucas Muñoz y Juan Ansorena se les ocurrió la idea de montar una empresa para conectar a usuarios y profesionales cuando un amigo suyo electricista se quedó en paro. Así nació Belpers.com, una aplicación donde una persona puede buscar un fontanero, un electricista o alguien apañado para montar muebles. «No nos podemos quejar, llevamos desde agosto y vamos por las mil descargas. La gente está contenta y valora bien el servicio», explica Rafa Bustamante.
En total, hay 27 categorías y la idea es que se incorporen más a medida que la demanda crezca. «Lo que más trabajo está generando en la pandemia es para las empresas de reformas, fontanería y carpintería», subraya Bustamante. «Actualmente estamos con el boom de los arreglos en casa por el confinamiento. Hay personas que se dieron cuenta de que sus hogares no eran tan cómodos como pensaban o que, simplemente, no disponían del lugar más adecuado para teletrabajar. Eso nos ha dado un fuerte impulso», comenta.
A medida que la vacunación fue neutralizando al covid –aunque ahora esté avanzando de nuevo–, los servicios que demandaban los usuarios fue cambiando. «Últimamente entran muchas ofertas para empresas de jardinería. Hay gente que se marchó a vivir a sus segundas residencias y, al regresar a la ciudad, quieren seguir conservando el césped en buen estado», afirma. «También ha cogido auge la petición de entrenadores de 'fitness' para recuperar la forma perdida en este tiempo», concluye.
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