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. María Gil Lastra
En aulas y casas: la universidad es mixta

En aulas y casas: la universidad es mixta

La UC se ha adaptado a la realidad covid. La alumna Bárbara López Orejana cuenta cómo se organiza semana a semana, la que estudia desde casa y la que lo hace sentada en clase

Mada Martínez

Santander

Domingo, 11 de octubre 2020, 07:33

La próxima semana, Bárbara López Orejana seguirá las clases desde casa. Cada día, tras desayunar, se acomodará en uno de sus rincones de estudio, probablemente en el salón, y consultará el correo electrónico para comprobar si se avecina algún cambio y cuándo puede fijar la hora de una tutoría. Después de la ronda de reconocimiento, seguirá con sus horas de 'estudio autónomo' y con sus clases.

Bárbara cursa 4º del Grado de Educación Primaria en la Universidad de Cantabria. Es un año académico es importante para ella: tiene por delante dos cuatrimestres con asignaturas troncales y optativas, las prácticas en un centro y su proyecto de fin de carrera. La graduación está cerca. A pesar de los cambios que impone el covid-19, lo lleva bien: «Estoy cómoda, era algo a lo que nos teníamos que amoldar si queríamos continuar con la vida, con el día a día», reflexiona, «es un cambio para todos, los profesores también tienen que adecuarse a este modelo. Todos tenemos que adaptarnos». Esta adaptación, plantea, precisa trámites ágiles, y una transición tecnológica más profunda e igualitaria.

La próxima semana, por tanto, la universidad estará en la pantalla del ordenador para Bárbara López Orejana, 21 años, miembro de la Delegación de Estudiantes, con cinco asignaturas entre manos y voluntad de sacarlas adelante. Podrá seguir en directo la docencia de dos de sus asignaturas, interviniendo si tiene dudas o quiere hacer un apunte, a través de la herramienta 'Teams'. El resto de contenidos le llegarán vía 'Moodle', plataforma educativa que maneja con soltura, y también puede concertar tutorías con sus profesores. El viernes, cerrará su semana no presencial dedicando un par de horas de trabajo a la asignatura 'Escuelas inclusivas'.

La UC opta por la docencia presencial si es segura. Si no se pueden mantener las distancias, los grupos de rotan semanal mente

«Estoy cómoda, era algo a lo que nos teníamos que amoldar si queríamos continuar con la vida, con las tareas del día a día»

Sus siguientes cinco días lectivos serán parecidos pero muy diferentes: Bárbara y parte de sus compañeros acudirán al aula que tiene asignada en la Facultad de Educación, en el Campus de Las Llamas, para seguir sus clases presencialmente. Este año, 4º curso se organiza en tres grandes grupos divididos, a su vez, en seis subgrupos de unas 30 personas, las cuales asisten de forma alterna al aula.

La UC inauguró el curso hace 15 días. Hasta el momento, la actividad lectiva, la vida en el campus ha transcurrido entre mascarillas, gel, videoconferencias, citas previas y sin sobresaltos. La modalidad mixta, que combina la docencia en el aula y a distancia, es fruto de las circunstancias y convive este curso en la UC con la educación presencial, que puede aplicarse cien por cien, por ejemplo, en facultades como Enfermería o la Escuela de Ingeniería de Caminos. Lo permiten sus características espaciales y de matriculación. Si bien la Universidad de Cantabria, que este curso ofrece educación superior a cerca de 12.000 estudiantes, apuesta por la docencia presencial, solo la materializa si es segura. Si no puede garantizarse la distancia de seguridad de una mesa a otra en el aula, si no es posible cortar con las aglomeraciones, entonces propone alternativas como esta docencia rotatoria con la que trabaja Bárbara. Los profesores adaptan entonces los materiales y la atención a esta coyuntura, lo hacen con autonomía.

