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Es un jueves cualquiera cuando el ferri Pont Aven atraca frente a la estación marítima de Santander y en su interior comienzan a escucharse rugidos de motores. Parece que el buque de la compañía Brittany Ferries hubiera cobrado vida y estuviera roncando. A los pocos ... minutos, el barco abre su enorme boca y comienzan a emerger vehículos de cuatro ruedas y, una tras otra, hasta 150 motocicletas de todos los estilos y colores. Unas modernas, casi nuevas; otras modelos clásicos pulcramente conservados. Deportivas, de trail, touring, custom o naked... Harley Davidson, Triump, Honda, Yamaha... En resumidas cuentas, un nutrido surtido para todos los gustos. «Suelen venir del orden de doscientas cada viaje», atestigua Roberto Castilla, director de Brittany. En total, «más de diez mil entran en España por el Puerto de Santander cada año», certifica. Es un fenómeno creciente que se ha espoleado, sobre todo, a raíz de la pandemia y que se explica con el auge del turismo sobre dos ruedas en la región y el norte del país.
Cada vez más agencias de viajes ofrecen el programa completo: pasaje de ferri, ruta de carretera por el norte de España o incluso hasta Portugal –dependiendo de los días reservados para el periplo– y contrato de hoteles y restaurantes para cada día. Son planes estudiados al detalle por auténticos amantes de la aventura del asfalto. «Siempre hemos traído muchas motos, pero de unos años a esta parte, sobre todo a partir de 2020, ha crecido muchísimo porque se está poniendo de moda», asegura Castilla.
«Siempre hemos venido con muchas motos, pero de unos años a esta parte, sobre todo a partir de 2020, ha crecido mucho»
«Hace ya tiempo que vengo aquí porque me gusta mucho esta tierra, me encantan sus gentes y su gastronomía»
«Cantabria es un sitio maravilloso, y Potes, como localidad, me parece inigualable. El mejor sitio en Cantabria»
El perfil tipo es el de un hombre de edad avanzada, normalmente ya jubilado y de alto poder adquisitivo que encuentra en la región un lugar con gran cantidad de carreteras nacionales plagadas de curvas y rodeadas de un paisaje natural sin parangón y con una climatología cada vez más benévola. Los puertos de montaña son su perdición, sobre todo si al final del camino encuentra un pueblo con un buen restaurante donde degustar un cocido montañés, una buena carne de caza o un buen pescado, porque lo que impera es el gusto por la gastronomía regional. «Es eso lo que se puede ofrecer y lo que está triunfando en esta oferta, que además está desestacionalizada, como podemos ver».
Greg Virgire, de 56 años, que viene de Colchester, en el condado de Essex, muestra su documentación a las autoridades en el control portuario de la Policía Nacional y apaga el motor de su moto para atender a este periódico. «Hace ya tiempo que vengo aquí porque me encanta esta tierra, me gustan sus gentes y su gastronomía. Amo Picos de Europa y el plan que tengo es cruzarlos para llegar hasta Portugal», confiesa cuando trata de olvidar el inglés para pronunciar en español 'Picos de Europa'. «Me encanta perderme por estas carreteras, conocer gente, hablar con ellos y tener vivencias de todo tipo en el viaje. Forma parte de la experiencia», comenta.
Su plan es, en los últimos cuatro años, uno de los más repetidos:hacer ruta por el norte peninsular hasta llegar al país vecino. En otros casos la dirección es la contraria, hacia Pirineos, con escala fugaz en algún rincón en la frontera con Francia. En todas partes se busca lo mismo: naturaleza, carreteras bonitas, buena gastronomía y aventura. Porque, pese a que en estos viajes muchas de las paradas están contratadas, con reservas en hoteles y restaurantes, el viajero siempre está dispuesto a dejarse llevar por los imprevistos.
«A veces las sorpresas pueden ser las mejores experiencias de las vacaciones», acredita Dave Friswell, de 75 años, que también ha elegido la moto para hacer turismo por España. «Buscamos los puertos de montaña y ya hemos venido muchos años porque nos encanta este país. Tiene paisajes estupendos y además ya no llueve como en el pasado». Junto a él viaja su amigo Graham Screer, que tiene predilección por el valle de Liébana. «Es un sitio maravilloso, y Potes, como localidad, me parece inigualable. El mejor sitio en Cantabria».
En el Hotel Infantado, en Ojedo, lo saben bien y vienen captando este tipo de visitantes desde hace tiempo: «Llevamos más de veinte años dedicados principalmente a ellos y puedo decir que son los clientes más fieles», confirma Isabel Fombellida, responsable del establecimiento. «Nos hemos adaptado a ellos con varias modificaciones de nuestro servicio, como mantener siempre la barra del bar abierta», asegura. «Vienen más en temporada baja porque aman la tranquilidad y estamos encantados con ellos», afirma.
Friswell, Screer y Virgire hojean el folleto que dispensa Brittany donde se detallan consejos de seguridad que ofrece la DirecciónGeneral de Tráfico (DGT) y, acto seguido, prenden de nuevo los motores, que comienzan a rugir, y se despiden rumbo a la aventura.
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