![La cola de la ballena, emergiendo en el puerto de Santoña.](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/04/15/Ballena-puerto-keII-RqvyjSMuK2u17WjGQ866BGK-758x531@Diario%20Montanes.jpg)
![La cola de la ballena, emergiendo en el puerto de Santoña.](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/04/15/Ballena-puerto-keII-RqvyjSMuK2u17WjGQ866BGK-758x531@Diario%20Montanes.jpg)
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Álvaro Machín/Ana Cobo
Santander/Santoña
Lunes, 15 de abril 2024
«Ha debido venir a probar las anchoas de Santoña», bromea Miguel Fernández, el patrón mayor de la cofradía. «No es normal, es algo atípico», dice. Imaginen la escena: sábado por la tarde, día soleado casi al atardecer, paseo marítimo de la villa, familias paseando... ... A la estampa de postal sólo le faltaba algo. Una ballena jorobada. O Yubarta, que también se llama así. Un ejemplar –se calcula– de «unos catorce o quince metros» de una especie que no tiene demasiados problemas en exhibirse ante los humanos con saltos y acrobacias en plena naturaleza. De hecho, en algunos países (no por aquí) es toda una atracción turística. Eso sí, en puerto, y metido además, como el de Santoña, no es nada frecuente. El animal debió quedarse con ganas de más y volvió a mostrarse este lunes ante los pescadores que andaban al bocarte a unas cinco millas del Buciero. Dando numerosos coletazos y del revés. Todo un espectáculo y sin preocupaciones. El animal, según confirman los expertos a El Diario Montañés, no muestra, en principio, heridas ni síntomas de enfermedad.
El santoñés Pablo Argos fue uno de los privilegiados que contempló el 'contoneo' en el agua. A pie de puerto. Para este vecino, patrón del pesquero Ermita Pilar, fue «una gozada». Cuenta que, en su trayectoria como marinero, ha visto muchas cosas en alta mar, «pero la sensación de ver al animal en el propio muelle ha sido incomparable». Si algo le llamó la atención a él y a la muchedumbre que se acabó congregando a lo largo de la dársena –«cuando llegué éramos unas treinta personas y, al final, en poco minutos, había como un centenar»– fue que «se la escuchaba respirar muy fuerte». La ballena se gustó. Se paseó de un lado a otro del muelle dejando ver sobre todo la cola cuando salía a la superficie a tomar aire, lo que abrió un debate sobre su tamaño. «Sólo eso ya son como cinco metros», decían al ver la cola. Y, según se fue mostrando, fue subiendo el tamaño de la apuesta. «El rato más largo que se la vio fue justo lo que grabé en el video», apunta el pescador y autor de las imágenes. Porque el vídeo de Argos –que se puede ver en la web de este periódico– empezó a circular por las redes sociales. El suyo y unos cuantos más. «Sí que vino bastante gente. Aparte del día que hacía, y en el paseo...», confirma Miguel Fernández.
Es el relato de los que la vieron en directo. Pero el asunto se difundió, sobre todo, a través de un vídeo colgado por la Red de Varamientos de Cantabria, Revarca (dependiente de la Dirección General de Montes y Biodiversidad). Dieron el aviso y, de paso, hicieron algo de pedagogía sobre estos animales.
En torno a las siete y media de la tarde del sábado, un agente del medio natural alertó al Centro de Recuperación de Fauna. Al hilo de esa llamada, un equipo de Revarca se trasladó a la zona y pudieron ver al ejemplar. Tenían cierta preocupación. «Si se trata de un rorcual común (más propio del Cantábrico) es muy mala señal que entre a puerto, porque no soportan bien la presencia de las personas, no suelen acercarse y, si entran, es porque están enfermas o en mal estado. Muchas veces para morir», explica Diego de Vallejo, responsable de comunicación de la Red, que pidió, de hecho, a los que la vieran, que avisaran al 112 para realizar un seguimiento (él es el que aparece en el vídeo que lanzó la noticia). Ya pasó, por ejemplo, en enero de 2023 en Escalante. Y había otro indicio preocupante para los expertos. Al ejemplar de yubarta (dando por hecho que es el mismo que se acercó a Santoña) lo vieron hace pocos días rodeado de un centenar de calderones por la costa vasca. Sus compañeros de viaje no iban con muy buenas intenciones, algo que normalmente ocurre ante animales en mal estado.
Pero no. De hecho, se dio una vuelta por la zona, «unos catorce o quince minutos», y se marchó. «Esta especie se deja ver. Entran, salpican, nos miran y se van... No apreciamos que tuviera heridas o síntomas de enfermedad», dicen. Confirma, incluso, que la siguen desde hace aproximadamente una semana y creen que se trata de un ejemplar al que ya se ha visto en alguna ocasión desde Castro Urdiales y desde Llanes, en Asturias.
Aún quedaba otra aparición –y puede que una tercera, porque en Santoña dicen que volvió el sábado por la noche, con menos testigos–. Fue este lunes. A los pescadores que andaban al bocarte les pilló en plena faena, a unas cinco millas del monte Buciero. Otro espectáculo, esta vez ya en la mar. «Teníamos que estar al bocarte y andamos todos a la ballena», bromeaban.
Puestos a jugar a las curiosidades, ayer alguno recordaba el pasado ballenero de Santoña. Curioso que entrara precisamente en su puerto o que, hace pocos días, Laredo, Colindres y Santoña organizaran una prueba deportiva llamada 'Desafío de la ballena'. Desde la Red de Varamientos de Cantabria, Revarca, explican que los avistamientos de ballenas jorobadas se produce en el Cantábrico «una o dos veces al año». Se ven, sí, pero no es algo que pase todos los días. Suelen venir de Francia, hacia el oeste, bordeando la costa «por encima del cañón de Capbreton». Se trata de una especie muy acrobática, de grandes saltos, especialmente en la época de reproducción. De hecho, verlas es un espectáculo turístico, por ejemplo, en distintas zonas de Estados Unidos y en muchos otros países (Costa Rica, Colombia...). Es posible verlas durante buena parte del año. Por eso, su estampa es el icono por excelencia de la representación de las ballenas. O sea, que cuando nos dicen ballena, lo que nos surge en la mente a los no entendidos es una de este tipo. Lo de jorobada les viene por la costumbre de arquear el lomo antes de sumergirse. Pesan unos 35.000 kilos, cuentan con unas largas aletas y las hembras son, en general, más grandes que los machos. Por terminar con las curiosidades, hace ahora poco más de un año (a primeros de abril de 2023) los operarios de la Consejería retiraron el cuerpo sin vida de un calderón de 4,20 metros y algo más de una tonelada de peso junto al muelle de El Puntal, en Somo.
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