Bárbara López Orejana, en su lugar de estudio y trabajo Sane

La UC ha incrementado por otro lado los medios, dotando de tecnología para la docencia online al 55% de sus aulas, especialmente las de mayor aforo. El profesorado imparte sus asignaturas, y los alumnos las siguen desde el aula, y a la vez, en directo, desde clases anexas o desde casa.

Seguir con las rutinas

Bárbara ha asumido la semipresencialidad y la rotación como formas de vida académica, pero a veces cuesta. «Te levantas, desayunas, cambias de espacio..., pero sigues en ese 'mood' de estar en casa; cuesta más ponerse, como si al cerebro le costase entender que estás en clase. Es más complicado», entiende. Sin embargo, cuando toca una semana de docencia a distancia trata de replicar la vida que lleva cuando acude al aula: horarios y rutinas similares, carga de trabajo repartida entre la mañana y la tarde. «Intentas hacerlo todo como si estuvieras en clase».

La forma de seguirlas, desde una mesa de escritorio, es distinta. Ahora es cuestión de pestañas y documentos superpuestos. Bárbara pone un ejemplo: si en una de esas clases en directo se trata una lectura concreta, abre ese texto en un documento aparte para ir consultándolo, y toma apuntes manuscritos. Y es muy raro que tenga desactivado el correo electrónico. «Lo tengo abierto prácticamente siempre que tengo encendido el ordenador. Lo miro constantemente», revela.

El email, herramienta reina

Semanalmente sus profesores le envían por esta vía las tareas y materiales más inmediatos. Los mails llegan a horas diferentes, mañana, tarde y noche, aunque «siempre te van a avisar con antelación de cualquier cambio», indica López Orejana. El email, incide, es una herramienta reina: «Es el medio de comunicación con los profesores, pero también con secretaría, con la administración».

¿Y estudiar? ¿La forma de hacerlo será muy diferente cuando comience a preparar los exámenes? Bárbara lo piensa un momento, pero no cree que use técnicas muy distintas a las del curso pasado. En su carrera abundan las lecturas, los contenidos se extraen de esos textos, así que confía en que su forma de trabajo no se transformará en exceso. Y confía también en poder realizar sus prácticas, en el segundo cuatrimestre, con toda la normalidad que permita el covid, y además defender su TFG sin más sobresaltos que los que conlleve la propia investigación. Habla sobre estos pequeños dilemas, sobre trabajos y tareas con sus compañeros: «Hablamos más entre nosotros, nos preguntamos más».

En breve esta alumna se convertirá en maestra de un alumnado entre los 6 y los 12 años, en maestra de Primaria. Lee y debate sobre el papel que debe jugar la educación o sobre las complicaciones pedagógicas que puede acarrear la crisis sanitaria. Los centros educativos, entiende, son ahora de los espacios más seguros gracias al trabajo de los profesores, pero también a la implicación de los alumnos. «Puedes hacerles conscientes de la situación en la que están, incluso pueden ser más responsables que algunos adultos. Tengo muchas ganas de hacer las prácticas este año y ver la respuesta», desea.

Lo más complicado, intuye, es mantener las metodologías de trabajo en grupo, colaboración e investigación que se han logrado implantar. «No hay que dejar eso de lado, no hay que volver a la clase magistral. Lo más complicado de la situación es poder seguir con esas metodologías, adaptadas a la situación que hay ahora», apunta.

Peticiones y cambios

Esta alumna y sus compañeros se han acostumbrado a transitar por los edificios del campus siguiendo flechas marcadas en el suelo, a hacerlo con mascarilla, a entrar en el aula con disciplina y gel en las manos. Y también se han hecho a las formas de la educación online. Sin embargo, López Orejana pide mejoras, sobre todo, trámites más ágiles y no perder de vista las necesidades del alumnado, sobre todo, del de nuevo ingreso, más sensible a los cambios.

Plantea, entre otras cosas, que las webs de la UC se adapten mejor a la modalidad semipresencial, entre ellas, las que solventa procesos administrativos como la cita previa: «Muchos de estos procesos están ralentizados».

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