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Esta semana se cumplieron tres años desde que se registró el primer caso de covid en Cantabria; el 29 de febrero de 2020, una joven italiana residente en la región dio positivo y fue ingresada con síntomas leves. Lo que vino después fue la pandemia, sus trágicas consecuencias, las medidas preventivas, y, cómo no, el conocimiento. A estas alturas sabemos que el SARS-CoV-2 es un virus eminentemente respiratorio, pero tiene gran capacidad para afectar a otras áreas del cuerpo, más allá de los pulmones. Se ha visto que puede producir también trombos, dolor de cabeza, fatiga... Incluso es el responsable de una nueva enfermedad llamada covid persistente. Lo que aún no se había probado es que su poder de infección en los cuadros más graves fuese tan extenso. Llega a todo el cuerpo y afecta a la práctica totalidad de los órganos. Corazón, riñones, hígado y cerebro son solo algunos de ellos. Así se recoge en un estudio en el que han participado once hospitales del Sistema Nacional de Salud, y entre ellos está Valdecilla.
Los investigadores llegaron a estas conclusiones tras realizar entre todos los hospitales participantes 70 autopsias completas de fallecidos por covid entre abril de 2020 y febrero de 2021. Valdecilla participó con dos autopsias, en ambos casos fue a pacientes «de edad avanzada, con patologías previas y que habían estado ingresados», como explica Javier Gómez, jefe de servicio de Anatomía Patológica: «Cuando se realizaron las autopsias había incógnitas acerca de la evolución de los pacientes con este virus. Y una de las incógnitas que más nos interesaba entonces era la posibilidad de que pudiera dejar un daño crónico: lo que pudimos ver es que producía una patología muy inflamatoria, sin embargo no vimos una tendencia hacia la fibrosis pulmonar. Empezamos entonces a intuir que el daño crónico en el pulmón iba a ser poco frecuente: el virus hacía un daño muy agudo, pero no íbamos a ver muchos pacientes con fibrosis pulmonar», dice el experto, que participó en este estudio con los especialistas de Anatomía Patológica, Remigio Mazorra y María Luisa Cagigal, y de Infecciosas, con Carmen Fariñas.
La investigación, la más amplia en este ámbito realizada hasta la fecha a nivel internacional, ha permitido probar que el coronavirus afecta a la práctica totalidad de los órganos del cuerpo.
También que el 70% de los fallecidos acabaron sufriendo una infección secundaria por bacterias o hongos durante su ingreso hospitalario.
Todos los órganos no fueron afectados por el covid por igual. Estos son los principales, por niveles de afectación, frecuencia y daño más común.
Los pulmones fueron los órganos que se vieron dañados con mayor frecuencia en los pacientes y también los que presentaban una afectación más severa.
El principal deterioro que genera en los pulmones es el daño alveolar difuso. Es la manifestación más habitual que dejan los problemas respiratorios agudos por dificultad para tomar aire.
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Tras los pulmones, el cerebro, el corazón, el hígado y la médula ósea de los fallecidos fueron los órganos más dañados por el Covid.
Los fallecidos que sufrieron daños en el cerebro causados por el virus presentaban isquemia (falta de riego) e infarto cerebral.
Los corazones afectados por el covid presentaban hipertrofia ventricular izquierda; esto es que las paredes del corazón estaban más gruesas de lo habitual. También se han visto lesiones de aterosclerosis en las arterias.
En el hígado el covid causa en los cuadros más graves esteatosis y necrosis hepática. La primera es una acumulación de grasa y la segunda la muerte de células de este órgano.
Las autopsias han revelado que el SARS-CoV-2 puede invadirla y causar en ella hemofagocitosis, de forma que altera su funcionamiento y disminuye su producción de hemoglobina.
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Los terceros en el ránking por niveles de afectación, frecuencia y daño, son los riñones, el bazo y los ganglios.
Se han identificado pacientes con daño tubular agudo en los riñones (afección severa en las células de estos conductos), así como microangiopatía (estrechamiento de las arterias).
El bazo también presenta hemofagocitosis, alteración en el funcionamiento de varias células del sistema inmunitario, como las T, las natural killer y los macrófagos.
Los ganglios de algunos fallecidos han mostrado signos de adenopatía (inflamación).
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Aunque en un menor número, algunos fallecidos por covid presentaban daños severos en sus músculos.
Han aparecido signos de necrosis fibrilar en algunos de los músculos; esto es la muerte del tejido muscular.
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Las 70 necropsias permitieron conocer el nivel del daño que el virus causa en las vísceras de las personas a las que mata. Los pulmones fueron los más afectados. En un segundo nivel se situaron el hígado, el corazón, la médula ósea, el cerebro y el sistema nervioso. También han diseccionado algunos cadáveres de fallecidos por covid que presentaban a su vez deterioro en los riñones, el bazo, los ganglios e, incluso, en los músculos. El único órgano donde no se ha visto afección del SARS-CoV-2 ha sido en los testículos.
La primera gran conclusión que se ha podido extraer de este trabajo es que «el covid puede afectar a cualquier órgano», destaca Joseba Portu, médico internista del área de Enfermedades Infecciosas del HUA (Vitoria) que ha tomado parte activa en esta investigación. La segunda es que se ha visto que «un 70% de los fallecidos» sufrieron infecciones secundarias provocadas por bacterias o por hongos, sin embargo, en los dos casos analizados en Cantabria no sucedió. Estos contagios asociados se vinculan a las largas estancias hospitalarias y a la fragilidad de estas personas. La ventilación artificial, sumada a los medicamentos inmunosupresores que se administran a estos pacientes, facilitó que adquiriesen este tipo de infecciones adicionales.
La investigación en la que ha participado Valdecilla es «la mayor» realizada hasta la fecha «a nivel internacional con autopsias completas» realizadas en fallecidos por SARS-CoV-2. Además, es la investigación llevada a cabo con mayor número de pacientes ya que, hasta la fecha, ningún otro trabajo similar ha incluido tantos casos. Los once centros participantes estaban repartidos por toda España: el Ramón y Cajal, el 12 de octubre, Puerta del Hierro y Jiménez Díaz de Madrid; el Clínic de Barcelona; el Reina Sofía de Córdoba; Virgen del Rocío de Sevilla, Coruña y el Complejo Hospitalario de Navarra, el Hospital Universitario de Araba (Vitoria) y el hospital cántabro Valdecilla.
El estudio con los resultados sobre los efectos del covid en otros órganos se publicará en próximas fechas en una revista internacional especializada.
El pasado miércoles se cumplieron tres años desde que se detectara el primer caso de coronavirus en la región. La joven italiana residente en Cantabria había estado los últimos quince días de viaje en Italia. A partir de ese momento, primero como un goteo, y después como una explosión, la irrupción del virus fue imparable. Hasta el punto de que tres años después lo raro es no haberse contagiado al menos una vez.
Durante este tiempo las cifras que ha dejado el patógeno en Cantabria son significativas. Hasta esta misma semana, 1.019 personas habían muerto tras resultar infectadas a lo largo de las ocho olas que han pasado por encima de la población cántabra (la última, incomparable con las anteriores). Durante estos más de mil días ha habido un aspecto que supuso un antes y un después en la pandemia: la llegada de las vacunas. El seguimiento de la campaña fue masivo, sobre todo en sus primeras etapas. Según los datos oficiales, el Servicio Cántabro de Salud ha administrado 1.486.192 millones de dosis. Con la aparición de la variante ómicron la virulencia del covid disminuyó, lo que sumado a la protección de las vacunas, convirtió al SARS-CoV-2 en un virus más en marzo de 2022.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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