Bahía H2: cómo transformar el viento del mar en combustible para barcos

Esta es una de las posibilidades de desarrollo futuro del proyecto Bahía H2 Offshore, nacido en el seno del clúster cántabro SICC (Sea of Innovation Cantabria Cluster), que propone no solo transformar el viento del mar en combustible para el tráfico marítimo, sino ofrecer una alternativa de almacenamiento y transporte de la energía generada en los parques eólicos marinos instalados lejos de la costa.

El proyecto ha recibido el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica, que ha resuelto concederle 5,7 millones procedentes de fondos europeos –vinculados al Perte del Hidrógeno–, para su desarrollo. El recinto del puerto de Santander ha sido la localización escogida para iniciar las pruebas de una primera fase, centrada en el diseño, construcción, instalación y seguimiento de una plataforma flotante a escala, integrando las tecnologías de electrólisis alcalina para la producción de hidrógeno verde y la simulación del proceso para la generación de amoniaco. El pistoletazo de salida se dará una vez se confirme la concesión de la ayuda, aún en periodo de alegaciones, y tendrá una duración estimada de tres años.

Bahía H2 Offshore cuenta, además, con el apoyo de grandes empresas como Fertiberia, Repsol, Navantia y Enagás, y de los clústeres de Galicia (Asime) y Asturias (Ainer), que han formado con el SICC el Supercluster Atlantic Wind (SAW) para buscar sinergias y colaborar en este y otros proyectos. También ha encontrado respaldo en el Gobierno de Cantabria, a través de la Dirección General de Industria y de Sodercán.

«Este proyecto nace de una idea de César Vidal, catedrático del Instituto de Hidráulica Ambiental (IHCantabria), que ha ido madurando durante años», explica Luis San Segundo, presidente del SICC. «Consiste en la obtención de energía renovable marina, con muy buenas perspectivas de futuro ante la necesidad de reemplazar los combustibles fósiles».

El desarrollo de Bahía H2 Offshore está planificado en tres fases, que afrontarán retos tecnológicos sucesivos. Si la primera, a ejecutar en el puerto de Santander, se salda con un éxito, se pasará a la siguiente, que contempla la fabricación de un prototipo con equipo de amoniaco y su integración con una turbina eólica marina operativa. El último paso consistiría en su integración en un parque eólico en funcionamiento, lo que ya podría considerarse la fase comercial.

«Si el proyecto es absolutamente exitoso cumpliría tres principales derivadas: disminuir la contaminación, dejar de depender del petróleo y crear un sector nuevo emergente, con mucho recorrido, que tire de la economía hacia arriba y genere cambio social y tecnológico», indica San Segundo.

Viabilidad técnica, financiera y medioambiental, esas son las tres grandes condiciones para que la idea de Bahía H2 Offshore pase de la teoría a la práctica. «En realidad, lo de la isla energética ya se está planteando en el Mar del Norte –asegura Francisco Royano, miembro de la directiva del SICC y director de Transferencia Tecnológica de IHCantabria–, así que no somos tan innovadores en ese aspecto, pero sí en lo de vincularlas a parques eólicos flotantes. Nosotros planteamos el concepto de analizar la generación de hidrógeno y amoniaco en condiciones offshore, en vez de evacuar la electricidad a costa: sabemos que uno de los grandes retos de estas infraestructuras es el cableado, sobre todo en estos parques tan lejos de la costa, por su complejidad y coste. La solución que proponemos es competitiva y orientada a un mercado muy atractivo, el del transporte marítimo, para los grandes barcos de rutas oceánicas que van a utilizar el amoniaco como combustible. No nos quedamos solo en el hidrógeno, sino que si lo orientamos al transporte marítimo, a ese modelo de isla energética, tiene mucho sentido trabajar con amoniaco».

En un informe publicado en 2019, la Agencia Internacional de la Energía (IEA) estimó el amoniaco, el hidrógeno y los biocombustibles satisfarán más del 80% de las necesidades de energía del transporte marítimo en 2070.

A un plazo no tan lejano, la eólica marina, junto al desarrollo de los paneles fotovoltaicos flotantes, será uno de los pilares fundamentales para alcanzar el objetivo de descarbonización de la economía europea para 2050. Este desarrollo de la energía renovable marina implica incorporar a estas instalaciones de generación offshore y sistemas de almacenamiento energético. En este punto, el hidrógeno es uno de los vectores que mejor se adapta a las necesidades, y su transformación en amoniaco, un sistema idóneo para su almacenamiento, transporte y distribución.

De hacerse realidad, este proyecto impulsaría a las empresas integradas en el clúster y de Cantabria, con una especialización en el mercado de las energías marinas y del hidrógeno verde. A través de la I+D, y con experiencias piloto de mejora de capacidades productivas y de fabricación de componentes y equipos, sería capaz de generar un nuevo tejido industrial y una cadena de valor especializada en el hidrógeno renovable.