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Son las diez y diez de la noche. Como tantos días, el sonido del motor de una avioneta resuena por los aires en Soto de la Marina. Parece inconfundible, pero en el cielo no se ve nada. También se oye en Liencres y ciertas zonas de Santander, siempre que la noche sea tranquila. Es una zona próxima a la ruta de despegue de los aviones del Aeropuerto Seve Ballesteros, con lo que escuchar algún avión no resulta extraño al paisanaje. Que el ingenio sea invisible, un poco más.
No solo ocurre en la Costa Quebrada. A los pocos minutos el zumbido llega a Torrelavega, donde tampoco se ve nada. Siempre el mismo patrón: el ruido característico de las hélices de una avioneta casi siguiendo de forma paralela la ruta de la N-611, pero nada en el cielo con puntualidad británica.
No es un hecho aislado. En muchos pueblos de Segovia, entre ellos Los Ángeles de San Rafael, San Rafael y El Espinar ocurre el mismo fenómeno con algo más de retraso; hacia las once de la noche. La misma vibración; casi un zumbido, que tan pronto parece un avión como el sonido de los platillos volantes en 'Plan 9 del espacio exterior', quizá la peor película de la historia del cine.
La trama se complica. La Cadena Ser informa en noviembre de 2011 de un suceso similar. Lo considera técnicamente un ovni, pero sin conjeturas extraterrestres; un objeto que sobrevuela el cielo cordobés sin que se le pueda identificar. Hacia la medianoche se escucha en diferentes barrios de la ciudad el sonido de las hélices, pero el pequeño aeropuerto local está cerrado, la Subdelegación del Gobierno no sabe nada y Aena tampoco tiene conocimiento. Aporta pruebas. Como en Segovia, se ha grabado el sonido en la oscuridad del cielo.
Pronto los testigos comienzan a buscar información y comienzan a unir los puntos se llega a la primera conclusión: la avioneta fantasma recorre España de norte a sur. Desde las afueras de Santander para llegar a Marbella -donde también se deja notar- tras atravesar la Meseta y Andalucía.
Nadie sabe qué es: un dron, una aeronave espía -de la TIA, porque con ese ruido muy inadvertida no pasaba-, un avión de trasplante de órganos, una avioneta que por la noche resultara invisible o algo mucho más extraño. Demasiados testigos en demasiados lugares y sin conexión entre sí para que todo sea una patraña, sugestión o ganas de ver fenómenos extraños donde no los hay. Se disparan los rumores y todo tipo de alocadas teorías.
La explicación era mucho más sencilla y prosaica. Ya se comenzaba a apuntar en aquella fecha como una de las múltiples hipótesis -la propia Cadena Ser lo hacía- y Aena lo confirmó definitivamente, tras llevar a cabo una investigación, en enero de 2015. El avión no tenía nada de fantasma, sino que era un Antonov An-12 de la compañía Ucrania Cavok Air en ruta regular entre el aeropuerto británico de East Midlans, cerca de Derby, y el Sania Ramel de Tetuán. Un vuelo de mercancías regular que entraba en la Península Ibérica a través de la Costa Quebrada; más en concreto por la zona de Soto de la Marina y Liencres, y la atravesaba en línea recta para abandonarla por la provincia de Málaga. La aeronave, un vestigio de la época soviética, llegaba a Cantabria poco después de las diez de la noche para seguir una ruta más o menos paralela a la de la N-611, con lo que el ruido era especialmente ostensible no solo en Torrelavega, que casi sobrevolaba, sino en toda la cuenca del Besaya y alrededores.
El Antonov es un auténtico mastodonte del aire capaz de transportar incluso camiones articulados. Por sus características y peso, este cuatrimotor de hélices es una de las aeronaves más ruidosas del parque mundial y no puede volar a las velocidades de los vuelos comerciales ni alcanzar cotas mayores de los 6.000 o 7.000 metros.
El vuelo CVK7001 lo operaba un avión con más de medio siglo de antigüedad cuyos cuatro rotores a pleno rendimiento aún eran perceptibles a solo 6.000 o 7.000 metros -los comerciales suelen hacerlo entre los 9.000 y los 11.000- pero según las circunstancias meteorológicas, y en especial en días nublados y en la oscuridad de la noche, podía no percibirse a simple vista. El revuelo, suficiente para que la noticia llegara a los medios de comunicación e incluso a la televisión nacional, motivó que se aclarara el asunto.
El Antonov siguió todavía unos años completando su ruta hasta que sus motores se apagaron definitivamente, ya desnudo del misterio que le envolvía. Pero dejó para siempre la historia de la avioneta fantasma de Soto de la Marina.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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