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Los centros educativos contarán el curso que viene con un protocolo para prevenir o actuar ante el suicidio. Se llama 'Guía de Prevención, Detección e Intervención de la conducta suicida en el ámbito educativo', ha sido elaborada por los departamentos de Educación y Sanidad, y ... está aún abierta a las aportaciones de los directores de los centros. El protocolo permite saber «qué hacer exactamente» ante la detección de un caso entre el alumnado, y también procura herramientas para trabajar en la prevención de las conductas suicidas o autolesivas, explica Arantxa Martín, jefa de la Unidad de Atención a la Diversidad y Convivencia de la Consejería de Educación y FP.
El protocolo comienza con la reflexión de la titular de este último departamento, Marina Lombó: «Si romper el silencio en torno al suicidio es algo que, como sociedad, aún no hemos superado, referirnos al suicido entre menores constituye aún hoy un auténtico tabú. Y, sin embargo, es imprescindible hacerlo, por cuanto es una realidad que existe, que ha empeorado en los últimos años y a la que hemos de hacer frente». Este planteamiento está en sintonía con las estadísticas, ya que el suicidio figura como «el primer desencadenante de muerte en adolescentes por causa no natural», según precisa en la propia guía Raúl Pesquera, consejero de Sanidad del Gobierno de Cantabria. Esta situación, que afloró y se agravó durante la pandemia, puso además el foco en la necesidad de mejorar el abordaje de los problemas de salud mental.
Así, el protocolo comienza desterrando algunos mitos en torno a la conducta suicida -la guía también se centra en diluir las ideas preconcebidas y los estigmas- y divide las estrategias de actuación en dos. Por un lado, está la prevención primaria, que se sustenta sobre los planes de convivencia y los de acción tutorial de los centros (básicos para conocer la realidad del aula a través de la mera observación o las dinámicas de grupo), y que plantea medidas para prevenir y «detectar cualquier indicador de riesgo de conducta suicida». Aquí entran en juego las campañas informativas o los programas de prevención escolar para trabajar las habilidades sociales o la resolución de conflictos, entre otros.
La segunda pata del protocolo es la prevención secundaria: qué hacer si se detecta un caso en el aula. En este apartado se orienta a la comunidad educativa sobre las «señales de alarma» o los niveles de vulnerabilidad del alumnado, y se detallan los pasos que han de dar los centros ante un caso identificado: desde su mera notificación hasta las derivaciones al ámbito sanitario, pasando por la forma de contactar con las familias o la documentación que es preciso rellenar. Se especifican diferentes situaciones y se explica cómo coordinarse con los servicios de orientación. Además, también se procuran herramientas para hacer frente al duelo tras una muerte.
«En los adolescentes es importante no perder la perspectiva de la etapa de desarrollo que viven [...]. Tenemos que estar preparados y alerta. Es fundamental el trabajo coordinado entre Sanidad y Educación, así como poder formar y dar al profesorado herramientas encaminadas a la detección y prevención del suicidio», apunta Pesquera en el protocolo. El consejero y la titular de Educación inauguraron esta mañana la 'III Jornada sobre prevención de las conductas autolíticas en el ámbito educativo', enmarcada en el Ciclo de Jornadas de Formación sobre Salud Mental y Bienestar Emocional, en la que se ha presentado la guía.
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