Ryanair concretó que los problemas que afectaron este lunes a la aeronave, un Boeing 737-800, estaban asociados a la potencia del motor, que hacían inviable que el aparato pudiese cubrir la ruta hasta Marrakech, uno de los nuevos destinos que el aeropuerto cántabro ha sumado este otoño.
La solución que tomó la compañía de bajo coste fue enviar otro avión desde Londres, desde su base de Stansted, para recoger a los pasajeros que se habían quedado tirados en Santander, que fueron llevados desde la zona de embarque a la terminal durante la espera, que se prolongó más de seis horas, un tiempo que se hizo «eterno» para un pasaje que, en su gran mayoría, ha acudido a Marruecos a disfrutar de sus vacaciones de Navidad.
Hace una semana, los 80 pasajeros del vuelo a Varsovia sufrieron un retraso de 25 horas
Finalmente, el aparato de Ryanair que debía trasladarles a Marrakech, de las mismas características que el averiado, llegó al Seve Ballesteros pasadas las once de la noche y partió hacia el aeropuerto Menara a las 00.06 horas, cuando originariamente debía haberlo hecho a las 17.40 h. Los viajeros llegaron a sus hoteles en la ciudad marroquí más allá de las tres y media de la madrugada, con el cansancio y el enfado acumulado en el cuerpo y distintos planes para la noche del lunes abortados.
Justo a continuación, a las 00.07 horas partió de Santander hacia Londres, vacío de pasaje, el avión que sufría problemas mecánicos.
Marrakech es la primera ruta desde el Seve Ballesteros que permite la conexión con otro continente distinto a Europa. Desde su estreno el pasado 30 de octubre, ha tenido una gran aceptación, con una ocupación media muy alta. En España, únicamente Madrid, Barcelona, Sevilla y Valencia disponen de conexión a esta ciudad del norte de África, que cuenta con una población de 1,5 millones de personas y numerosos monumentos Patrimonio de la Humanidad.
La incidencia se suma a la producida hace apenas una semana con el vuelo de Santander a Varsovia operado por Wizz Air, que despegó del aeropuerto cántabro el martes 12, a las ocho menos cuarto de la tarde, tras 25 horas de espera, en las que los casi 80 pasajeros sufrieron una «desesperante» odisea. Entonces, la aerolínea húngara decidió enviar un técnico desde Budapest -finalmente llegó desde Marsella- para revisar los problemas técnicos que habían causado en el avión el impacto de un rayo cuando procedía a tomar tierra en el Seve Ballesteros, horas después de dejar a los pasajeros en Madrid ante las inclemencias meteorológicas provocadas por la borrasca 'Ana' que impidieron en un primer momento al piloto aterrizar en Santander.
«No es normal»
Manuel Diego Muriedas, representante de la Asociación de Amigos de Parayas, reconoce que esta acumulación de averías en tan poco margen de tiempo «no es normal». «Es exagerado y es difícil de entender. Es una mala racha de problemas técnicos a la que es difícil encontrar precedentes», analiza desde la experiencia que posee el colectivo.
Al respecto, algunos de los pasajeros del viaje a Varsovia reclamaron al Gobierno de Cantabria, que subvenciona a las compañías de bajo coste para que operen en el Seve Ballesteros, que exijan «más seriedad» a las aerolíneas, «más diligencia» para resolver los problemas y que no permitan casos como el de la semana pasada, cuando Wizz Air no dio explicaciones a los viajeros afectados y fue acumulando, uno tras otro, retrasos. «La imagen que está dando el aeropuerto y el Gobierno es lamentable. El aeropuerto demuestra que no tiene condiciones para atender a la gente», señaló entonces María Gómez, una de las afectadas.
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