Del «todo ayuda» al «no servirá para nada» y la duda de si subirán los precios

Por resumir la medida, bajará del 4% al 0% a partir del primer día de 2023 y durante seis meses el impuesto de pan, harinas panificables, leche, queso, huevos, frutas, verduras, hortalizas, legumbres, patatas y cereales. Y en el caso de aceites y pasta, la bajada será del 10% al 5%. ¿Y qué se decía ayer sobre esto? De entrada –y llama la atención cuando se pregunta al poco de darse a conocer una noticia–, en la lista de conversaciones de la tarde –después de comer, de cuatro a seis–, todo el mundo estaba ya enterado de la medida. Hay un interés evidente en todo lo que tiene que ver con los precios. Primera conclusión. A partir de ahí, la valoración de Raquel sirve como resumen, aunque el abanico de opiniones va del «todo ayuda» al «no sirve para nada».

Al grano. Y nunca mejor dicho en el caso de Montse Trueba, de Acipan (Asociación Cántabra de Comercio e Industria de Panadería). A su gremio le toca de lleno la medida. De entrada, dice que lo que ellos reclaman son «ayudas directas» para que «la gente del sector no se siga quedando en el camino» e insiste en que si repercutieran en el pan las subidas de sus costes de producción (materias primas, energía, combustible en el reparto...), «mucha gente no podría comprar el pan». ¿Y esa bajada del IVA? «Pues es un impuesto que dejarás de pagar –afecta al pan básico, no a todas las variedades–, pero si los costes y las materias primas siguen al alza... ¿De qué me sirve que me bajen un 4% el IVA si luego la base de la harina sube un 120%?». Así que «habrá que ver» cómo evolucionan realmente los precios. Y lo mismo para el cliente. Hay que tener en cuenta que si tomamos como precio de referencia un euro por una barra –el abanico de precios es muy amplio– el ahorro será de cuatro céntimos. «Pues no sé. Parecen tiritas que se van poniendo. Veremos. En otros productos es más fácil repercutir una subida. El problema es que, en un bien de primera necesidad que se compra a diario, la gente tiene muy fijado su precio y vienen hasta con el dinero cambiado».

Más pesimista –pero con argumentos similares– es Ana Quijano, de Coliseum Fruit's, en la calle Rualasal. «Debería notarse algo, pero el bofetón vendrá por otro lado. No dan puntada sin hilo. Se acercan las elecciones y algo hay que hacer». Y pone el ejemplo de las rebajas. El abrigo de cincuenta que cuando llega la oferta le ponen la etiqueta de sesenta y rebajado a cincuenta. «Pues eso». «Al cliente –dice– algo le tendría que hacer, pero las subidas vendrán por otro lado. Hay que verlo. Y lo que no me parece lógico es que el aceite y la pasta no sean considerados de primera necesidad. Hay otras cosas que deberían bajar».

Del Lupa de allí al lado sale Itziar Díaz, dependienta.

–¿Qué va a suponer?

–Nada.

Lo tiene claro. «Y repercutirá para mal en sectores como la ganadería. Hay sequía y están dando de comer a los animales artificialmente. La leche es más cara y encima les bajarán todavía más el precio».

De ahí al Mercado de La Esperanza. José María Lagunilla, de Frutas Tea, es uno de los veteranos. De toda la vida. «Cualquier bajada ayuda. Tendremos unos precios algo más asequibles y al público le será más fácil poder comprar. Las ayudas vienen bien y los autónomos estamos muy necesitados, con los negocios muy débiles. El IVA repercute muchísimo. En un precio bajo parece que no, pero cuando compras mercancía el volumen es enorme. Con los productos más caros, el IVA ha repercutido muchísimo y el Gobierno ha ingresado mucho. Si se puede conseguir un poco más bajo será bueno».

Y de allí, al súper de Nueva Montaña. Detrás de Raquel sale Alberto Caneda, técnico de empleo y emprendimiento. También lleva cuatro cosas. «Con lo que han subido los precios, algo hace. Del 4 al 0% no es mucho, pero una bajada es una bajada. Sobre todo, al que más le cuesta llegar, aunque para todos cualquier ayuda es buena».

Para todos, una segunda pregunta. Sobre la ayuda de 200 euros a las rentas más bajas (por debajo de 27.000 euros) para colaborar con las subidas de precios. Otra vez el abanico de opiniones. De «otra paga» para conseguir votos «que no arregla nada» al «vendrá bien para llegar un poco mejor a fin de mes».

Tres frases de las respuestas. Una: «Si hace algo, una ayuda para esto y lo otro, y le puedo pagar al niño con ese ahorro el pantalón que le hace falta o la clase, pues vale». Dos: «Las ayudas lo que tienen que hacer es controlar a qué se dedican. Si es para alimentos que efectivamente se gaste en eso». Y tres: «Me parece bien que ayuden al que lo necesite, pero la clase media ha perdido mucho poder adquisitivo».